María Enchautegui Román. (Foto de archivo)

Por Luisa García Pelatti

Los trabajadores con grados universitarios están penetrando en ocupaciones que generalmente ocupaban mujeres sin grados universitarios. Son 284,000 mujeres que hasta ahora trabajaban como cajeras, secretarias, cocineras, empleadas de la limpieza o auxiliares de cuido de personas y que ahora ven que esas posiciones las ocupan personas sobrecualificadas, con grados universitarios.

Esto es habitual en un mercado laboral con exceso de oferta o déficit de demanda de trabajadores, explica la economista María Enchautegui Román, directora de investigación del Instituto de Desarrollo de la Juventud, que participó en un foro organizado por la Asociación de Economistas.

Solucionar este problema no es fácil, explica Enchautegui Román. “No hay una varita mágica”, no obstante, recomienda mejorar la calidad de los adiestramientos de las personas que no quieren cursar un grado universitario y hacer énfasis en mejorar las destrezas sociales. Además, considera necesario mejorar el sistema de protección social para que estas mujeres puedan disfrutar de los beneficios mientras trabajan y eliminar las barreras al trabajo facilitando el cuido de hijos con horario extendido.

Entre 1990 y 2019, el porcentaje de mujeres empleadas aumentó de 37% a 49% y el porcentaje de mujeres con educación universitaria creció de 35% a 56%. Pero no todas las mujeres optan por los estudios universitarios. Un 45% de las mujeres entre 25 y 55 años no tenía grado universitario en el 2019, unas 284,000 mujeres. Un 37% de ellas tienen un empleo, mientras que el 71% de los hombres sin grado universitario están empleados.

Ahora hay una gran demanda por trabajos que antes hacían las mujeres en el hogar sin recibir paga y eso ha beneficiado a las mujeres sin grados universitarios. Pero ahora, la situación de esas mujeres está siendo amenazada.

Estas mujeres son muy vulnerables porque el 48% son jefas de familias y suelen tener más hijos que las mujeres con grados universitarios. Un 64% de ellas tiene ingresos por debajo del nivel de pobreza y 41% sufre pobreza extrema. En el 40% de los casos alguien en el hogar sufre una incapacidad. Todo esto hace más difícil su participación en el mercado laboral.

A pesar de todo los retos, las mujeres sin un grado universitario han mantenido sus niveles de empleo pero han perdido terreno en ocupaciones e industrias importantes.

En 2006, un 59% de las mujeres sin grado universitario ocupaban puestos de cajeras. En 2019 esta porcentaje se redujo a 45%, y se han registrado caídas similares en sectores como tiendas por departamentos, restaurantes, salones de belleza y manufactura de ropa.

Personas con grados universitarios están ocupando esas posiciones. El 43% de los empleados recientemente reclutados están sobrecualificados. Tienen grados universitarios que antes no era esenciales para ocupar esas posiciones.

Las mujeres sin grado universitario desplazadas de estas ocupaciones están ocupando trabajos de menos calidad y más inestables. Disminuyen las cajeras y aumentan los empleos de trabajo doméstico. Por otro lado, la automatización también pone en riesgo sus trabajos.