Opinión
Por Luisa García Pelatti
El otro día, pensando en la salida de BBVA de Puerto Rico me acordaba de la excelente unidad de investigaciones económicas del banco español, a las que los periodistas de Puerto Rico tuvimos acceso con frecuencia, y lamentaba la pérdida. Los bancos españoles tienen la tradición de tener unidades de investigaciones dirigidas por reputados economistas y sus análisis son relevantes en los planes de expansión del grupo. La banca puertorriqueña haría bien en copiar ese modelo y volver a mirar a la profesión de economista como un elemento clave en su estrategia de negocios.
Recuerdo que Banco Popular tenía una división de análisis económico, que dirigió el economista Augusto Amato, y que desapareció a finales de la década de los 80. BBVA Puerto Rico llegó a tener un economista (una sola persona, no un equipo) a finales de los 90, pero duró poco el esfuerzo. Santander tiene a un economista en su equipo y algún que otro banco contrata puntualmente a algún economista para hacer estudios.
Pero necesitamos más. Necesitamos un equipo dedicado a analizar el comportamiento de la economía, lo que le dirá al banco hacía donde debe enfilar su estrategia de negocios. Del análisis se beneficiará toda la sociedad.
El doctor Angel Ruiz compartía con los colegas un artículo sobre el tema y abría un debate sobre el lugar de los economistas en la sociedad puertorriqueña. ¿Han sido los economistas poco valientes y complacientes? Probablemente sí, pero también hay que exigir respeto por una profesión que en la Isla no se ve con buenos ojos y que en otros países ocupa las posiciones más prestigiosas. Contables, ingenieros, abogados, financieros y muchos otros cuestionan constantemente los conocimientos de los economistas.