Por Luisa García Pelatti

Paul Krugman decía en una entrevista reciente que su director de tesis le dijo una vez: antes de escribir artículos académicos, no leas revistas especializadas, ni repases la última teoría. Pásate unos meses leyendo periódicos e historia porque la mejor guía para la investigación económica es el mundo real. “Si ese consejo ha sido siempre útil, después de vivir esta crisis monumental todavía lo es más”.

Las palabras de Krugman me recuerdan el reciente debate que ha habido entre economistas puertorriqueños a través de correos electrónicos (hubiera sido un interesante debate para twitter, pero la mayoría de los economistas no usan las redes sociales) sobre la crisis intelectual de la profesión.

El debate se iniciaba con tres artículos (Economists: A Profession at Sea, What went wrong with economics y Why Economist Failed to Predict the Financial Crisis). En el primero de ellos, publicado en la revista Time, se relataba una anécdota. Un grupo de estudiantes de un curso de economía básico, en una universidad de Harvard, abandonaron la clase para mostrar su descontento por la falta de conexión de la disciplina con el mundo real.

A partir de ahí, los economistas (no diré sus nombres porque no tengo su autorización) han generado un debate sobre el uso de las matemáticas en la economía. “Ha sido como usar un stradivarius para tocar reggetón. A nadie le debe sorprender que hasta los mercados (los verdaderos) se burlen de nuestras teorías.

Libros como The Black Swan, Nassim N. Taleb, critican el análisis económico que muestra un mundo platónico. “Los procesos económicos reales se asemejan mejor a los modelos caóticos y distribuciones con sesgos irregulares”.

“Cada día que pasa me doy mas cuenta que el comportamiento económico está mas relacionado con los impulsos y la razón  que con los modelos y las distribuciones”.

“Todavía me pregunto, no la utilidad de las matemáticas en la economía porque es obvio que la tiene, mas bién la interpretación de los resultados y su utilidad como principal herramienta en nuestra disciplina.  Los resultados matemáticos como herramienta son útililes pero la parte humana, el comportamiento, la razón y los impulsos no creo que deban ser descritos por ecuaciones, distribuciones o matrices”.