Esta es la quinta de una serie de entrevistas a economistas
Por Luisa García Pelatti
Economista de vocación, abogada y presidenta de H. Calero Consulting Group, Inc., Heidie Calero posee un bachillerato en Economía en la Universidad de Puerto Rico, una maestría en Economía de la Universidad de York en Inglaterra y un juris doctor de la Universidad de Puerto Rico. Recibió la beca Woodrow Wilson de economía.
Nacida en el Viejo San juan, a lo largo de su vida ha sido pionera en muchos aspectos: la primera economista en trabajar para la Oficina de Presupuesto y Gerencia; creó y dirigió el único Departamento de Economía de Citibank en Puerto Rico; la oficina de la banca de inversiones Salomon Brothers en Puerto Rico y el Departamento de Financiamiento Municipal y Corporativo de Drexel Burnham, Lambert en la Isla. Fue la primera mujer en la Junta de Directores de Scotiabank Puerto Rico.
Pregunta.– ¿Por qué decidió estudiar economía?
Respuesta.– Comencé en la Universidad de Puerto Rico con el objetivo de estudiar leyes. Tomé el curso de Economía 123, requisito para las facultades de ciencias sociales y facultad de administración de empresas, con el Dr. Jaime Santiago en el verano antes de comenzar mi primer año en la Universidad de Puerto Rico. A mis 16 años, este curso fue amor a primera vista y no he mirado hacia atrás. El grupo de estudiantes en ese curso fue de primer orden, con una competencia feroz entre nosotros para ver quien contestaba mejor; quien retaba al otro con argumentos a favor y en contra. Ese primer curso marcó mi forma de ver las cosas donde economía es la ciencia y el arte de utilizar escasos recursos para cubrir necesidades ilimitadas; donde el mercado libre y la mano invisible de oferta y demanda parecen ser reglas universales en nuestras vidas. Aprendí que la economía pone y quita gobernantes; que rige nuestra vida en todos sus aspectos de desigualdad económica y prosperidad. Tuve profesores que, a mi juicio, fueron gigantes y mis mentores. Al finalizar mi bachillerato en economía seguía fascinada con economía y por primera vez marché fuera de Puerto Rico hacia Inglaterra y la Universidad de York. Choque cultural y diferente filosofía sobre la educación como un privilegio y no como un derecho. Al regresar a Puerto Rico, no podía dejar inconcluso mi objetivo de estudiar leyes y lo hice en programa nocturno y durante el día trabajé en la Oficina de Presupuesto y Gerencia.
P.– En el gobierno no hay muchos economistas en posiciones de toma de decisiones. La política económica está más en manos de abogados. Explique al gobierno para qué sirve un economista.
R.– Fui afortunada porque a mi regreso de Inglaterra trabajé como economista en la Oficina de Presupuesto y Gerencia, precisamente dirigida por mi primer profesor de economía, el Dr. Jaime Santiago. Fue un trabajo apasionante: participé en el Consejo Asesor Financiero del Gobierno, el trabajo interagencial del Departamento de Comercio Federal sobre Puerto Rico; la estrategia de Desarrollo económico con el Dr. Echenique; participé en la preparación de presupuesto del gobierno central y sus agencias donde Hacienda hacía las proyecciones de ingresos; la Junta de Planificación hacía las proyecciones de la economía de Puerto Rico y Presupuesto hacia las recomendaciones de prioridades de programas y gastos del gobierno. Como ves, un economista es esencial para el gobierno porque tiene herramientas de análisis; puede hacer modelos para simular y atreverse a proyectar el futuro económico; porque juega un papel fundamental en articular los fundamentos de política pública necesarios en un país donde el gobierno funciona y es competente, algo que hace décadas hemos perdido en Puerto Rico. Los buenos economistas tienen un horizonte amplio de ciencias sociales y modelaje económico. Pero es importante recordar que los economistas deben tener buena articulación para explicar problemas complejos en palabras sencillas. Sin eso, la caja de herramientas que tenemos es trunca.
P.– Huracanes, terremotos y COVID, ¿qué más le espera a una economía que no estaba creciendo? ¿Cuánto tiempo va a tardar la economía en recuperarse?
R.– Lo fundamental no es que nuestra economía no estaba creciendo sino por el contrario, hace ya más de una década que está en picada de crecimiento negativo; frágil en su infraestructura y política económica; hundida en la incompetencia de quienes nos dirigen; siempre con la mano extendida hacia la dependencia de fondos federales; más recientemente supervisada por una Junta de PROMESA, que no ha logrado renegociar la deuda pública rápidamente, y que entiende su rol no es impulsar un plan económico para restablecer crecimiento económico, por no entrar en la discusión de desarrollo económico. Nos queda un largo camino, bien empinado pero enriquecedor si logramos un norte de crecer esta economía con lo poco o mucho de recursos locales. No desprecio la inversión de fuera de Puerto Rico, por el contrario le doy la bienvenida, pero es hora ya de pensar en qué podemos hacer con lo poco o mucho que tenemos y podemos controlar en Puerto Rico. Lo hicimos en la década del 60. Yo soy de esa generación y se logró lo imposible con trabajo, liderato y compromiso de un equipo de trabajo de un gobierno que cautivó nuestra imaginación; con educación como la llave del éxito y el gran nivelador de la desigualdad económica. Si crecemos al 3.3% real anual, nos tomará 6 años regresar al nivel del producto bruto real de 2006, antes de la depresión económica. Si crecemos al 1% anual real, nos tomará 20 años lograr esa meta.
P.– ¿Cree que se han tomado las medidas adecuadas para hacer frente al COVID? ¿Qué se ha hecho mal?
R.– Ante lo novedoso y desconocido del Covid-19, entiendo que se hizo lo correcto con la primera Orden Ejecutiva. Lo que estuvo mal es que durante ese período, se supone que el gobierno hubiera planificado contar con las pruebas necesarias para Covid-19; coordinar con los laboratorios clínicos para procesamiento rápido de la avalancha que sabíamos iba a ocurrir; coordinar con los hospitales privados para que estuvieran preparados frente al posible colapso del Departamento de Salud; hacer toda la logística de contar con equipo protector, ventiladores; establecer un sistema de métricas de COVID-19 confiable y efectivo; establecer un sistema de rastreo, particularmente con el aeropuerto internacional. De marzo hasta mayo había suficiente información de lo que funcionaba y dejaba de funcionar, no sólo en Estados Unidos sino en otros países, pero preferimos el camino fácil de encerrar a la población; de cerrar los negocios que no eran servicios esenciales y provocar el colapso de una economía que dependía de ayuda federal de rescate para sobrevivir sin hacer los procesos de planificación necesarios. No se trata de una ecuación binaria: salud vs. economía. Se trata de economía con las medidas de salud necesarias para identificar brotes de COVID-19 con sistemas de rastreo y no penalizar la inmensa cantidad de empresas pequeñas y medianas que no pueden sobrevivir sin una demanda por sus bienes y servicios. Eso es una ley fundamental de economía.
P.– Al margen del COVID, ¿cuál es a su juicio el mayor problema económico de Puerto Rico?
R.– Entiendo que nuestro principal problema económico es la falta de una visión hacia dónde queremos llegar. Queremos una economía de consumo o una economía de producción; queremos empleos de salario mínimo o una educación para lograr innovación y autoempleo con apetito por el riesgo y con apertura hacia mercados fuera de Puerto Rico. Nada de esto es fácil ni se logra de la noche a la mañana, pero por algún lado hay que comenzar; dibujar esa silueta de futuro; establecer una ruta de cómo lograrlo; establecer métricas y asignar personas responsables para lograrlo. Se puede hacer, pero necesitamos liderato y una educación pública secundaria y universitaria que nos rete y prepare para ese mundo que existe hoy y mañana.
P.– ¿Qué sectores económicos tienen mejores perspectivas de futuro?
R.– Cuando hicimos el estudio de “Cómo el Huracán María Forja el Futuro Económico de Puerto Rico” (abril 2018) presentamos un plan conceptual para crecimiento económico futuro. Los recursos son limitados (otra regla de economía) y por tanto debemos ser selectivos en escoger aquellos sectores económicos que nos puedan llevar a subir el empinado camino de lograr crecimiento económico. Sugerimos que hay que enfatizar en la infraestructura de electricidad, agua, carreteras y telecomunicaciones. Sobre esa infraestructura debemos enfatizar en 4 sectores: agricultura moderna y abierta a exportaciones con nichos importantes en productos orgánicos; turismo orientado hacia nuevos mercados y no solamente hacia la costa este de Estados Unidos y conceptualizado en experiencia y aventura y no meramente en una infraestructura cara de hoteles; en manufactura porque aún hay mucho que Puerto Rico puede producir aquí y no es solamente medicamentos y equipo médico. Tenemos también ventaja en contratos para el Departamento de Defensa de Estados Unidos y actualmente ni siquiera tenemos el 1% de ese presupuesto y finalmente enfocar en tres servicios: salud, educación universitaria y finanzas. En estos tres sectores de servicios Puerto Rico tiene recursos competentes pero prefieren irse al no encontrar las oportunidades en el mercado laboral. Ya no podemos pensar en que todos aspiremos a ser empleados. Necesitamos aspirar a lograr tener nuestro propio negocio y eso no sale de la nada. Necesitamos fortalecer nuestra educación primaria y eso toma generaciones. Me temo que con el COVID-19 y la incompetencia del Departamento de Educación, estamos en la antesala de una generación perdida con brechas en aprendizaje que son difíciles de cerrar a menos que tengamos una voluntad y férrea y compromiso de lograr lo que antes logramos. Gente preparada, responsable, comprometida y con ética de trabajo y no de “gansería” y dinero fácil. Antes, servir en el gobierno era un privilegio y no meramente un sueldo y un empleo. Necesitamos captar ese misticismo nuevamente.
P.– ¿Cómo ha pasado los días de confinamiento?
R.– Como todos, descubrimos que las telecomunicaciones y celulares son vitales en el quehacer diario y sin el beneficio del contacto humano que tanta falta nos hace. Tuvimos que adaptarnos y tratar de mantenernos atentos a terminar proyectos comenzados antes del COVID-19; a establecer una rutina de trabajo, ejercicio y mantenernos atentos a las noticias y una vez pudimos regresar a nuestra oficina tratar de mantener un taller de trabajo que a todas luces se hace más difícil diariamente. Nos anima aún la pasión por el análisis económico, algo que parece ausente en un año eleccionario como este, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos y donde está en juego todo un futuro económico y otra generación que hereda los errores de la nuestra. Aún así apuesto a este país!!!