Lizzie Rosso, presidenta del Banco de Desarrollo Económico (BDE), renunció a su puesto, efectivo el 30 de marzo, para regresar al sector privado. El gobernador, Luis G. Fortuño, emitió un comunicado en el que señalaba que la renuncia “es una gran perdida para esta administración y agradeció su dedicación y compromiso con el pueblo de Puerto Rico”. Rosso asumió su puesto el 5 de enero de 2009.
Por su parte, la presidenta dijo sentirse “satisfecha de haber podido lograr estabilizar las finanzas del Banco y redirigir los programas para lograr el éxito con que hoy entregamos la Institución”.
Hasta aquí la noticia.
Opinión
Cuando alguien con cierta relevancia renuncia a su puesto lo que la gente se pregunta es si renunció o la despidieron. Creo que el comunicado de Fortaleza no deja lugar a dudas de que se trata de una renuncia. Pero lo cierto es que la presidenta del BDE recibió desde que llegó al banco fuertes presiones de ciertos círculos del Partido Nuevo Progresista. Lo más probable es que Rosso, una ejecutiva con experiencia en la banca comercial –trabajó en Banco Popular y Doral- se haya cansado de las presiones y haya optado por regresar al sector privado.
Rosso no era del agrado de un grupo del PNP. No les gustaba, la sentía ajena al partido. Y las primeras decisiones que tomó no le granjearon simpatías. Decidió iniciar gestiones para recobrar unos préstamos concedidos por el BDE -antes de la llegada de Rosso- a las empresas Platinum Advantage, de Pedro Figueroa Costa, ex representante del PNP y ex asesor de campaña del gobernador Luis Fortuño, y Torna Sol Inc., de la ex directora de Desarrollo Económico del Municipio de San Juan, Dana Cruz. Estas empresas tenían contratos con el Consejo de Desarrollo Ocupacional y Recursos Humanos (CDORH) -entidad encargada de administrar los fondos de la Ley de Inversión en la Fuerza Trabajadora (WIA), que ofrecen servicios a los desempleados.
Las gestiones de cobro no les habrían gustado a Figueroa y Cruz, que habría hecho valer sus conexiones en el partido y habrían presionado para que despidieran a Rosso. Decían que era Popular (del Partido Popular Democrático).
Ejemplo de esas presiones políticas es un artículo publicado el 27 de septiembre en El Vocero. En una entrevista con Rosso se hacía referencia a esos préstamos y sus gestiones de cobro. Rosso se vio obligada a desmentir sus declaraciones, que es lo que me lleva a mí a escribir Donde dije digo digo Diego. Ese artículo nunca salió publicado en El Vocero. Fue censurado. Los tentáculos del PNP llegaron a la redacción.