Por José E. Pérez*

La crisis económica, fiscal y financiera que hemos estado confrontando desde el 2007 es el resultado de fuertes golpes (“shocks”) que han impactado nuestra economía por los últimos 19 años.

Uno de los “shocks” de mayor importancia ha sido la eliminación de la Sección 936 en el 1996.  Los beneficios de la sección 936 se fueron reduciendo gradualmente hasta eliminarse totalmente en el 2005.  Se estima que se han perdido entre 75 y 100 mil empleos directos e indirectos en la manufactura en Puerto Rico.  Estos eran empleos de calidad, pues los trabajadores gozaban de buenos salarios y beneficios.  Será muy difícil reemplazar los empleos perdidos en la manufactura.

Otro “shock” relevante es el inmenso incremento en el costo del petróleo que hemos tenido por los últimos 10 años. Se estima que el consumo de petróleo en Puerto Rico (incluyendo sus derivados) está entre 60 y 70 millones de barriles anuales.  Del 1986 hasta el 2004 el precio semanal del petróleo se mantuvo bastante estable con un promedio de $22 por barril. Por los pasados 10 años el precio semanal del barril de petróleo ha promediado $80 lo cual representa un incremento de $58 por barril al compararse con el periodo terminado en el 2004.  Nuestra economía ha tenido que absorber un gasto incremental de por lo menos $3,700 millones anuales por concepto del aumento en el precio del petróleo.  Esa es una carga pesada que pudo haberse reducido si Fortuño no hubiese paralizado la construcción de gasoducto entre Peñuelas y Aguirre. García Padilla en vez de revivir el gasoducto que está a medio terminar, ha optado por promover un “gasport” en Aguirre.  El proyecto del “gasport” además de ser complejo y de requerir una inversión millonaria, no estaría disponible por muchos años.

Los próximos “shocks” toman lugar en la construcción y en la banca.  Para contrarrestar la pérdida de empleos en la manufactura, las pasadas administraciones estimularon el sector de la construcción.  Los bancos, con una pobre supervisión del FDIC, suscribieron préstamos que no debieron haber sido otorgados.  Se construyeron viviendas de alto costo, fuera del poder adquisitivo de los potenciales compradores.  A pesar de que se han otorgado subsidios, cortes en precios y bonos a los compradores, aún no se ha podido liquidar el inventario de nuevas viviendas.  Perdidas en las carteras de préstamos (mayormente de construcción) de los bancos ocasionaron que cuatro instituciones fueran intervenidas por el FDIC.  Dos de bancos que sobrevivieron tuvieron que ser rescatados. Los inversionistas en el sector bancario han sufrido pérdidas que podrían fluctuar entre $12 y $18 mil millones.

El “shock” que ha sufrido el sector inmobiliario es alarmante.  La extendida erosión en la actividad económica que hemos sufrido por largos años se ha filtrado a este sector.  Por doquier vemos anuncios de propiedades “se alquila ó se vende”.  El numero de propiedades reposeidas y en proceso de reposesión ha establecido niveles sin precedentes.  Propiedades abandonadas abundan.  El valor de las propiedades residenciales y comerciales posiblemente se ha contraído  entre un 25 y 40 porciento.  Existen casos donde el balance hipotecario es superior al valor de la propiedad. Posiblemente, las perdidas en el valor inmobiliario son más cuantiosas que las perdidas por inversiones.

Por último, el “shock” de la crisis fiscal.  Cuando García Padilla asumió la gobernación, recibió una economía en mal estado.  Acevedo Vilá y Fortuño explotaron todos los cartuchos incrementando la deuda gubernamental en sobre $31 mil millones.  La deuda añadida por ellos  representa un gasto adicional en intereses de aproximadamente $1,500 millones anuales.  No es posible pagar la deuda como está estructurada.  Por alguna razón, el comité de transición de García Padilla no escudriño adecuadamente la situación económica en aquel momento.  Hoy estaríamos en una mejor condición si los problemas hubieran salido a la luz pública en enero del 2013.

Estamos en una encrucijada financiera muy difícil de superar.  Se estima que los inversionistas locales han sufrido pérdidas entre $15,000 y $20,000 millones por concepto de los bonos de Puerto Rico. Tenemos mercados de capital cerrados, nuevos impuestos, ajustes presupuestarios, deuda en incumplimiento y fuertes pérdidas inmobiliarias. Tanto los bancos como Fannie Mae y Freddie Mac han adoptado normas crediticias mucho más restrictas lo cual ha reducido la liquidez de los consumidores y del comercio.  En la actualidad se hace difícil refinanciar casas para consolidar deudas o bajar el costo de intereses.

Por fortuna, debido a la reciente abundancia en el mercado del petróleo, su precio está por debajo de $40 por barril.  Si los precios se mantienen en estos niveles, nuestra economía tendría un alivio de cerca de $2,600 millones anuales (a base del precio promedio semanal de los pasados 10 años).  Esta baja en el petróleo representa un estimulo significativo para la economía.  Podríamos salir adelante si el gobierno maneja las finanzas de una manera efectiva y transparente.  Las concesiones que se logren en la re estructuración de la deuda vendrán con ataduras difíciles de tragar.  Hay que transformar las agencias y corporaciones públicas para que le sirvan a pueblo y no a los partidos políticos.  Si logramos reducir con paciencia y sacrificio los excesos que dieron lugar a la crisis en que nos encontramos, es posible que logremos tener un buen inicio para alcanzar una economía vigorosa y floreciente.

* El autor es analista financiero.