Agencias
El Banco Mundial tiene nuevo presidente. Y como marca la tradición de las últimas seis décadas y media, la entidad seguirá estando dirigida por una personalidad estadounidense. El sucesor de Robert Zoellick es Jim Yong Kim, presidente de la prestigiosa Universidad de Dartmouth. Se impuso a la ministra nigeriana de Finanzas, Ngozi Okonjo-Iweala, y al exministro colombiano del ramo José Antonio Ocampo.
Este último ya anunció el viernes, tras la ronda de entrevistas con los miembros del comité ejecutivo, que se retiraba de la batalla por la dirección del Banco Mundial y versó todo su apoyo en la candidatura de Okonjo-Iweala. Pero el proceso de selección, a pesar de ser abierto, transparente y basado en los méritos de las candidaturas, volvió a levantar las voces contra el duopolio de EE UU y de Europa en las instituciones creadas en Bretton Woods.
Kim tomará el relevo de Zoellick el próximo 1 de julio, por un mandato de cinco años. Será la décimo segunda personalidad en dirigir el organismo con sede en Washington. La presentación oficial de este doctor y antropólogo se hará durante la cumbre de primavera que esta semana celebra junto al Fondo Monetario Internacional (FMI). En la nota de prensa anunciando la designación, el consejo ejecutivo se limita a señalar que las tres candidaturas presentadas “enriquece” la discusión sobre el papel del presidente y la dirección futura de la institución.
Kim, nacido en Corea del Sur y emigrado de niño a EE UU, tenía el puesto casi asegurado desde que Barack Obama lo presentó al mundo el mes pasado. Washington es el mayor contribuyente a la entidad, y junto a los socios del bloque europeo controlan esencialmente la mitad de los votos necesarios que se necesitaban para que la designación prosperara. Japón había dado también su apoyo formal al candidato nominado por Obama.
La lucha de la nigeriana sirvió, por tanto, para meter más presión y poner de relieve el desequilibrio que sigue acusando la estructura de poder del Banco Mundial. Algo similar se vivió hace un año cuando la francesa Christine Lagarde se postuló por ocupar el puesto de su compatriota Dominique Strauss-Kahn. Es la solidez de estas candidaturas alternativas lo que pone en cuestión el sistema de designación que se sigue en las dos instituciones gemelas.
Mientras EE UU y Europa no cedan poder, a las potencias emergentes en el mundo en desarrollo no les quedará otra que seguir presentando candidaturas competitivas para romper con argumentos la tradición. Como señalaban días atrás una cuarentena de antiguos altos funcionarios del Banco Mundial, para dar más legitimidad al organismo hay que ir más allá de las buenas promesas de reforma. Era su manera de apoyar a Okonjo-Iweala.