Por Evelyn Otero Figueroa

Parece que esta ola ómicron ha llegado a su fin. Que no significa que haya terminado la pandemia, como bien destaca un artículo publicado ayer por Sin Comillas.

Queda por ver si llega también el ansiado punto de inflexión que nos lleve —tanto en Puerto Rico como globalmente— a la evolución de la pandemia a endemia. A eso parecen apostar las autoridades alrededor del planeta que ya han comenzado a flexibilizar sus normas de forma significativa.

El «Diccionario de la lengua española» define «pandemia» como: ‘Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región’. Y «endemia»: ‘Enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca’.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el hecho de que el virus sea endémico no es por sí solo algo bueno. Lo que sí significa es que llegó para quedarse; que está aquí para siempre. El VIH y la malaria se consideran endémicos.

Dicha entidad salubrista internacional aclara que tenemos que alcanzar niveles bajos de incidencia del virus, con tasas altas de vacunación y que el COVID-19 ya no produzca la muerte. Es entonces cuando se habrá producido el fin de la emergencia sanitaria, el fin de la pandemia.

No hay que levantar campanas al viento apresuradamente. La prudencia y la paciencia podrían llevarnos a mejor puerto. Lo hemos comprobado con las múltiples olas covid que hemos enfrentado y superado, con mayor o menor éxito.

Con la transición de pandemia a endemia mejora sin duda la situación sanitaria tan extrema que hemos vivido. Como el virus, lo que también llegó para quedarse son muchos de los cambios y alteraciones a nuestra vida social, cultural, política y económica.