En el Cuartel de Ballajá está la sede de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española

Por Redacción de Sin Comillas

La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) celebró, esta semana, la I Convención del Lenguaje Claro y Accesible de de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro estudiar la tendencia a la confusión en sentencias, leyes, manuales escolares y prospectos médicos.

En la reunión, celebrada en la sede de la Real Academia Española en Madrid, España, participaron ministros, catedráticos, diputados, jueces, defensores del pueblo y académicos de Chile, Guatemala, México, España, Uruguay, Argentina y Puerto Rico. Carlos E. Ramos González, de la  Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, fue el representante de la Isla.

Napoleón decía que las repúblicas que su ejército fundaba en su avance por Europa debían dotarse de constituciones que fuesen “breves y confusas”, para que, después, los legisladores hiciesen lo que quisieran.

“La lucha por el lenguaje claro estaba en la literatura del Siglo de Oro, pero nació como movimiento social en el ámbito del consumo, en el Reino Unido”, explicó Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española y presidente de la ASALE. “Donde se expresa hoy con más urgencia es en la Justicia”. Un ciudadano está solo ante una sentencia o ante una sanción de Hacienda que le incumbe y, por eso, su incomprensión es angustiosa. “En cambio, la legislación es de prescripción general”. Si no entendemos una ley, ya habrá alguien que la sepa leer por nosotros.

“Una expresión en latín entre juristas ahorra cuatro páginas de explicaciones. El problema es no saber cuándo la comunicación es hacia el ciudadano y no entre profesionales”, dice Muñoz Machado. Y cada sector tiene una explicación que justifica su mala letra. La educación se ha vuelto eufemística porque el bienestar emocional de los niños se ha convertido en una obsesión social. En la salud pública, es tan complejo explicar la muerte y el dolor físico que los médicos se protegen con el lenguaje científico.

La Academia Puertorriqueña de la Lengua Española se fundó en 1955, en San Juan.