Por redacción de Sin Comillas
El pasado miércoles, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentó un programa de reconstrucción y modernización de infraestructuras con inversiones a ocho años por valor de $2 billones (trillion, en inglés) que busca crear millones de empleos.
El plan se va a financiar con un aumento del impuesto de las corporaciones del 21% actual al 28%. Los republicanos se oponen al plan porque lo consideran excesivo y algunos demócratas creen que es insuficiente.
El plan prevé destinar $620,000 millones al sector del transporte para modernizar más de 32,000 kilómetros de carreteras y reparar unos 10,000 puentes en todo el país.
Biden considera que es “el mayor plan de inversiones desde la Segunda Guerra Mundial, que creará millones de empleos bien remunerados; el plan de una generación”.
Además, el plan contempla modernizar la red eléctrica, el suministro de agua o el acceso asequible a banda ancha de internet; también reconstruir dos millones de casas, edificios y escuelas; revitalizar la industria manufacturera, garantizar el suministro de componentes esenciales e invertir más en investigación y desarrollo.
Por otro lado, Biden tiene la mirada puesta en los desafíos globales. China desbancará a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en 2028, cinco años antes de lo previsto anteriormente, según el Centro de Investigación Económica y de Negocios (CEBR, en sus siglas inglesas), gracias a su buen manejo de la pandemia. China fue la única gran economía mundial que evitó la recesión en 2020, y superó a Estados Unidos como principal destino de la inversión extranjera directa ese año.
La dependencia estratégica de Estados Unidos respecto a China quedó de manifiesto durante la pandemia, con la interrupción de la cadena de montaje en plantas automovilísticas por la escasez de componentes esenciales. A todas esas carencias y debilidades pretende dar respuesta el plan de infraestructuras. “Nos permitirá ganar competencia ante China”, dijo Biden en su discurso