Por Elías R. Gutiérrez*
Aceptemos la realidad. Nos encontramos en un momento crítico y de gran peligro. Es indispensable actuar. El diccionario enciclopédico Vox.1, Larousse 2009, ofrece la siguiente definición para el término armisticio: m. Suspensión de hostilidades pactada entre pueblos o ejércitos beligerantes.
Eso, exactamente, es lo he venido sugiriendo. La irresponsabilidad, la poca credibilidad, y el partidismo fanático han provocado que la desconfianza haya escalado alturas que provocan ya la ingobernabilidad. A pesar de que hay suficiente grado de concordancia en cuanto a lo que es necesario hacer en el gobierno, los partidos no están dispuestos a sufrir el coste político de acometer, realizar o aún, intentar lo obvio.
Por lo tanto, es indispensable que los dos partidos principales, y las facciones que a su interior les inmovilizan, celebren un armisticio. El objetivo a perseguir con ello será la definición de una agenda consistente cinco áreas de acción. Esas cinco áreas de acción delimitarán una cancha donde se permitirá que el gobierno (de cualquiera de los partidos firmantes) actúe sin recibir el ataque del otro. Que, además, cualquiera medida de éxito alcanzada por el partido gobernante no se utilice como material de campaña proselitista durante el tiempo de vigencia del armisticio.
Decía Protagoras que “….el hombre es la medida de todas las cosas”. En cada mano tenemos cinco dedos. Con ellos, nuestras manos son capaces de realizar proezas. A modo de ejemplo, propongo el siguiente conjunto limitado inicialmente a cinco áreas de trabajo que estarían sujetas a la protección del susodicho armisticio para buscar su reforma, reestructuración, viabilización financiera, ajuste, disposición o reconstrucción.
1) Ajuste fiscal ante la insolvencia del Estado;
2) corporaciones públicas y gobiernos municipales;
3) sistema de salud pública sostenible;
4) estructura de legislación laboral; y
5) sistema de educación pública.
Por supuesto, los términos reforma, reestructuración, ajuste y reconstrucción conllevan significados dirigidos a lograr cambios radicales que hasta hoy día han probado ser políticamente imposibles a pesar de ser económica y financieramente ineludibles.
Creo que limitando a cinco áreas de trabajo protegidas de la gestión política electoral, llevaríamos a una dimensión comprensible por hombres y mujeres de buena fe el trabajo necesario para encaminar ésta sociedad nuestra en la dirección correcta.
* El autor es economista y planificador.