Por redacción de Sin Comillas
La caída de los precios del petróleo —producida en gran medida por el aumento de la oferta— estimulará el crecimiento mundial. Pero, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), ese estímulo se verá ampliamente superado por factores negativos; uno de ellos será la debilidad de la inversión a medida que muchas economías avanzadas y de mercados emergentes continúen adaptándose a un crecimiento a mediano plazo que ofrece expectativas menos alentadoras.
Las proyecciones de crecimiento de la economía mundial, de entre 3.5% y 3.7% para 2015-16, suponen una revisión a la baja de 0,3% en comparación con la edición de octubre de 2014. Estas revisiones reflejan una reevaluación de las perspectivas de China, Rusia, la zona del euro y Japón, así como una retracción de la actividad en algunos grandes exportadores de petróleo debido al descenso drástico de los precios del petróleo. Estados Unidos es la única economía importante cuyas proyecciones de crecimiento han mejorado.
La distribución de los riesgos para el crecimiento mundial está más equilibrada que en octubre. El principal riesgo al alza es un aumento del estímulo generado por el abaratamiento del petróleo, si bien la persistencia del shock de la oferta de petróleo es incierta. Los riesgos a la baja tienen que ver con cambios en el sentir y la volatilidad de los mercados financieros internacionales, especialmente en las economías de mercados emergentes, un grupo dentro del cual la caída de los precios del petróleo ha creado vulnerabilidades externas y en el balance para los países exportadores de petróleo. El estancamiento y el bajo nivel de inflación siguen suscitando preocupación en la zona del euro y en Japón.
Cuatro factores claves han moldeado las perspectivas mundiales desde la publicación de la edición de octubre de 2014 del informe. Primero, los precios del petróleo han bajado alrededor de 55% desde septiembre. Ese retroceso se debe en parte a una debilidad inesperada de la demanda en algunas grandes economías —en particular, de mercados emergentes—, que se ha visto reflejada también en la caída de los precios de los metales industriales. Pero el retroceso mucho mayor de los precios del petróleo es indicativo de una contribución importante de factores vinculados a la oferta; entre ellos, la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de mantener los niveles de producción actuales a pesar del aumento continuo de la producción de países ajenos al grupo, especialmente Estados Unidos. Los precios de los futuros sobre petróleo apuntan a una recuperación parcial de los precios del petróleo en los años venideros, lo cual coincide con el impacto negativo previsto del abaratamiento del petróleo en la expansión de la
capacidad futura y la inversión del sector petrolero.
Segundo, si bien el crecimiento mundial aumentó en términos generales, tal como se había previsto, a 3¾% en el tercer trimestre de 2014 (en comparación con 3¼% en el segundo trimestre), esto oculta profundas diferencias de crecimiento entre las grandes economías. Específicamente, el vigor de la recuperación en Estados Unidos superó las previsiones, en tanto que la evolución económica de todas las demás grandes economías —sobre todo Japón— defraudó las expectativas. El imprevisto grado de debilidad del crecimiento de estas economías sería, en gran medida, producto de una prolongada adaptación a perspectivas de crecimiento a mediano plazo menos prometedoras.
Tercero, en vista de la profundización de las divergencias de crecimiento entre las grandes economías, el dólar de EE.UU. se ha apreciado aproximadamente 6% en términos efectivos reales desde la edición de octubre de 2014 del informe. El euro y el yen, por el contrario, se han depreciado alrededor de 2% y 8%, respectivamente, y las monedas de muchos mercados emergentes se han debilitado, particularmente en el caso de los exportadores de materias primas.
Cuarto, las tasas de interés y los diferenciales de riesgo han aumentado en muchas economías de mercados emergentes, sobre todo los exportadores de materias primas, y los diferenciales de riesgo de los bonos de alta rentabilidad y otros productos expuestos a los precios de la energía también han aumentado. Los rendimientos de los bonos públicos a largo plazo de las grandes economías avanzadas han vuelto a bajar, gracias a su condición de refugio seguro y como consecuencia de la retracción de la actividad que han experimentado algunas de ellas; por su parte, los índices bursátiles
internacionales se mantienen sin grandes cambios en moneda nacional desde octubre.
El crecimiento en Estados Unidos repuntó más de lo esperado después de contraerse en el primer trimestre de 2014 y el desempleo volvió a bajar, en tanto que la presión inflacionaria se mantuvo más atenuada, como consecuencia también de la apreciación del dólar y el retroceso de los precios del petróleo. Según las proyecciones, el crecimiento superará 3% en 2015–16, con una demanda interna apuntalada por el abaratamiento del petróleo, la moderación del ajuste fiscal y el respaldo continuo de una orientación acomodaticia de la política monetaria, a pesar del aumento gradual proyectado de las tasas de interés. Con todo, la reciente apreciación del dólar reduciría la exportación neta.
En la zona del euro, el crecimiento registrado en el tercer trimestre de 2014 fue ligeramente más débil de lo esperado, en gran medida como consecuencia de la flojedad de la inversión, y la inflación y las expectativas inflacionarias continúan retrocediendo. Se prevé que la actividad estará respaldada por el descenso de los precios del petróleo, una política monetaria más distendida (algo que los mercados financieros ya anticipan en general y que las tasas de interés reflejan), una orientación más neutral de la política fiscal y la reciente depreciación del euro. Pero estos factores quedarán compensados por el debilitamiento de las perspectivas de inversión —que en parte refleja el impacto del menor crecimiento de las economías de mercados emergentes en el sector exportador— , y la recuperación sería ligeramente más lenta que la prevista en octubre, con un crecimiento anual proyectado en 1.2% en 2015 y 1.4% en 2016.
En Japón, la economía cayó en recesión técnica en el tercer trimestre de 2014. La demanda interna privada no se aceleró como se esperaba tras el aumento de la tasa del impuesto sobre el consumo ocurrido en el trimestre previo, a pesar del efecto amortiguador generado por el alza del gasto en infraestructura. Se presume que las políticas de respuesta — expansión monetaria cuantitativa y cualitativa adicional y postergación del segundo aumento de la tasa del impuesto sobre el consumo— propiciarán un repunte paulatino de la actividad y que, sumadas al impulso que brinden los precios del petróleo y la depreciación del yen, propulsarán el crecimiento por encima de la tendencia en 2015–16.
En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, el crecimiento se mantendría más o menos estable en 4,3% en 2015 y aumentaría a 4,7% en 2016, un ritmo más débil de lo previsto en la edición de octubre de 2014 del informe.
La considerable incertidumbre en torno a la trayectoria que seguirán los precios del petróleo y los factores determinantes de su caída añade una nueva dimensión de riesgo a las perspectivas de crecimiento mundial. Del lado positivo, el impulso que significa para la demanda mundial el abaratamiento de los precios del petróleo podría ser mayor que el actualmente proyectado, especialmente en las economías avanzadas. Pero es posible también que la corrección a la baja haya sido excesiva y que los precios del petróleo vayan a repuntar antes o más de lo previsto si la respuesta de la oferta a la baja de
precios resulta más fuerte de lo esperado. Persisten otros importantes riesgos a la baja. En los mercados financieros internacionales, los riesgos vinculados a las fluctuaciones del mercado y los estallidos de volatilidad aún son elevados.
Entre los posibles factores detonantes cabe mencionar sorpresas en la actividad de las grandes economías o sorpresas en la trayectoria de la normalización de la política monetaria estadounidense en el contexto de una expansión mundial que no logra equilibrarse. Las economías de mercados emergentes están particularmente expuestas, ya que podrían enfrentarse a una reversión de los flujos de capital. Dada la fuerte caída de los precios del petróleo, estos riesgos se han agudizado en los países que lo exportan, amenazados ahora por más vulnerabilidades externas y en los balances, en tanto que los importadores de petróleo cuentan con un mayor margen de protección. En la zona del euro, la inflación ha vuelto a bajar, y los shocks adversos —internos o externos— podrían conducir a una inflación persistentemente más baja o a retrocesos de los precios, ya que la política monetaria sigue siendo lenta en responder. En muchas grandes economías, persisten algunos riesgos a la baja para el producto potencial, que se transmitirían a la demanda a corto plazo. Se prevé que los riesgos geopolíticos sigan siendo elevados, si bien los riesgos conexos de trastornos en los mercados internacionales de petróleo se consideran menos apremiantes gracias a la amplia oferta neta de flujos.
El debilitamiento del crecimiento mundial proyectado para 2015–16 pone aún más de relieve el hecho de que aumentar el producto efectivo y potencial es una prioridad para las políticas de la mayoría de las economías, como lo explican ediciones anteriores del informe. Existe una necesidad urgente de reformas estructurales en muchas economías, avanzadas y emergentes por igual, pero las prioridades de la política macroeconómica no son las mismas. En la mayoría de las economías avanzadas, las brechas del producto todavía son sustanciales, la inflación está por debajo de la meta y la política monetaria continúa restringida por el límite inferior cero de las tasas. Por lo tanto, el estímulo que le infunde a la demanda la caída de los precios del petróleo es un hecho positivo, pero en algunas economías se necesitan medidas de política adicionales. En particular, si un nuevo descenso de la inflación, aunque sea temporario, hace bajar más las expectativas inflacionarias en las grandes economías, la política monetaria debe conservar la orientación acomodaticia a través de otros medios para impedir que aumenten las tasas de interés reales. El ajuste fiscal debe estar a tono —en términos de ritmo y composición— para brindar apoyo a la recuperación y al crecimiento a largo plazo. A este respecto, hay razones contundentes para aumentar la inversión en infraestructura en algunas economías. En muchas economías de mercados emergentes, la política macroeconómica sigue teniendo un margen limitado para respaldar el crecimiento. Pero en algunas, el abaratamiento del petróleo suavizará la presión inflacionaria y las vulnerabilidades externas, lo cual les dará a los bancos centrales la oportunidad de mantener sin alzas las tasas de política monetaria o de subirlas de manera más paulatina.
Los países que exportan petróleo —cuyo ingreso fiscal por lo general está alimentado sustancialmente por la actividad de este sector— están experimentando shocks más profundos en proporción a sus economías. Los que acumularon fondos sustanciales cuando los precios eran más altos y disponen del espacio fiscal necesario, pueden permitir que los déficits fiscales aumenten y aprovechar esos fondos para que el gasto público se ajuste más gradualmente a la caída de los precios.
En otros países, la principal estrategia a la que se puede recurrir para amortiguar el impacto del shock es permitir una depreciación sustancial del tipo de cambio. Algunos tendrán que reforzar los marcos monetarios para evitar que la depreciación pueda conducir a una inflación persistentemente más alta y a una nueva depreciación.
El retroceso de los precios del petróleo también ofrece una oportunidad para reformar los impuestos y subsidios energéticos tanto en los exportadores como en los importadores de petróleo. En los importadores de petróleo, el ahorro generado por la eliminación de subsidios energéticos generales debería canalizarse hacia transferencias más focalizadas, recortes del déficit presupuestario cuando así corresponda, y un aumento de la infraestructura pública si las condiciones son adecuadas.