Por Santos Negrón, economista

Estamos tan acostumbrados a la pérdida de empleos en la manufactura en Puerto Rico que el cierre de Cordis, que dejará sin empleo a 450 personas, quizás pueda percibirse como un evento cotidiano en el largo proceso de desmantelamiento de ese sector que se inició en 1996.

Las razones por las cuales cierra esta empresa se explican muy bien en la noticia y a todas luces dan a entrever que ni aún acciones de política pública imaginativas, dramáticas, podrían alterar este decisión que responde a la lógica de mercado mundial y a realidades de producción y mercadeo del sector industrial en que opera la empresa.

Ahora bien, es pertimente colocar este evento en el cuadro de realidades que afronta la manufactura en Puerto Rico en este momento.

De 1998 a 2007, años fiscales, el empleo manufacturero, a base de la Encuesta de Establecimientos, declinó de 151,400 a 107,767, una pérdida de 43,633 empleos, a una tasa de reducción anual promedio de 3.6%.

En abril de 2011, el empleo manufacturero estaba la nivel de 82,500, es decir, 68,900 menos que el promedio para el año fiscal 1998 y 25,267 menos que el promedio para 2007.

Mientras más se achica el volumen de empleo del sector, más dolorosos y significativos son los cierres de fábricas, que son aún más hirientes aún cuando se analizan desde la perspectiva regional.

Una pérdida de 450 empleos significa una contracción de 0.5% en el empleo manufacturero en general y de 1.0% en el empleo del subsector de productos no duraderos.

Si fueramos a proyectar en forma lineal, admitidamente ingenua, la tendencia que está siguiendo el empleo manufacturero en Puerto Rico, dentro de 15 años, en 2026, el sector manufacturero estará virtualmente extinto en nuestro medio económico,

No hay mayor antídoto para el presentismo económico que el examen sistemático, realista, de eventos y tendencias.

El cierre de Cordis no es un evento más, no es simplemente la ratificación de una tendencia, sino un aldabonazo que nos obliga a pensar, con más urgencia y aprehensión que nunca, sobre el destino del sector manufacturero, que sacó a Puerto Rico de la pobreza y que, a juzgar por su acentuada declinación, puede devolvernos a ella.