Efraín O’Neill Carrillo*
Hemos heredado un modelo eléctrico jerárquico, centralizado, basado en un combustible que ya ni es barato ni accesible, planificado a base del consumo eléctrico. Históricamente se ha optado por atender solo la inmediatez en lugar de un compromiso a largo plazo de reforma paulatina y bien pensada. De esto también somos responsables los clientes, pues solo protestamos cuando la luz está cara. Se nos olvidó que cualquier modelo eléctrico no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar beneficio socio-económico para la Isla (que incluye un costo razonable pero no lo es todo). El reto hoy es cómo reformar un modelo dominante basado en recursos fósiles con impacto ambiental y vulnerabilidad energética. De la misma forma que en 1941 se creó la Autoridad de las Fuentes Fluviales, basadas principalmente en el recurso agua, hoy necesitamos un nuevo modelo de participación ciudadana efectiva planificado para favorecer y premiar el uso de los recursos disponibles en la Isla: conservación, eficiencia y renovables.
El clamor de cambio en la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) no debe terminar con la salida o entrada de líderes particulares. Aunque se proyecte al país que la AEE la controla el presidente de la Junta, o el Director Ejecutivo, lo cierto es que la AEE es una compañía eléctrica pública compleja, con miles de personas que tienen funciones que unidas, logran dar el servicio eléctrico de Puerto Rico. Es por esto que los cambios fundamentales de reforma para la AEE, si realmente se desea impacten positivamente a Puerto Rico (incluyendo bajar la luz), tienen que contar con el peritaje de los empleados de la AEE. La gerencia es exitosa cuando logra motivar y conseguir el apoyo de la mayoría de los empleados de la AEE, gerenciales y unionados. La gerencia no puede ser efectiva en el manejo integrado de la AEE si no logra llevar el mensaje que estos cambios son vitales para Puerto Rico, y no logra que las peleas en la AEE (de políticos y de grupos internos) le den paso a un compromiso serio por dar el mejor servicio posible en todos los renglones (administrativo, técnico, etc).
Las reformas profundas en la AEE (y los beneficios de tales reformas que incluyen el bajar la luz), no las va a lograr una persona, ni un sector, ni un partido político, ni un gobierno. Necesitamos un liderato valiente, a todos los niveles, que no solo tome decisiones difíciles sino que integre efectivamente a los ciudadanos-dueños en la gobernanza de la AEE y que motive e integre también a los miles de empleados de la AEE. De lo contrario, seguiremos chocando con la realidad de múltiples intereses cada cual velando lo suyo, y la AEE y más importante el país sufrirá las consecuencias. Esto tiene que ser un consenso a nivel del todo PR, de lo contrario los acuerdos que se establezcan no van a sobrevivir los cambios y presiones político-partidistas, que es lo que históricamente ha pasado con buenos esfuerzos en el pasado de distintos gobiernos.
No debemos limitarnos a exigir reducir el costo de la luz, que se puede lograr y seguir con la misma forma de operación y dirección de la AEE, pues volveremos a chocar con la necesidad de reformarla (el costo de la luz es un efecto de problemas más profundos). Debemos iniciar un movimiento fiscalizador continuo y multi-sectorial, que logre atender los problemas reales en la AEE, uno de ellos que no ha sido dirigida como lo que es: una compañía eléctrica pública. Es importante enfocar esfuerzos en los asuntos medulares y fundamentales. No debemos dejarnos entretener con asuntos que pueden tener relevancia pero que pueden atenderse poco a poco o en otro momento en lugar de dividir esfuerzos en esta lucha por mejorar la AEE y el servicio a nuestro Pueblo.
Hay que comenzar por cambiar lo que ha sido por décadas una dirección cerrada y poco transparente. La conveniencia gubernamental de una administración pública cerrada no es positiva. La gente quiere estar informada y tener una mejor participación en las decisiones fundamentales de Puerto Rico. La Junta de Gobierno de la AEE tiene en sus manos abrir y dar transparencia a la agencia ante el Pueblo, para escuchar y considerar las ideas y preocupaciones generales. A corto plazo, la Junta tiene el poder de iniciar reformas que beneficien a todos los sectores, aún sin enmendar la ley orgánica de la AEE. En ese proceso la Junta puede actuar como un ente regulador, con el compromiso de velar por el interés público por encima de cualquier otra consideración. Es vital reclamar a los dos representantes de los clientes en la Junta un rol más activo y prominente en la defensa de los clientes, que periódicamente rindan cuentas y que denuncien cuando se les impida ejercer su función. A mediano plazo la Junta tiene que ser mucho más representativa de la diversidad de sectores y perspectivas en la Isla. La forma de elegir la Junta debe cambiar y separarse de los vaivenes político-partidistas, pero eso requiere acción legislativa que posiblemente solo se logrará con un movimiento amplio, multi-sectorial que exija este y otros cambios fundamentales en la AEE fuera de líneas político- partidistas.
Clientes y Empleados de la AEE: Alianza por una Nueva AEE
La AEE tiene la flexibilidad de una compañía privada, pero sigue siendo una compañía eléctrica pública. Su misión es producir electricidad al menor costo posible, pero a la vez proteger el ambiente y mejorar la calidad de vida en Puerto Rico. Un propósito no puede ir por encima del otro. Tiene que buscarse un balance que responda al mejor interés del pueblo de Puerto Rico, quien es el dueño de la AEE. Por otro lado, el “Large Public Power Council”, del cual la AEE es parte, plantea “los ciudadanos tienen una voz en la política pública energética pues son los dueños de los sistemas públicos”. (http://www.lppc.org). Esa voz ciudadana ha estado ausente de las decisiones fundamentales en la AEE.
Los cambios que se requieren en la AEE son profundos y complejos. Falta un compromiso real, fuera de consideraciones particulares o político-partidistas, de parte de clientes y empleados de la AEE. Los empleados de la AEE están comprometidos con la Isla, y lo vemos por ejemplo cada vez que nos azota una tormenta. Los empleados son esenciales en el proceso de reforma de nuestra infraestructura eléctrica. Cualquier medida que provoque confrontación en asuntos secundarios desenfoca esfuerzos en resolver el problema energético grande (a menos que el objetivo sea provocar la confrontación). TENEMOS que evitar posturas divisivas que impidan colaborar, dicotomías que no abonan a la solución de conflictos. Dejemos de pensar en “nosotros” contra “ellos”, “buenos” y “malos” y encontremos mínimos comunes que nos lleven a acción concertada. Seguir con la polarización del debate público no debe ser una opción.
La estructura de compañía eléctrica pública, bien organizada, dirigida y fiscalizada, puede seguir sirviéndonos. Para lograr esto es esencial unir esfuerzos, clientes y empleados, en combatir las fuerzas internas y externas que impiden construir una nueva AEE. Puerto Rico merece la oportunidad de tener de verdad una compañía eléctrica pública que administre nuestra infraestructura eléctrica.
Las victorias individuales o sectoriales no lograrán una reforma duradera en la AEE, ningún sector lo logrará trabajando solo. Pensemos estratégicamente, formemos una alianza histórica de clientes y empleados de la AEE que no solo clame por cambios, sino que los logre, fiscalice y evalúe. Si seguimos divididos, la agenda la seguirán dictando unos pocos, y nos afectaremos todos, empleados y clientes de todo tipo. Y los que se benefician del estado actual o de soluciones temporeras seguirán bien, y nuestros desacuerdos harán de nosotros, sin quererlo, cómplices y parte de las razones para que no ocurran reformas profundas en la AEE (y volverá a subir el costo de la luz).
Es hora que cada sector asuma su responsabilidad, que el dedo no solo apunte hacia la Gerencia de la AEE, y comience a apuntar también hacia nosotros mismos, en lo que nos toque. Hablar de reformas eléctricas o protestar cuando la luz es cara no es suficiente. Hay que actuar para lograr implantar con éxito las reformas que acordemos. Unámonos como participantes activos y constantes de las soluciones al reto energético de Puerto Rico.
Comentarios Finales
En los años 30 se forjaron nuestros planes de desarrollo e industrialización, esa era la meta, y a base de eso se creó nuestra infraestructura eléctrica. En el 2012 tenemos que decidir hacia donde queremos llevar a Puerto Rico en el siglo XXI, ver dónde y cómo manejamos los asuntos energéticos, y dentro de ese plan de futuro, cuál es el nuevo rol de la red eléctrica y cómo mejorar la estructura organizacional, administrativa y técnica que maneja nuestra red, la red eléctrica de todos los puertorriqueños.
Estamos en medio de una tormenta en la AEE. Ya están llegando los vientos huracanados. Viene el huracán, ¿Cuál huracán?
Un huracán tecnológico: Diferentes tecnologías ya están disponibles que retan la manera en que planificamos, diseñamos, construimos y operamos los sistemas eléctricos. En Puerto Rico por ejemplo, con un recurso solar excelente, la gente se comienza a mover a tener sistemas fotovoltaicos en sus propios techos. Es casi inmoral seguir quemando tanto combustible fósil cuando tenemos un recurso renovable como el Sol. Los costos de estos sistemas siguen bajando. Sin embargo, la mayoría de esos sistemas requieren una red eléctrica fuerte, confiable y que apoye el uso de nuestros recursos renovables. ¿Tendremos una lucha tecnológica entre empleados y clientes? ¿O lograremos unirnos para lograr el mayor beneficio para Puerto Rico?
Un huracán político: En un año eleccionario siempre hay promesas y movidas de todos lados buscando el voto del Pueblo. Muchas promesas nunca se cumplen. Otras, al hacerse sin mucho conocimiento de la realidad de nuestra red eléctrica, representan remedios peor que la enfermedad o confusión entre los ciudadanos. ¿Cómo podremos trascender las cortinas de humo politiqueras para tener una discusión seria sobre el futuro energético de Puerto Rico?
Un huracán en la Junta: Independientemente del resultado de las elecciones para representar a los clientes, el proceso de elección de esos representantes ha mostrado que los clientes quieren un cambio en la forma en que se maneja la AEE. Le toca a esos representantes comenzar la difícil tarea de abrir esa Junta a los clientes-dueños de la AEE. Un huracán de clientes: La AEE tiene 1.5 millones de clientes, divididos entre clientes residenciales, comerciales e industriales. Todos sufrimos las consecuencias de la inacción o de acciones limitadas que han mantenido históricamente un manejo de nuestra infraestructura eléctrica cerrado, con participación ciudadana inefectiva. La reacción ante los problemas en la AEE es enfocar en lo evidente: la luz está cara. Pero después del furor de la protesta, mucha gente se apacigua con unos centavos menos en su factura de luz, y los problemas siguen sin resolverse. Se corre el peligro de lograr apoyo para alternativas que suenan “simpáticas”, pero que no atienden realmente los males de fondos en la AEE. Hay pocos espacios de encuentro para lograr discutir con seriedad y respeto problemas tan fundamentales para la Isla como el futuro de nuestra infraestructura eléctrica. ¿Podrán los clientes trascender la trillada protesta, y convertirse en un recurso energético a través de conservación, eficiencia energética y actitudes distintas en el uso de energía eléctrica? ¿Qué rol van a tener los empleados de la AEE? Un huracán desconocido: Todos aquellos asuntos ocultos al Pueblo o retos externos mundiales que pueden representar cambios dramáticos en nuestra red eléctrica.
La pregunta fundamental es ¿están listos los empleados de la AEE a enfrentar el huracán? ¿Están dispuestos los empleados de la AEE a unir esfuerzos con los ciudadanos-dueños del sistema eléctrico de Puerto Rico para discutir alternativas de cambio y construir una Nueva AEE que sea realmente nuestra? Inevitablemente el huracán llegará, tarde o temprano, y tendrá consecuencias en nuestra red eléctrica que nos obligarán a cambiar. ¿Se convertirá ese cambio en la usual pelea entre sectores o lograremos una transición dirigida por la gente con la ayuda de los empleados de la AEE por el bien de la Isla? ¿Podremos alcanzar de forma permanente el sentido de misión y compromiso después de un huracán para crear una Nueva AEE?
El huracán viene, se acerca.
Nota: Este artículo se basa en el trabajo Una Nueva AEE: Energía Eléctrica para la Sociedad Puertorriqueña del Siglo XXI (2010), disponible en http://iteas.uprm.edu/recursos.php y en “Alianza por una Nueva AEE: Transparente y de la Gente” (publicado en Claridad, Diciembre de 2011) ambos de Efraín O’Neill Carrillo.
* El autor es Catedrático de Ingeniería, UPR-Mayagüez.