Por redacción de Sin Comillas
El COVID-19 seguirá siendo una emergencia de salud pública de importancia internacional, según confirmó la semana pasada Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras la decisión tomada por el Comité de Emergencias que evalúa la evolución de la enfermedad.
El director de la OMS destacó que la actual situación es mucho mejor ahora que hace un año cuando la variante ómicron estaba en un momento álgido, pero aclaró que desde principios de diciembre aumentaron las muertes notificadas y que en las últimas ocho semanas fallecieron más de 170,000 personas
“Y eso son sólo las muertes notificadas; sabemos que la cifra real es mucho mayor. No podemos controlar el virus, pero podemos hacer más para abordar las vulnerabilidades de las poblaciones y los sistemas sanitarios”, afirmó.
Entre las iniciativas previstas, Tedros incluyó vacunar al 100% de los grupos de mayor riesgo, aumentar el alcance de las pruebas y el uso anticipado de medicamentos antivirales, adoptar medidas específicas para cada contexto cuando se produzca un aumento de los casos, mantener y ampliar las redes de laboratorios y luchar contra la desinformación.
La OMS también destacó que las enfermedades tropicales desatendidas siguen afectando de forma desproporcionada a los miembros más pobres de la comunidad mundial, principalmente en zonas donde la salubridad del agua, el saneamiento y el acceso a la atención sanitaria son inadecuados.
Coincidiendo con la celebración del Día Mundial sobre ese tipo de padecimientos, la Organización publicó un nuevo informe en el que calcula que unos 1,650 millones de personas en todo el mundo necesitan tratamiento para al menos una enfermedad tropical desatendida y que 16 países representan el 80% de la carga global de estas enfermedades.
El informe muestra que entre 2020 y 2021 disminuyó en 80 millones el número de personas que precisaron algún tipo de intervención contra las enfermedades tropicales desatendidas, y que solo en 2022 se certificó o validó que ocho países eliminaron una de estas enfermedades.
El estudio subraya la necesidad de realizar mayores esfuerzos e inversiones para corregir los retrasos y acelerar el progreso hacia los objetivos marcados en la hoja de ruta de las enfermedades tropicales desatendidas para 2030.