José Joaquín Villamil, de Estudios Técnicos, Inc. publicó esta reseña del libro “Why Nations Fail?” (“Por qué fracasan los países”) en la revista “Perspectivas” cuando se publicó el libro, hace casi 12 años. Los autores acaban de recibir el Premio Nobel de Economía y Villamil ha aprovechado la ocasión para actualizar la reseña del libro, cuyo tema económico sigue muy vigente, en particular para Puerto Rico.

Por  José J. Villamil, Estudios Técnicos, Inc.

“… while economic institutions are critical for determining whether a country is poor  or prosperous, it is politics and political institutions that determine what economic institutions a country has….There is no necessity for a society to develop or adopt the institutions that are best for economic growth or the welfare of its citizens, because other institutions may be even better for those who control politics and political institutions.”

La cita con la que comienza esta nota es de un libro publicado en el 2012: Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty, por Daron Acemoglu y James A. Robinson, catedráticos de MIT y Harvard respectivamente (Crown Business, Random House, 2012). A los autores les acaban de otorgar el Premio Nobel en Economía, en gran medida por este libro que ha sido muy influyente.

El libro se centra en el recuento de experiencias a través de todo el mundo de países que han fracasado o que han sido exitosos. La conclusión principal del libro es que el fracaso de los países es resultado de instituciones políticas que llaman “instituciones extractivas”, diseñadas para proteger a una pequeña élite que gobierna para su beneficio. Son instituciones que están diseñadas para asegurar que las élites que dominan políticamente un país, convertidas en una clase económica privilegiada, se mantengan en el poder y mantengan esa posición. El Financial Times de Londres (15/2/13) le atribuye la crisis por la que atraviesa España precisamente a que sus instituciones políticas son de ese tipo. El segundo tipo de institución -“instituciones incluyentes” – son todo lo contrario, pues están diseñadas para garantizar el respeto al estado de derecho y, además, promueven que las instituciones económicas sean para beneficiar a la mayoría y no para perpetuar a una élite en el poder.

Una discusión interesante es la que se refiere al hecho de que una vez comienza un proceso de crear instituciones incluyentes se genera un “círculo virtuoso” que las va fortaleciendo. Al respecto, el libro menciona los cambios en Inglaterra a partir de fines del siglo 17, que sentaron las bases para la revolución industrial. Lo que señalan los autores es que, en la medida que se consolida la institucionalidad incluyente, mantener el poder para beneficio de lo que llaman “narrow elites” disminuye. Por supuesto, lo contrario ocurre cuando las instituciones se crean para asegurar que esa élite mantenga el poder y, en ese caso, se crean las condiciones para un “circulo vicioso” que dificulta aún más las posibilidades de un desarrollo social y económicamente sustentable.

En resumen, de acuerdo a Acemoglu y Robinson, los países fracasan porque las instituciones políticas que le rigen son extractivas, y lo son para beneficio de una élite que las controla. El desarrollo sostenido requiere un marco institucional que sea incluyente y pluralista y que se diseñe para el beneficio de la mayoría y para proteger su derecho a las libertades de que habla A.K. Sen en su libro Development as Freedom: las libertades políticas, económicas, sociales, y las garantías de transparencia y seguridad.

Cuando se integra este análisis con el señalamiento que hizo Gunnar Myrdal hace unos sesenta años sobre lo que llamó “circular and cumulative causation” queda claro el inmenso riesgo que enfrenta una sociedad cuyas instituciones políticas son extractivas, eso es, sustraen recursos de la sociedad. Lo que sugiere Myrdal es que una vez comienza un espiral negativo que surge de esa condición, éste puede llegar a un punto desde el cual es muy difícil o imposible recuperarse. Señala, además, que el mercado actúa para profundizar el deterioro y conduce a adoptar medidas de política económica que agudizan la crisis. Por ejemplo, una vez los recaudos fiscales comienzan a disminuir, la reacción del gobierno puede ser aumentar las contribuciones, lo cual puede tener como consecuencia agudizar el “circulo vicioso”, estimulando la emigración de personas y capital.

Harvey Perloff, quien publicó en 1951 un importante libro sobre el desarrollo económico en la Isla, Puerto Rico’s Economic Future, indicó lo siguiente: “… once an area has been left behind, technically and economically, the effort to improve levels of living… involves the greatest difficulties.” Aunque Perloff está en lo correcto, y en Puerto Rico llevamos décadas de un desempeño muy pobre que culminó con la contracción de la pasada década,  aún tenemos la posibilidad de revertir el proceso de achicamiento de la economía que nos ha caracterizado. Para lograrlo, hay que aumentar significativamente la inversión productiva y hacerlo con sentido de urgencia.  Pero, sobre todo, nuestras instituciones políticas deben ser incluyentes y no extractivas.

Concluimos con una cita del libro: “… it is the political institutions that determine the ability of citizens to control politicians and influence how they behave. This in turn determines whether politicians are agents of the citizens, albeit imperfect, or are able to abuse the power entrusted to them…to amass their own fortunes and to pursue their own agendas, ones detrimental to those of the citizens.”