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Sería sensato que ahora no se pague más de lo que se habría pagado antes del huracán, porque sino sería un rescate implícito a los bonistas

Por Luisa García Pelatti

El Plan Fiscal certificado por la Junta de Control Fiscal incluye proyecciones que son excesivamente optimistas. Si esas proyecciones se utilizan como medida de la capacidad efectiva de pago, se va a sobrestimar la capacidad de pago de la deuda, advierte Martín Guzmán, experto en crisis de deuda. El riesgo es que se termine haciendo una reestructuración con una quita de deuda menor que la necesaria, con lo que se habría hipotecado la posibilidad de una recuperación económica sostenida, explica Guzmán, que el año pasado dirigió un proyecto de análisis de deuda comisionado por Espacios Abiertos, y que hoy estuvo en una mesa redonda para analizar el Plan Fiscal certificado por la Junta de Control Fiscal.

La llegada de los huracanes obligó a actualizar el Plan Fiscal, pero tanto el Plan Fiscal presentado por el Gobierno como el certificado por la Junta de Control Fiscal asumen que los huracanes tendrán un efecto positivo en la economía, en el escenario base, antes de cualquier reforma. “Modelan al huracán María como un ejercicio netamente positivo. Eso es excesivamente optimista”, indica Guzmán. Lo que plantean es que la economía va a estar mejor de lo que hubiera estado antes del huracán.

Otro aspecto mencionado por el experto tiene que ver con las políticas de austeridad, que aunque considera que son inevitables en el contexto actual de ausencia de acceso a los mercados de capital, opina que se están subestimando sus efectos. “El problema es que se subestime el impacto de esas políticas (de austeridad) y que, en caso de que se obtengan superávit fiscales primarios, se usen para pagar deuda antes de que haya una reestructuración de la deuda”, señala el investigador en la Escuela de Negocios de Columbia University en Nueva York.

Además, el Plan Fiscal certificado es excesivamente optimista sobre las consecuencias de las reformas estructurales. “Es difícil pensar que las políticas van a tener un efecto expansivo sin antes resolver otros problemas. Es excesivamente optimista decir que las reformas estructurales solo tendrá un efecto positivo sobre la tasa de crecimiento”.

El Plan Fiscal es ambiguo sobre el pago de la deuda. No da una cifra específica. Lo que está claro es que sin la reestructuración de la deuda es imposible que la economía de Puerto Rico pueda recuperarse. Para eso se creó la Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico (PROMESA, por sus siglas en inglés). “La creación de PROMESA responde a eso”, indica Guzmán. Pero la reestructuración de la deuda, por sí sola, no es suficiente. “La reestructuración de la deuda sin un marco adecuado era imposible. El objetivo central del Plan Fiscal debe ser proponer una plataforma que siente la bases de una reestructuración adecuada”.

El Plan Fiscal presentado en marzo del año pasado “no sentaba las bases para llevar a cabo una reestructuración. Era un plan fiscal fallido, basado en supuestos que no estaba alineándose con lo que la teoría económica y la evidencia empírica sugiere que es sensato”.

Lo que sí incluye el Plan Fiscal certificado es un análisis de sostenibilidad de deuda. Para ello analizaron varias métricas de la carga de la deuda en los 50 estados de Estados Unidos y se obtuvo un rango muy amplio que va de lo mínimo y lo máximo que pagan los estados. “El límite inferior se acerca a lo que Puerto Rico puede pagar”, indica Guzmán, que opina que la reestructuración debe incluir una quita de alrededor del 90% de la deuda pública que asciende a $72,000 millones.

Pero el riesgo de usar el límite superior es que la proyección es muy optimista. “Hay una ambigüedad muy grande de lo que puede pagar Puerto Rico y queda la puerta abierta para cualquier cosa. Sigue estando el riesgo de que la ayuda federal termine cayendo en manos de la acreedores”.

“Lo que sería sensato es que ahora no se pague más de lo que se habría pagado antes del huracán porque sino sería un rescate implícito a los bonistas”, apunta. Defiende que no se haga ningún pago de deuda hasta que se finalice la reestructuración y que los pagos estén atados a la recuperación de la economía, así se evita que se pague la deuda con ayuda federal.