Opinión
Por José J. Villamil*
La contestación corta es que sirven para muy poco.
La contestación larga es un poco más complicada. Sí tienen alguna utilidad si se tiene confianza en los supuestos que sustentan la proyección y se entienden las limitaciones que tiene el PNB como medida de recuperación económica. El nivel de incertidumbre en nuestro entorno es tan alto que, si no se es explícito en cuanto a los supuestos que subyacen la proyección, y no se hace mención de los riesgos, el por ciento de crecimiento por sí solo dice muy poco. Entre las limitaciones del PNB se encuentran las siguientes: no nos dice cómo se distribuye, en qué partes de la Isla hay o no hay crecimiento, cuáles son los costos sociales y ambientales de ese crecimiento, ni de dónde surge el crecimiento, si es por aumentos en consumo o por aumentos en inversión productiva. Sin tener esa información el crecimiento en el PNB dice muy poco.
¿Cuáles son los factores – además del tema del COVID – que definen la incertidumbre que permea las proyecciones económicas?
Primero es lo relacionado a la situación geopolítica global y como su volatilidad impacta la economía. Aquí se incluyen factores tales como el precio de materia prima, por ejemplo, el petróleo, pero hay otros que tienen que ver con la estabilidad de mercados y los canales comerciales en una economía en que las cadenas de abasto globales son muy vulnerables.
Segundo, otra condición que introduce un elemento de incertidumbre es lo relacionado a las leyes y programas federales que impactan directamente a Puerto Rico, tanto en lo que concierne a la infraestructura (“Build Back Better”) como en los programas sociales. El tranque en el Congreso no permite tener una idea clara de lo que eventualmente se aprobará y las condiciones que le caracterizarán.
Tercero, no está nada claro lo que ocurrirá con la inflación. Si bien el debate de si es un fenómeno temporero o permanente se inclina hacia lo segundo, no es menos cierto que no se sabe la magnitud de dicha inflación, ni con precisión las respuestas de la Reserva Federal al problema, más allá de su anuncio de tres aumentos en las tasas de interés en el 2022.
Cuarto, la velocidad con la que se desembolsan y se inviertan los fondos de CDBG-DR y CDBG-MIT es otro factor que es difícil de constatar pues entran muchos elementos en su determinación, desde la capacidad de absorción de dichos fondos, hasta la agilidad de los procesos pertinentes, tanto locales como federales.
Quinto, siempre hay que considerar lo que se han llamado eventos “cisne negro”, que surgen inesperadamente y tienen consecuencias importantes. ¿Por qué se llaman “cisne negro”? La razón es que se pensaba que no hay cisnes de ese color y, sorpresivamente, aparecieron unos. Un ejemplo de un evento de ese tipo sería la eliminación de la Sección 936 en los noventa, algo que nadie esperaba, ni siquiera los cabilderos de Puerto Rico en DC en ese momento.
Los factores mencionados no son los únicos, hay otros que impactan las proyecciones puntuales y su utilidad. Aparte del nivel de incertidumbre del momento actual, no es menos cierto que por su condición de ser una economía muy abierta y, además, por ser lo que los economistas llaman un “Price taker”, una economía que tiene poco o ningún poder para influir en los mercados de los cuales depende, el nivel de riesgo de cualquier proyección es altísimo. Por esa razón es preferible construir escenarios basados en distintos supuestos sobre el contexto externo de Puerto Rico, sin dejar fuera de la ecuación a factores internos que pueden tener un impacto importante. Hacer proyecciones utilizando únicamente referencias a los factores locales, sin embargo, puede conducir a error. Por eso es tan importante entender con precisión los cambios en ese entorno y lo que implican para Puerto Rico, algo aún más importante si se trata de proyecciones a más largo plazo.
- El autor es presidente de la Junta de Directores de Estudios Técnicos, Inc.