Por Luisa García Pelatti
Disculpen que sea tan ruda, pero los acontecimientos recientes muestran que, a pesar de la advertencia, no hemos entendido lo que se nos viene encima. La posibilidad de que las agencias clasificadoras degraden la deuda de Puerto Rico es real y no una estratagema de los políticos para imponer más contribuciones. Si no se aprueban las medidas necesarias para reducir el déficit presupuestario antes del 30 de junio, la degradación va. Y las consecuencias serán de tal magnitud que los últimos años de crisis parecerán un fiesta en comparación con lo que se avecina.
Y mientras, políticos y líderes del sector privado han ofrecido un espectáculo bochornoso. “No a mí, a mi no, no, no no…”. De esta crisis salimos todos juntos, haciendo sacrificios o no sale nadie. Es hora de que nos demos cuenta. Si no estamos dispuestos a hacer sacrificios, todos, consumidores, empresarios, políticos, entonces nos merecemos la degradación, porque sólo así aprenderemos la lección. Y lo haremos de la forma más dura, como han aprendido otros país como España, Chile, etc. Parece que sólo si llegamos al fondo seremos capaces de aprender a ceder, a llegar a acuerdos, a pensar en el bien de Puerto Rico y no en nuestros propios intereses.
La culpa, en parte, es del Gobierno. Porque no ha sabido y no ha querido explicar el verdadero alcance de la situación. Es una estrategia dual de comunicación que desconcierta. Por un lado, están la Secretaria de Hacienda y el Presidente del Banco Gubernamental de Fomento buscando soluciones y explicando la situación y presentando soluciones. Por otro el Gobernador quitándole hierro a la crisis (“la crisis terminó”, llegó decir a esta periodista); y por otro los Legisladores que dan muestras de no entender la urgencia de buscar una solución.
Y eso que sólo hablamos del presupuesto. Queda poco más de un mes para resolver el otro gran problema: la deuda de la Autoridad de Carreteras con el Banco Gubernamental de Fomento. Resolver cómo se va a pagar una deuda de más de $2,000 millones también encontrará oposición en el sector privado. ¿Podremos hacerlo todo antes del 30 de junio?
Como explicaba el economista Juan Lara esta semana: el impacto de los cambios propuestos son como una picadura de mosquito comparado con la embestida de un toro que sería la degradación. ¿Todavía hay alguien que no entienda la diferencia?