Por Roberto Orro*
En los últimos días, varios expertos han evocado el Plan Marshall, el histórico paquete de rescate económico de Estados Unidos a la Europa de la postguerra. La debacle de la ya debilitada economía de Puerto Rico a causa del huracán María sugiere que una nueva versión del Plan Marshall sería imprescindible para asegurar la reconstrucción económica de la Isla.
Sin embargo, es pertinente recordar que antes del Plan Marshall fue necesario liberar a Europa de la bota nazi. Años antes de la puesta en marcha del Plan Marshall, los Estados Unidos y sus aliados tuvieron que lanzar una gigantesca operación de desembarco por mar y tierra en Normandía para iniciar la liberación de Francia y otros países de Europa.
La prioridad para Puerto Rico en estos momentos no es un Plan Marshall, sino una versión boricua de la operación de Normandía, una operación que libere a Puerto Rico del terrible yugo de la oscuridad y la falta agua que lo oprime y lo tiene al borde la asfixia. Necesitamos urgentemente un colosal desembarco, por mar y tierra, de equipos, camiones, brigadas de linieros y generadores, del gobierno federal y de otros estados. Nos urge ver en el cielo de la Isla más helicópteros Skyhawk llevando equipos y personal de trabajo a los lugares más remotos.
A casi un mes del paso de María, los avances en la energización de la Isla han sido mínimos y no más del 10% de los clientes de la Autoridad de Energía Eléctrica reciben el servicio. El restablecimiento de la energía eléctrica se mueve un paso adelante y uno atrás. El gobierno, ciertamente rebasado por la magnitud del colapso de la red eléctrica, ha establecido unas metas más agresivas, pero no queda claro cómo piensa lograrlas. Peor aún, ahora somos testigos de un bochornoso espectáculo en el que las autoridades y los profesionales e ingenieros locales no se ponen de acuerdo sobre aspectos claves para el restablecimiento de la energía eléctrica.
Cada día sin luz significa más penurias y vicisitudes presentes y mayores costos futuros. Otro día que pasa sin luz de la Autoridad representa más negocios quebrados y cuantiosas pérdidas que hacen más letal la adversa reacción en cadena que ya se inició en la economía local. Se torna nuestra situación más delicada e incluso peligrosa, pues nuestra supervivencia ha sido posible gracias a miles de plantas privadas, muchas de los cuales ya han empezado a fallar, por no mencionar el descomunal costo en combustible por mantenerlas en operación.
El costo de una Normandía boricua es elevado, pero cualquier demora o ahorro de recursos en el presente va a redundar en mayores costos a la postre. Los gobiernos federal y estatal deben tener claro que la mejor opción, humanitaria y económica, es lanzar una agresiva operación y desplegar, de una vez y por todas, los recursos necesarios para librar a Puerto Rico de la oscuridad. Sólo así ganaremos todos.
- El autor es economista y consultor independiente