Por José G. García López*

A dos años de que nos azotara el Huracán María que nos provocó daños y pérdidas por más de $100,000 millones, el país sigue en un proceso de recuperación rezagado, según indicáramos en nuestra columna anterior. El gobierno central y los municipios han acusado al Gobierno Federal y FEMA por el lento proceso burocrático en que se ha ido desembolsando los fondos asignados para la reconstrucción. A pesar de ser esto cierto y aceptado por los propios organismos del Gobierno Federal, también resulta ser muy cierto que en estos dos años se ha notado una ausencia marcada de el Banco Gubernamental de Fomento (el Banco) como instrumento financiero para facilitar la reconstrucción de la Isla.

Siendo el Banco el agente fiscal, asesor financiero y la principal institución prestataria del gobierno central, las corporaciones públicas y los municipios; proveía financiamientos interinos y permanentes. Particularmente el Banco prestaba a las entidades públicas para llevar a cabo proyectos de mejoras capitales (infraestructura de carreteras, acueductos alcantarillados, energía eléctrica, etc). Las agencias y municipios les sometían sus planes de mejoras capitales y el Banco los evaluaba y proveía un préstamo interino o permanente que les permitía comenzar la obra de forma inmediata. En ciertas ocaciones se usaba como fuente de repago o colateral una garantía de el Gobierno Federal. Además las tasas de interés que el Banco les aplicaba a sus préstamos eran más competitivas que las ofrecidas por la banca privada. A parte de que sus oficiales les proveían su asesoramiento técnico sin cobrar por estos servicios.

En el caso particular de situaciones de emergencia nacional o eventos catastróficos como huracanes e inundaciones; los jefes de agencias y los alcaldes recurrían al Banco a solicitar un préstamo de emergencia y se les adelantaban los fondos conforme a su margen prestatario y que FEMA les reembolsaba. De esta forma, tanto el gobierno central como los municipios podían atender de forma inmediata y efectiva sus compromisos con sus constituyentes y se adelantaba el proceso de reconstrucción. Recuerdo que cuando ocurrió el Huracán Hugo (1989) el Banco no solo proveyó de forma diligente los préstamos a los municipios y a las agencias sino que fue responsable de realizar un estudio económico sobre la valorización de los daños y el impacto macroeconómico.

Lamentablemente el país ya no cuenta con esta institución de vanguardia que le sirvió con por más de setenta años de forma exitosa y efectiva, a la vez de que fue   responsable de gran parte del desarrollo socioeconómico que hemos alcanzado. Ha sido desafortunado para nuestro país que los políticos destruyeran este valuarte que nos dejaron las generaciones visionarias del pasado. Ahora viendo el angustioso proceso de recuperación post Huracán María y el país no contar el Banco,- el  cual fue reconocido siempre a nivel nacional como único en su género, podemos darnos cuenta de su importancia vital y estratégica para momentos difíciles como los que estamos viviendo. Como empleado que fui por más de dos décadas de esta institución y estudioso del proceso de desarrollo económico, tengo que concluir que será muy difícil para nuestro devenir histórico no contar con la participación del Banco. Por eso termino citando aquel lema que aprendimos muchos allí que decía: El Banco es el Banco!!!!

Que Dios nos coja confesaos!

  • El autor es economista y profesor adjunto del Departamento de Economía y Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.