Por José E. Pérez*
¿Qué motivaciones tienen los legisladores disidentes del Partido Popular Democrático (PPD) para quebrantar los esfuerzos de mejorar la situación fiscal y económica de este pueblo? ¿Será por ignorancia financiera o por deseos de obstruir? Analicemos el daño y alcance de sus posturas.
El primer acto de disidencia comenzó cuando se negaron a votar por la “crudita”. Inicialmente, cuando se conceptualizó la legislación para el impuesto del petróleo, había posibilidades de mejorar la liquidez del Banco Gubernamental de Fomento (BGF) mediante una emisión de bonos garantizados con la “crudita”. Luego de varios meses de análisis y consideración, finalmente los legisladores disidentes votaron en contra del proyecto. El impuesto se aprobó gracias al voto de un legislador de la oposición. La disidencia institucionalizada por el grupo de disidentes ha creado una enorme desconfianza en los inversionistas. Como consecuencia, los mercados de capital están prácticamente cerrados para Puerto Rico. Este grupo es responsable de la pérdida de lo que pudo haber sido una excelente fuente de financiamiento.
Desde febrero, la administración comenzó a discutir un cambio en nuestro sistema contributivo con el fin de aumentar los ingresos y desarrollar una mejor distribución de la carga impositiva. Nuevamente, el grupo disidente pone en marcha su maquinaria oponiéndose a la legislación presentada por el Gobernador. Finalmente, votan en contra de la legislación. Luego se aprueba una legislación similar de menor alcance económico. Nuevamente le llevan un mensaje negativo a los inversionistas. No hay consenso para lidiar con los problemas financieros que confrontamos. Se limitan las pocas opciones que tenemos para salir adelante.
Y ahora, el colmo de los colmos. La Cámara de Representantes no tiene los votos para el proyecto que inyectaría $1,900 millones en liquidez al BGF. ¿Qué es lo que buscan? ¿La quiebra de Puerto Rico? ¿Cómo es posible que exista tanta ignorancia de los mercados de capital y del mundo financiero?
Algunos sugieren que se re negocie la deuda para salir del hoyo. Estos carecen de un mínimo entendimiento de lo que conlleva el renegociar la deuda. Las implicaciones negativas para Puerto Rico serían desastrosas. En un escenario de incumplimiento (“default”) de la deuda, se desatarían complicadas y extensas batallas legales entre los bonistas y el gobierno. Estaríamos a la deriva por largos meses. Es posible que las corporaciones públicas que entren en incumplimiento sean manejadas por síndicos cuyo interés primordial sería el de proteger los intereses de los bonitas. El impago de la deuda mantendría a Puerto Rico sin acceso a los mercados de capital por largos años. Como consecuencia, estaríamos sujetos a sacrificios financieros jamás imaginados.
Desde el punto de vista político, el impago de la deuda podría afectar adversamente el movimiento estadista. No puedo visualizar que el Congreso de los Estados Unidos apruebe un proyecto de estadidad para Puerto Rico cuando no podemos cumplir con nuestras obligaciones. Mantener un buen crédito es esencial para el mejoramiento de nuestra economía. No tenemos otra alternativa que agarrar el toro por los cuernos y tomar todas las decisiones que sean necesarias para recobrar nuestra salud financiera y económica a la mayor brevedad posible.
* El autor es analista financiero.