Grecia se ha quedado atascada en un círculo vicioso de la competitividad de la insolvencia, y la única forma de escapar, es declarar una quiebra ordenada, abandonar el euro de forma voluntaria y regresar al dracma. Eso es lo que opina Nouriel Roubini, presidente de Roubini Global Economics y profesor de Stern School de la Universidad de Nueva York.

Roubini opina que aunque Grecia recibe ayuda significativa a su deuda pública el problema es que la economía no puede volver a crecer a menos que recupere de forma rápida su competitividad. Y, sin crecimiento económico, sus deudas se mantendrán de forma insostenible. El problema es que cualquier opción para restaurar la competitividad va a requerir una depreciación de la moneda.