Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov. (Ill. Niklas Elmehed Nobel Prize Outreach)

Por redacción de Sin Comillas

La Real Academia de las Ciencias de Suecia concedió el Premio Nobel de Química a Moungi G. Bawendi (París, 1961), Louis E. Brus (Cleveland, Ohio, 1943) y Alexei I. Ekimov (antigua Unión Soviética, 1945), por el descubrimiento de los puntos cuánticos, los componentes más pequeños de la nanotecnología, que sirven para iluminar las pantallas de las computadoras, televisores y lámparas basadas en tecnología QLED, pero que también sirven para guiar a los cirujanos cuando extirpan tejido tumoral, entre otras muchas aplicaciones.

Los físicos sabían desde hacía mucho tiempo que, en teoría, en las nanopartículas podían surgir efectos cuánticos que dependían del tamaño, pero en aquel momento era casi imposible reflejar en nanodimensiones. Por lo tanto, pocas personas creían que este conocimiento se pudiera poner en práctica.

Sin embargo, a principios de los años 1980, Alexei Ekimov, nacido en la antigua Unión Soviética, y que trabaja como científico jefe de Nanocrystals Technology Inc. de Nueva York, logró crear efectos cuánticos dependientes del tamaño en vidrio coloreado. El color procedía de nanopartículas de cloruro de cobre. Ekimov demostró que el tamaño de las partículas afectaba al color del vidrio mediante efectos cuánticos.

Unos años más tarde, el estadounidense Louis Brus, profesor de la Universidad de Columbia, fue el primer científico del mundo en demostrar efectos cuánticos dependientes del tamaño en partículas que flotan libremente en un fluido.

En 1993, el francés Moungi Bawendi, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), revolucionó la producción química de puntos cuánticos, dando como resultado partículas casi perfectas. Esta alta calidad era necesaria para que pudieran utilizarse en aplicaciones.

La Real Academia de Suecia señala que los puntos cuánticos aportan beneficios a la humanidad. Creen que en el futuro podrían contribuir a la electrónica flexible, sensores diminutos, células solares más delgadas y comunicación cuántica cifrada, por lo que acabamos de comenzar a explorar el potencial de estas partículas diminutas.