Por Luisa García Pelatti
Durante la recesión de 1975, el economista James Tobin ofreció varias recomendaciones para hacer frente a la crisis. No hemos seguido ninguna de estas recomendaciones, asegura Heidie Calero, presidenta de H Calero Counsulting en su publicación Economic Pulse (“Lessons Puerto Rico Has Not Learned”). Por otro lado, dice que tampoco hemos aprendido de la experiencia de la ciudad de Nueva York, que tuvo problemas para hacer frente a su deuda en 1975.
Tobin recomendó que (1) la deuda no debe crecer más rápido que el crecimiento nominal del Producto Nacional Bruto (PNB);(2) que el crecimiento de la deuda no fuera superior a un promedio anual de entre $150 millones y $250 millones; (3) que los gastos operacionales se cubran con ingresos operacionales; y (4) Puerto Rico debe generar suficiente ahorro interno para reemplazar a la necesidad de financiamiento externo para financiar la inversión necesaria para el crecimiento económico.
De las últimas tres crisis económicas (1975, 1982-1984 y 2006-2013), la última ha sido la peor, aunque todas las anteriores contribuyeron a crear un déficit que creció de forma acelerada a partir del 2000.
“Con la excepción de la caída de 0.3% en el crecimiento de PNB en 2002, Puerto Rico experimentó un crecimiento positivo entre 1984-2006. Pero las cosas no estaban bajo control”, advierte Calero. La deuda pública se utilizaba frecuentemente para financiar los déficits del gobierno central.
Ahora se ha declarado una emergencia fiscal, se han establecido nuevos impuestos por $2,500 millones para hacer frente al déficits fiscal que está fuera de control.
La deuda ha crecido hasta $73,500 millones o $28,200 millones entre 2005 y 2013.
La crisis de Nueva York en 1975 ofrece lecciones también para Puerto Rico. La ciudad estuvo a punto de la quiebra, con un déficit de casi $2,200 millones. Se evitó la quiebra in extremis cuando “todas las partes acordaron compartir el dolor”.
Las uniones aceptaron utilizar los fondos de retiro para respaldar los préstamos a la ciudad y de esa forma evitar la quiebra. La ciudad creó una junta de emergencia para el control financiero para supervisar el presupuesto, evaluar el plan financiero de tres años y aumentar los cargos por servicios. A Nueva York le tomó 16 años poner la casa en orden, con la ayuda del gobierno federal.
“Necesitamos un plan financiero de cinco años en el que los bonistas acepten extender la madurez de los bonos a tasas más bajas, idealmente garantizado el Departamento del Tesoro. ¿Por qué no ser valiente y probar?