Por Emmanuel Ramírez, AIA*
Constantemente se presenta en la industria de la construcción el tema ecológico como la estrategia del mercado actual para mejorar el maltratado negocio. El presentar alternativas y equipo que puedan reducir el consumo energético, como calentadores solares, placas fotovoltaicas, o turbinas de viento, se interpreta como el valor añadido al que debe aspirar todo cliente. No obstante, la industria de la construcción se asoma a otro revés, pues aplicar las reglas consumeristas al diseño y la construcción afecta enormemente el desempeño verdadero de nuestros edificios. Estas reglas consumeristas las vemos diariamente, por ejemplo, si queremos rebajar compramos la pastilla en lugar de llevar una alimentación o estilo de vida sano; nos quejamos de la gasolina pero compramos el auto por cómo se ve, o cuánto aparenta, no por su desempeño.
La misma tendencia de adquisición impulsiva, sin realmente entender los problemas del entorno construido, afecta nuestra industria y modelos de hacer negocio grandemente. Ciertamente, el no entender los problemas del entorno construido, puede llegar a afectar negativamente nuestra industria y modelos de hacer negocio grandemente. La instalación de equipos y accesorios a un edificio no necesariamente brindan el ahorro o valor añadido que el cliente busca, o que el contexto ambiental requiere. La aplicación de productos “verdes” sin tener un modelo de negocio cónsono con las iniciativas en favor de la ecología (que incluye la adaptación eficiente del diseño y el proceso de construcción), podría reducir el desempeño deseado en la edificación. Ciertamente la aplicación de productos “verdes” sin tener un modelo de negocio consistente con las iniciativas en favor de la ecología, puede llegar a afectar principalmente la costo-efectividad de la obra. Esto se debe a que varias tipologías de edificios se han diseñado basadas en métodos para reducir el tiempo de la construcción pero no se fundamentan en la eficiencia del uso de sus materiales y la adaptación del diseño a las condiciones climáticas del lugar. Por lo tanto, el edificio resulta ser más caro, más aún si se suma el uso de iluminación y aire acondicionado por no optimizar previamente su diseño al clima para entonces dar la estocada final, que es pretender amortiguar el consumo con sistemas sustentables. Hoy en día, estos sistemas suelen ser muy costosos para poder mitigar la alta dependencia energética del edificio. En resumen aumentamos el costo en un 25% sobre un costo inflado por la economía.
Por lo tanto, debemos alejarnos de la pre-concepción de la ecología como la adquisición de productos etiquetados como “verdes”. Los profesionales de la industria tienen que comenzar a trabajar de forma integrada. Históricamente, la construcción como negocio se compone de la agrupación de profesionales con el objetivo de crear un proyecto. No obstante, ya sea por protagonismo o tratar de emular sistemas burocráticos, se limita la labor a “hacer lo que me toca” y no a la discusión de ideas. Al final siempre se afecta la obra y principalmente al cliente. La situación actual amerita desarrollar modelos de negocios inclusivos e integrales para cada proyecto. Cada oficina de diseño y desarrollo de proyectos de construcción requiere convertirse en un espacio de investigación fundamentado en la eficiencia y la responsabilidad social. El poder hacer un proyecto eficiente durante su desarrollo y construcción, con el fin de obtener una solución ecológica y costo efectiva en principio, requiere de la evolución de nuestro modelo de negocio actual.
Existen modelos que fomentan la integración y colaboración de agentes (consultores, contratistas, desarrolladores, cliente), pero algunos se limitan a cómo hacer el trabajo mas rápido y por consiguiente generar mayor ingreso. Así mismo, la iniciativa se limita en ser una herramienta de ejecución cuyo resultado sobre el proyecto culmina con el mismo problema de ineficiencia. Sin embargo, utilizar un espacio de investigación responsable dentro del proceso de diseño, puede tomar tiempo adicional al que estamos acostumbrados. ¿Pero qué si durante el desarrollo investigativo el diseño se optimiza en el uso de sus materiales, terminaciones y utilidades traduciéndose en una obra costo efectiva? ¿Qué si otros profesionales de otras disciplinas se unieran para lograr la reducción del consumo de hormigón (nuestra materia prima) hasta un 15% menos que la construcción típica? Esta reducción equivaldría a rebajar el 20% del costo total de la obra y a reducir la huella de monóxido de carbono hasta en 3 toneladas por proyecto. Articular nuestros procesos en modelos de integración añadiría mayor valor a nuestros servicios, mejorando el desempeño de la obra y manteniendo un costo del inmueble dentro de los parámetros del mercado y con un valor añadido real. La industria de la construcción tiene la capacidad de utilizar la eficiencia como la estrategia real hacia la construcción ecológica que se requiere en la actualidad.
En conclusión, como profesionales tenemos un gran campo por recorrer donde la eficiencia y la inclusión del peritaje apropiado, logrará la viabilidad de proyectos con resultados sustentables. El discurso ecológico, suena bien, pero si no se construye nunca disfrutaremos del ambiente construido al que aspiramos.
* El autor es arquitecto y bloguero