SERIE: El precio de hacer deporte en el sistema público
Recursos limitados, maestros sobrecargados de trabajo y espacios recreativos abandonados son parte de los retos que enfrenta un programa académico que por años ha sido cantera de talentos y medallas para Puerto Rico.
Por José M. Encarnación Martínez | Centro de Periodismo Investigativo
Cuando se juega baloncesto en la Escuela Superior Dr. Juan José Manuez Pimentel en el pueblo de Naguabo, Rodiel Robles, que cursa el undécimo grado, se motiva. “La escuela es todo el tiempo lo mismo”, dice el chamaco. Tiene puesta la camisa del último quinteto que representó al plantel en un torneo interescolar. Rodiel, que está sentado en un banco de la cancha, tiene el nombre de su escuela en el pecho. Son casi las seis de la tarde de un miércoles.
“[En Naguabo] no hay equipos de baloncesto, solo el de la escuela, y cuando lo hacen, eso es lo que me motiva a venir más [a tomar clases]. Aunque no me guste venir a estudiar, trato de hacer el balance [cuando hay baloncesto]”, cuenta.
Y es que con una bola de baloncesto en las manos, Rodiel se transforma. Pero en la cancha donde juega la educación física con el Departamento de Educación (DE) el balón presupuestario no entra al canasto.
El Programa de Educación Física en las escuelas públicas recibe anualmente cerca de $400,000 del presupuesto del DE, que en 2023-2024 fue de $2.6 mil millones. Es decir, solo un 0.015% del presupuesto de la agencia va a educación física. Si se divide ese número por 851 escuelas, se trata de menos de $500 anuales por cada plantel, encontró el Centro de Periodismo Investigativo (CPI).
Este año, el Programa de Educación Física operó con una reducción de 15% en su presupuesto en comparación a los fondos asignados en el 2021. El presupuesto, $359,700, debe ser distribuido para atender las necesidades de todas las escuelas, que de acuerdo con la Ley 85 de Reforma Educativa de 2018 tienen que garantizar un mínimo de tres horas semanales de educación física a todos los estudiantes.
El CPI denunció en 2022 que, a cuatro años de la Reforma Educativa, el DE no tiene un proceso único para calcular el costo por estudiante. La Ley 85 estableció que no menos del 70% del presupuesto de la agencia debía dirigirse a los “servicios directos” en las escuelas públicas.
Luego de dos años incumpliendo con la exigencia de enviar informes sobre la distribución de sus fondos a la Asamblea Legislativa, el DE entregó información en febrero de este año luego que el representante del Movimiento Victoria Ciudadana, José Bernardo Márquez, demandó a la agencia. Según los documentos entregados, el DE asegura que destinó más del 70% de su presupuesto de fondos federales, del fondo general y de fondos especiales estatales a sus estudiantes a partir del año fiscal 2018-2019. El legislador señaló que la Comisión se encargará de validar esa información.
En tanto, la organización sin fines de lucro Espacios Abiertos indicó que realizó un análisis de los datos entregados por el DE y concluyó que la agencia sólo ha asignado entre el 57.5% y 63.5% de su presupuesto consolidado a proveer servicios directos a los estudiantes.
El presupuesto anual del Programa de Educación Física se usa, en su mayoría, para compra de premios y reconocimientos a atletas destacados, materiales de oficina, equipo tecnológico, pago de arbitraje y transportación, así como los materiales básicos que se alcance cubrir con el dinero asignado. Este menguado presupuesto provoca que haya maestros sin balones suficientes o con materiales rotos.
El calendario deportivo del Programa de Educación Física maneja sobre 10 disciplinas al año, por lo que el apoyo de instituciones externas, como las federaciones deportivas, se vuelve indispensable para su existencia. Es un apoyo que no es recurrente, de manera que mantiene el programa en un estado de vulnerabilidad y limitación constante.
Por ejemplo, actualmente la Federación Internacional de Fútbol Asociación, (FIFA en inglés) ,a través del Programa FIFA Football for Schools, se encarga de todo lo relacionado al fútbol escolar por medio de la Federación Puertorriqueña de Fútbol, incluyendo la cobertura del arbitraje. Sin ese apoyo, difícilmente se jugaría fútbol en el sistema público.
El CPI supo que desde el 2021 el DE sometió un plan para usar cerca de $38 millones de fondos federales de emergencia para la compra de equipo y material deportivo a través del Programa de Educación Física. Educación federal lo aprobó en noviembre de ese mismo año. Fue una cifra récord para ese programa. El Proyecto Active Zone consiste en adquirir materiales, equipos tecnológicos y deportivos para todos los maestros de educación física y educación física adaptada con el fin de atacar la inactividad física a causa de los pasados desastres naturales. Se entregaron 846 paneles electrónicos para integrar la tecnología, pero todavía no se han comprado los materiales y equipos deportivos, aunque según la agencia, desde el año pasado “pasaron por el proceso competitivo y se encuentran en el proceso de contratación”. El plan para el uso de estos fondos de emergencia vence el 30 de septiembre de 2024, informó la agencia.
El Programa de Educación Física se divide en tres fases: académica, que se limita al curso como asignatura requerida en todos los niveles y grados; intramural, que organiza y desarrolla actividades para estudiantes de una misma escuela; y la interescolar, para actividades de carácter competitivo entre dos o más escuelas. Aún sin tener una cancha en condiciones óptimas y con todas las limitaciones que por años los han obligado a trabajar con lo mínimo, la Escuela Superior Dr. Juan José Maunez Pimentel, en Naguabo, atiende todas las fases del Programa de Educación Física.
Por ejemplo, ahora mismo los estudiantes participan en un torneo intramural de baloncesto. Son equipos de tres jugadores. Compiten luego de las 3:00 de la tarde. El maestro funge como árbitro. Es parte de las actividades de horario extendido, aunque también se juega durante el mediodía.
“Estamos haciendo una competencia entre nosotros de baloncesto “tres pa’ tres” para compartir como familia, pasarla bien”, le dijo al CPI Alexis Hernández, estudiante de duodécimo grado. “Distrayendo un poco la mente, eso es lo importante”, añadió Luis Miguel García Santiago, estudiante de décimo.
Esa realidad se combina con los retos de infraestructura en muchos planteles, donde apenas hay facilidades aptas. Los estudiantes se encargaron de circular imágenes en las redes sociales, que en estos días se convirtieron, por ellas mismas, en un salón de clases para todo aquel que las vio.
“Actualmente, por nuestra protesta, están construyendo nuestra cancha a [casi] ocho años del huracán María”, expresó en su cuenta de Tik Tok, el estudiante de la Escuela Gilberto Concepción de Gracia, en Carolina, Gian del Rey.
@giandellreyyyyMe uno a los reclamos de los compañeros estudiantes. Es vital que como jovenes nos expremos y hagamos sentir nuestra voz. Si es necesario tener que grabar todas las escuelas para que las arreglen así se hará. Nosotros en la Gilberto protestamos y ya nos están arreglando la cancha ¿o fue pura casualidad otra vez?♬ sonido original – Gian Del Rey
Moliendo vidrio con el pecho
La cancha de la Escuela Superior Dr. Juan José Maunez Pimentel, en Naguabo, es también un salón de clases. Pero es un aula deficiente en la que los estudiantes juegan baloncesto en un solo canasto y donde sentarse en los bancos o jugar a cancha completa es un peligro. Una de las columnas que sostiene parte del techo de la cancha está desprendida hace seis años, como consecuencia del huracán María. Aún así, aquí se juega y se estudia porque en el Municipio apenas hay facilidades aptas para hacer deporte.
Justo cuando empieza el semestre escolar, la amenaza en este plantel persiste a pesar de las múltiples gestiones para resolverla que durante estos últimos años ha hecho la facultad y su directora, Rosa A. Rivera Jaime, con la Región Educativa de Humacao del DE y la Autoridad de Edificios Públicos.
El ingeniero José M. Green Ruiz inspeccionó la escuela el 23 de enero de 2020 luego de los temblores que sacudieron a Puerto Rico, y recomendó abrirla parcialmente. Instruyó a “entrar al área de la escuela y salones, pero no a la cancha bajo techo”, según el documento oficial. Dentro del plantel casi no hay áreas verdes. En el patio interior predomina el cemento. La entrada principal lleva años clausurada. Sin la cancha, pasar un día en los pasillos o bajo el sol es una misión de mayores proporciones en un país en que las temperaturas han ido elevándose.
Para usar la cancha se requiere “fijar y reforzar” las rejas de acero y sus columnas que están sueltas desde el huracán María, advirtió el ingeniero Green Ruiz tras una inspección de la escuela completa que reflejó vulnerabilidad sísmica por el diseño de columnas cortas en los salones.
La Escuela Maunez Pimentel es la única superior de Naguabo y su infraestructura está desatendida desde antes del azote de los huracanes Irma y María en 2017. El hongo en las paredes, la pintura desprendida y la falta de mantenimiento en general le dan una apariencia de edificio abandonado, a pesar de que aquí se matricularon alrededor de 400 estudiantes para este año escolar.
En respuesta a esta realidad, los estudiantes se autoconvocaron en los portones de la escuela cuando reiniciaron las clases en enero. Exigieron acción del Gobierno, y personal de la región educativa visitó la escuela. Incluso la secretaria del DE, Yanira I. Raíces Vega, se presentó al plantel en enero y prometió resolver el problema. Tras las denuncias, comenzaron algunos trabajos de pintura en el plantel.
La tasa de graduación de este plantel es del 83%, cifra que contrasta con el 75% a nivel nacional hasta el 2023, según datos del DE. Ese éxito casi heroico, pero difícilmente replicable, en gran medida, depende de las actividades que la facultad organiza en la cancha, como estrategia para retener a los estudiantes y evitar la deserción escolar. La escuela tiene historias de triunfo deportivo. De aquí se graduaron el pelotero de grandes ligas Martín “Machete” Maldonado y el gimnasta olímpico Luis Rivera.
Pero ahora “hay mucha competencia en la calle”, advirtió el maestro de educación física Javier Hérnandez, al destacar que son demasiadas “las cosas [que resultan] más atractivas allá afuera”. En esa competencia con la disciplina deportiva están el apego a los dispositivos móviles y los videojuegos que tienen los estudiantes, así como otros factores que limitan la práctica del deporte.
“Tenemos población en la escuela, pero nos limitan las experiencias, porque no tenemos facilidades y tampoco tenemos cómo llevar a los estudiantes a las diferentes actividades fuera de la escuela”, dijo Hérnandez. Sí, los estudiantes se han perdido eventos competitivos porque no llega la transportación, aún cuando hacen las gestiones correspondientes con el DE y con el Municipio.
No obstante, aún con estos retos y limitaciones, el deporte escolar en este plantel es una herramienta clave de transformación. Es una forma de educar, pero sobre todo de ofrecer alternativas de desarrollo en un municipio donde el 48% de las personas viven bajo el nivel de pobreza, según los datos del Negociado del Censo para el 2023.
Desde esta escuela superior se organizan equipos de baloncesto de diferentes categorías. Hay equipos de voleibol y hasta representación en ajedrez. Todo se organiza desde el Programa de Educación Física, sin contrataciones de entrenadores ni asistentes por disciplina, contrario a lo que ocurre en otras instituciones del País, principalmente del sector privado.
Hacer deporte es también una forma de mantener a los estudiantes más tiempo en la escuela, según el maestro de educación física y la directora de esta escuela superior. Y es que el Programa de Educación Física subsiste por el esfuerzo de los maestros.
“Cada día vemos más necesidades en los jóvenes, no solamente en el área económica, sino en el área social-afectiva”, señaló Hernández, al destacar el impacto emocional que tienen los diferentes torneos en la comunidad escolar. Son actividades que no se limitan a la competencia. “El deporte y, sobre todo, la educación física son clave para conectar con los muchachos de múltiples formas, ofreciendo la mayor cantidad de experiencias dentro y fuera de la escuela”, añadió.
Hernández es uno de aproximadamente 1,800 maestros de educación física que al inicio del año escolar pertenecían al programa del DE. Cada región educativa se encarga de calendarizar y programar sus respectivas actividades deportivas y recreativas, a partir del presupuesto asignado a nivel central para la disciplina.
Maximizar el alcance del Programa de Educación Física es una tarea que muchas veces se convierte en carga pesada, pues recae sobre los hombros de los educadores que enfrentan la incertidumbre constante sobre el presupuesto de cada escuela. En esta escuela de Naguabo, es una hazaña conseguir uniformes deportivos y luego conservarlos por el mayor tiempo posible. También se vuelve una misión conseguir materiales, así sean donados, usados o viejos, asegura el maestro. “Al final del día son recursos para mantener a los muchachos contentos”.
Hernández es maestro en el sistema público hace 20 años. En su libro, ser maestro de educación física “es una tarea que se asume por compromiso y pasión” y “aunque es bien fuerte y cada vez más sacrificado, se hace lo mejor posible”.
José Juan Pérez también es maestro de educación física de la escuela. Se integró el año pasado y vino de la escuela privada. “Te topas con la realidad. No hay facilidades aptas, no está en condiciones la infraestructura y los chicos se desmotivan, y muchas veces es difícil motivarlos para que sigan adelante”.
Según establece el Manual de Procedimientos de esta materia, el maestro de educación física es responsable de coordinar con el director escolar la participación en las actividades, así como de realizar arreglos para reponer las tareas de sus estudiantes. Debe, igualmente, coordinar con el director para cumplir con la documentación relacionada a la participación de los estudiantes.