Para muchas personas un microcrédito es la única opción para poder invertir en sus negocios y aumentar sus ingresos. Son dueños de negocios muy pequeños, microempresas –con frecuencia son los únicos empleados– y no tienen acceso a servicios financieros tradicionales. Hasta ahora estas personas dependían de los usureros. Desde hace un año, Microfinanzas Puerto Rico ofrece a empresarios desventajados económicamente préstamos de $500 a $15,000. Desde que comenzó operaciones, en septiembre de 2010, Microfinanzas Puerto Rico ha otorgado $2.1 millones en préstamos a empresarios desventajados, según reveló Annette Montoto, presidenta de la primera entidad microfinanciera de la Isla.
La entidad tiene una cartera de 719 clientes, un 53% de ellos son mujeres, de entre 35 y 65 años. El préstamo promedio es de $2,600. La deuda se paga en plazos de seis a 36 meses a una tasa de interés anual de 25%.
Microfinanzas Puerto Rico, creada por la Fundación Microfinanzas de BBVA, trabaja con un modelo de banca relacional, es decir, los ejecutivos visitan el negocio y la comunidad y realizan una evaluación personalizada, donde la relación con el cliente es fundamental en el proceso.
La sostenibilidad es un elemento clave: “para el otorgamiento de los créditos, se analiza la viabilidad de los proyectos de los emprendedores y si son sostenibles, los apoyamos. Además del crédito, nuestros ejecutivos realizan un servicio integral de asesoramiento y apoyo empresarial”, explicó Montoto.
Pobreza y microfinanzas
Montoto ofreció algunas estadísticas para apoyar la necesidad micropréstamos. Los datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) indican que Puerto Rico es uno de los países con más alto nivel de pobreza de América Latina (45%) –por delante de Colombia (44%), República Dominicana (41%), México (36%) y Perú (31%)–, y tiene una de las tasas de desempleo más altas (15.7%) y con un fuerte peso del sector informal en el mercado laboral.
En Puerto Rico, el 36% de las personas no utilizan los sistemas financieros. Un 64% de los microempresarios utiliza sus propios fondos para la puesta en marcha o desarrollo de sus negocios. Según el Banco Mundial, el autoempleo explica el 77% de los casos en los que las personas han podido salir de la pobreza. “En conclusión, Puerto Rico es un país en transición, con una cultura empresarial débil que necesita de la autogestión como modelo de crecimiento; y en este contexto, las microfinanzas se convierten en una herramienta eficaz en la lucha contra la pobreza”.
Las microfinanzas se refieren a una variedad de servicios financieros que incluyen préstamos, ahorros, seguros y remesas. Debido a estas diferentes necesidades, y por el enfoque de la industria en los pobres, las instituciones microfinancieras a menudo utilizan metodologías no tradicionales, tales como los préstamos a grupos u otras formas de garantía que no son empleados por el sector financiero formal.
Microfinanzas Puerto Rico fue creada por la Fundación Microfinanzas de BBVA para promover el desarrollo económico y social de las personas desventajadas. Ha entregado créditos por valor de $3,700 millones en seis países de América Latina desde que se fundó en el 2007.
Actualmente la Fundación tiene una cartera de un millón de clientes a través de ocho entidades microfinancieras: Banco de las Microfinanzas-Bancamía en Colombia; Caja Nuestra gente y Financiera Confianza en Perú; Fondo Esperanza y Emprende Microfinanzas en Chile; Contuigo Microfinanzas en Argentina; Microserfin en Panamá y Microfinanzas PR en Puerto Rico.
Las entidades de microfinanzas operan en más de 100 países y sirven a más de 92 millones de clientes.
Las caras de las microfinanzas
Minerva Ramos, dueña de la Cafetería 65 de Infantería, utilizó su primer micropréstamo para comprar una freidora y el segundo para comprar sillas y meses. Eso le ha permitido hacer crecer su negocio, que le da de comer a 200 personas cada mes.
María Elena del Olmo de Suárez vendía empanadillas en la calle. La enfermedad de uno de sus hijos la obligó a utilizar sus ahorros para el tratamiento. Con un primer microcrédito pudo comprar la materia prima para elaborar empanadillas, con el segundo una freidora que le permitió aumentar la producción.
Mercedes González Perdomo tiene un kiosco en el que vende ropa de bebé. Con un primer préstamo de $800 compró materiales para crear su propia marca. Un segundo de $2,500 le permitió confeccionar más productos y un tercero de $4,500 sirvió para aumentar su inventario.
Jorge Dones López fue el primer cliente de Microfinanzas PR. Con un crédito de $3,000 aumentó el inventario de su negocio, George F. Urban, y aumentar sus ventas.