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Juan Posada Hernández, al igual que otras muchas personas antes de él, salió de Puerto Rico en busca de una vida más próspera en Nueva York. “Mis tíos, abuelas, amigos […] todos se marcharon”, dice. Salir de la isla en busca de un empleo o de una educación mejor en EEUU es una tradición que se remonta a generaciones pasadas. Pocos, sin embargo, de los que salieron antes de la ola migratoria actual huían de una situación económica tan desesperante como la que impulsó a Posada. “No hay nada”, dice él sobre el mercado laboral. “Incluso el restaurante donde yo trabajaba tuvo que cerrar porque no estaba en condiciones de pagar la cuenta de la luz y se quedó a oscuras”.
El desempleo está por encima del 14%, más del doble que en el continente. Las empresas están cerrando a montones. El sector eléctrico está al borde de la quiebra, lo que tendría como resultado la mayor reestructuración de deuda estatal o local. Y con cerca de 1,000 puertorriqueños saliendo de la isla cada semana en dirección a EEUU, un tercio de todas las personas nacidas en la isla vive actualmente en otro lugar; es la primera vez que eso sucede desde la década de 1700 [sic], según un nuevo informe de Pew Research. La situación es realmente “sombría” en Puerto Rico.
“Desde el inicio de la década de 2000, han estado perdiendo terreno, y Puerto Rico no consigue mantenerse competitivo”, observa Mauro Guillén, profesor de Gestión de Wharton. “Los gobiernos se sobreendeudaron a lo largo de los años. Uno de ellos era populista y los otros tuvieron miedo de tomar decisiones difíciles. Todo eso está haciendo las cosas más complicadas para la actual administración”.
Alejandro García Padilla prestó juramento como gobernador hace un año y medio y rápidamente recortó los gastos del Gobierno reduciendo el déficit en más del 60%. “A fin de cuentas, es difícil porque la competencia es muy grande”, destaca Guillén. “El mayor problema de Puerto Rico es el sector público. En los buenos y viejos tiempos, de crecimiento elevado, el sector público creció demasiado. Se pidió mucho dinero prestado para pagar la deuda contraída y por eso la situación hoy es la que es”.
Pero, en medio a las malas noticias venidas de la isla, el principal responsable de su desarrollo económico es bastante optimista. Se puede esperar “un crecimiento del PIB del 5% en los próximos tres a cinco años”, dijo a Knowledge@Wharton Alberto Bacó, secretario de desarrollo económico y de comercio. Hace más de diez años que la economía de la isla no crece a esa velocidad, sin embargo Bacó dice que la combinación de disciplina fiscal e incentivos económicos transformarán nuevamente a Puerto Rico en un lugar para invertir. “Los puntos negativos son […] las escenas del pasado. Todo lo que podemos mostrar es que estamos haciendo lo correcto del lado fiscal y del desarrollo económico”.
Los riesgos son enormes. Si sale bien el plan del Gobierno de revertir la situación económica no sólo alteraría las tendencias de migración, sino también situaría a la isla —dotada de numerosas ventajas económicas— [en la lista] de los destinos internacionales de las empresas, más o menos como si fuera una Singapur del Caribe. Pero, antes de que el Gobierno pueda situar la economía al nivel de producción que conoció durante su apogeo, tendrá que superar algunos de los mayores obstáculos financieros de todo Estados Unidos.
¿Luces apagadas?
Muchos vinculan los problemas de la economía de la isla a la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (PREPA). A pesar de cobrar más del doble de la tasa media por kilovatio/hora cobrada por sus semejantes del continente, la PREPA entró en números rojos en los últimos años. En parte, el aumento exagerado de los precios se explica por el hecho de que la Autoridad importa petróleo, y no gas natural, que es más barato, para alimentar sus fábricas generadoras de electricidad.
Pero la Autoridad estaba estructurada para fracasar, según Elías R. Gutiérrez, economista y profesor de Planificación de la Universidad de Puerto Rico. “En otras palabras, la PREPA ha sido la causa de serios problemas para la economía de Puerto Rico desde hace muchos años”.
Gutiérrez observa que la Autoridad dejó de invertir en nuevas tecnologías y continúa subsidiada por el Gobierno central, a pesar de la deuda acumulada. Aunque está constituida como una corporación pública, la PREPA no cobró al Gobierno ni a los municipios el consumo de electricidad. Gutiérrez dijo que el subsidio costó a la PREPA millones al año. “Nadie puede sobrevivir, ni incluso un monopolio, que es el caso de la PREPA, en tales condiciones”.
En consecuencia, la Autoridad trasladó el aumento de los costes a la población y las empresas. La tasa media por kilovatio/hora en la isla es de 26 céntimos, frente a 10 céntimos en el continente, según datos de la Administración de Información sobre Energía. Eso, por su parte, impidió las nuevas inversiones a gran escala y obligó a muchas empresas de tamaño pequeño a cerrar, como fue el caso del restaurante en que Posada trabajaba.
El subsidio ayudó a elevar la deuda de la Autoridad a cerca de $9,000 millones este año. Con la acumulación de las facturas, el Gobierno aprobó una ley en junio que permite a la PREPA y a otras empresas públicas —que deben, juntas, un total de $19,400 millones— reestructurar sus deudas evitando, al mismo tiempo, la suspensión de pagos federal. La PREPA sólo fue capaz de honrar su compromiso con los tenedores de bonos de la empresa porque arañó lo que aún tenía en sus reservas, lo que llevó a los analistas a prever que ella, probablemente, no estará en condiciones de cumplir ese mismo compromiso en enero, obligando a una reestructuración de la deuda.
Una reestructuración sería algo doloroso para los tenedores de bonos de la empresa, muchos de los cuáles son puertorriqueños que los compraron con parte de los ahorros de la jubilación. Los fondos de inversiones de los Estados Unidos también tienen cerca de $1,600 millones de títulos en sus carteras. Ellos abrieron un proceso federal desafiando la ley de reestructuración. Un juez espera que la isla presente su demanda en septiembre.
La PREPA consiguió una prórroga a mediados de agosto, momento en que cerró un acuerdo con los bancos para aplazar el pago de cerca de $671 millones en líneas de crédito hasta marzo, informó la empresa. El acuerdo permitirá a la PREPA continuar comprando petróleo y podrá ayudarla a posponer una reestructuración, por lo menos de forma temporal.
Mediante el acuerdo, la PREPA deberá nombrar un director de reestructuración a principios de septiembre y formular un plan de negocios de largo plazo hasta diciembre. “En los próximos seis meses, la reestructuración es el escenario más probable”, observa Vicente Feliciano, economista y presidente de la empresa de servicios de consultoría Advantage Business, de San Juan. “En mi opinión, mientras más pronto, mejor. Preferiblemente, de forma inmediata”.
Feliciano dice que el impago tal vez fuera lo mejor para la economía puertorriqueña, ya que apartaría del camino buena parte de la incertidumbre que obstaculiza la inversión. “Estamos en territorio desconocido. Esa ley es nueva y ahora la PREPA necesita autorización para elevar las tasas” debido a la creación de una nueva agencia del Gobierno que supervisa los aumentos, dice. “Es improbable que haya un aumento de la tasa, por eso el impago tendrá que ocurrir en algún momento. Si sucede de forma inmediata, limpiará el ambiente […] La situación de la energía es importante para las industrias farmacéutica y de fabricación”.
“Señales de vida”
El mes pasado, mientras hervían las especulaciones sobre el futuro de la PREPA y la Reserva Federal de Nueva York emitía un informe advirtiendo sobre la necesidad de que Puerto Rico pusiera en práctica reformas económicas drásticas, Bacó, secretario de desarrollo económico de la isla, definía los detalles de algunas grandes inversiones de empresas internacionales que pretenden transferir sus sedes regionales a Puerto Rico.
Bacó dice que por lo menos tres grandes empresas anunciarán en breve el cambio de sus sedes regionales a la isla. Para él, anuncios de ese tipo son “señales de vida” de que la economía puertorriqueña está a punto de recuperarse. Él añade que la espina dorsal de la economía local —manufactura, industria farmacéutica y turismo— continúa siendo fuerte.
El sector manufacturero, que antes registraba una sangría de empleos, se estabilizó en los últimos 18 meses y continúa empleando a cerca de 75,000 personas. Bacó cita la expansión de $9 millones anunciada por la planta de la UTC Aerospace System, de Santa Isabel, donde 1,300 trabajadores producen piezas para las industrias aeroespacial y de defensa.
Mientras, el número de cruceros que visitan la isla aumentó cerca de un 15% el año pasado. Los hoteles están llenos, la tasa diaria de ocupación de las habitaciones en Puerto Rico alcanzó el valor récord de $256.29 en febrero. Los ingresos por habitación disponible, que la industria hotelera usa como medida de fortaleza del mercado, alcanzó la media histórica de $99.82 el año pasado, según un informe del Wall Street Journal. Son noticias excelentes para un sector fundamental que, aunque por debajo del pico registrado en 2008, representa cerca de un 5% de la economía.
Pero, además de esas industrias, Bacó dice que el Gobierno está intentando impulsar la economía de la isla atrayendo nuevos sectores, entre ellos las industrias de la tecnología de la información y de servicios.
En abril, el Gobierno consiguió convencer a la alemana Lufthansa Technik a construir una gran unidad de mantenimiento y de reparación aeronáutica al lado del Aeropuerto Internacional Rafael Hernández, próximo a San Juan. La unidad, que comenzará a prestar servicios para por lo menos dos grandes empresas aéreas, entre ellas JetBlue, líder del sector en el Caribe, creará un total de 600 empleos directos que deberán generar, según las previsiones, 2,000 empleos indirectos, dice Baco.
“Es un sector nuevo para Puerto Rico, un segmento importante que antes no existía”, añade. “Estamos globalizando nuestra visión y ya es posible percibir empresas internacionales apostando por la isla”. Bacó dice que el Gobierno quiere promover las ventajas naturales de la región —el hecho de estar en territorio americano, de tener una fuerza de trabajo bilingüe, además de su geografía y clima — para atraer empresas domésticas que quieran tener una puerta de acceso a América Latina o empresas latinoamericanas que quieran tener acceso a Estados Unidos.
Para proporcionar apoyo a nuevas industrias, el Gobierno aprobó una serie de incentivos financieros y está tomando medidas agresivas para mejorar su infraestructura. De forma reciente, se lanzó un proyecto piloto de $17 millones que llevará Internet de alta velocidad a una región importante próxima a San Juan. El proyecto, que llevará cables de fibra óptica a través de los acueductos y de las cañerías de agua existentes, posibilitará velocidades de red de cerca de un gigabyte por segundo, es decir, cien veces más rápida que una conexión tradicional de banda ancha.
Giancarlo González, director de informaciones del Gobierno, dice que si el proyecto tiene éxito, se podría llevar a otros centros de población de la isla. “Representa una gran oportunidad para el sector de las telecomunicaciones”.
Puerto Rico ya tiene varias empresas de tecnología de gran tamaño, entre ellas HP y Microsoft. González dice que la mejora de las velocidades de red traerá beneficios económicos. Actualmente, solamente cerca de un 12% de las empresas tienen conexión de fibra óptica de alta velocidad. Un estudio de 2012 del Banco Interamericano de Desarrollo Económico mostró que cada aumento del 10% en la penetración de la banda ancha en América Latina y en el Caribe “está asociado a un PIB un 3,19% mayor y a una mayor productividad del 2,61%”.
“La idea era: ¿cómo podemos transformar Puerto Rico en una potencia tecnológica de capacidad elevada? El plan maestro para eso es el proyecto del acueducto”, observa González.
Aunque hay mucho camino por recorrer, la visión de la isla como un destino muy conectado para empresas internacionales es el mensaje que el Gobierno quiere transmitir. “La versión resumida de esa nueva economía que queremos comunicar es que somos más competitivos que Miami y estamos más cerca de ser un Singapur”, dice Bacó.
¿Optimismo exagerado?
Aunque el Gobierno esté decidido, queda por saber de qué modo los obstáculos más difíciles de superar, como la reestructuración de la PREPA, afectarán el plan económico. Las agencias de calificación de riesgo ya rebajaron la nota de los bonos de obligación general. La población continúa saliendo en grandes cantidades de la isla. Entre los inversores, las incertidumbres continúan siendo muy grandes.
Guillén, de Wharton, dice que lo mejor que podría suceder a la economía de Puerto Rico sería el fuerte rebote de la economía americana. “El crecimiento del 4% de la economía americana en el segundo trimestre fue bien recibido en Puerto Rico”, dice Guillén. “El factor más importante para la isla, su principal base de clientes, está en EEUU”.
Otros, sin embargo, son menos optimistas. “Tuvimos siete años de estancamiento y las medidas tomadas durante los últimos dieciocho meses sirvieron sólo para inyectar vida artificial a un Gobierno del tipo Jabba el Hutt que tenemos aquí. [Jabba el Hutt es un personaje de ficción de la saga Star Wars. En la cultura popular se relaciona su imagen con la corrupción política]. No solo hemos sido testigos de la emigración de la fuerza laboral, la clase media también ha desaparecido. Los ahorros han diezmado. Perdemos mucha riqueza y no veo muchos avances en nuestro futuro”.