José Caraballo Cueto

Esta es la séptima de una serie de entrevistas a economistas

Por Luisa García Pelatti

La revista estadounidense Diverse Issues lo catalogó como uno de los “académicos emergentes” en Estados Unidos. José Caraballo Cueto es catedrático asociado de estadísticas y finanzas en la Universidad de Puerto Rico en Cayey, investigador en el Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias y director del único Centro de Información Censal de Puerto Rico.

Fue presidente de la Asociación de Economistas y ha publicado numerosos artículos académicos y un libro. Fue el coordinador general del primer Informe de Desarrollo Humano de Puerto Rico, una investigación multi-sectorial realizada en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas.

Completó un doctorado en economía en The New School for Social Research in 2013, donde se especializó en estudios del desarrollo. Ha ganado becas de investigación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo con base en la ciudad de Nueva York, de la Universidad de Princeton, de la Red de Fundaciones, de NIH y de otras instituciones para estudiar tópicos relacionados al desarrollo humano.

Pregunta.– ¿Por qué decidió estudiar economía?

Respuesta.– Me gustan las matemáticas y en mi escuela superior me dijeron que estudiase contabilidad. Obtuve A en las clases de contabilidad que tomé en Río Piedras, pero no me gustaban. Sin embargo, tomé una clase requisito de economía y me enamoré. Incluso leía textos de economía internacional, economía del trabajo y del desarrollo por mi cuenta. También, me apasiona la macroeconomía. De ahí en adelante cambié de concentración a economía en el bachillerato. Para entonces ya tenía mi propio negocio, pero continué hacia la maestría porque amaba la economía. Sentía que tenía que aprender más y seguí al doctorado.

P.– En el gobierno no hay muchos economistas en posiciones de toma de decisiones. La política económica está más en manos de abogados. Explique al gobierno para qué sirve un economista.

R.– Esto es una gran diferencia de Puerto Rico con muchos países latinoamericanos y con el mismo gobierno federal, donde los economistas dirigen departamentos importantes. En Dominicana y Colombia han llegado a escoger economistas para la presidencia y ambos son países con tasas de crecimiento económico mucho mejor que Puerto Rico, especialmente en los últimos 25 años. En Puerto Rico una de las primeras disciplinas a nivel universitario fue el derecho y por ahí se creó una admiración general por los abogados. Hoy día hay muchas personas que siquiera conocen las competencias de un economista y nos confunden con los contadores. Así que el desconocimiento general puede ser un factor. Otro factor puede ser que algunos profesionales piensan que por tomar un par de cursos de economía, ya son economistas. Esos profesionales dicen un par de conceptos económicos (a veces mal concebidos) y convencen a los gobernantes de turno y les ofrecen posiciones de economistas, a veces a supervisar economistas en el gobierno que saben más que ellos. Eso es un poco osado pues fíjate que yo, aún con una maestría de 4 puntos, sentía que había mucho que desconocía en ese momento y necesitaba aprender más en un doctorado. Esos factores son por el lado de la demanda. Por el lado de la oferta, hay muchos economistas que no han querido trabajar en posiciones de poder porque ganan más como asesores o porque no les conviene para su imagen profesional. Además hay pocos economistas en Puerto Rico, sumándose a ese problema de la oferta.

P.– Huracanes, terremotos y COVID, ¿qué más le espera a una economía que no estaba creciendo? ¿Cuánto tiempo va a tardar la economía en recuperarse?

R.– En Puerto Rico tenemos una economía que sufrió un cambio estructural en 2006 y pocos pudieron obsevarlo a tiempo. Eso trajo una crisis fiscal que redujo los fondos para mantener la infraestructura, dejándonos muy vulnerable a los eventos naturales recientes. La economía empezó a crecer luego del Huracán María por la reconstrucción, pero volvió a caer desde marzo 2020. Esa caída es la mayor desde el mes que llegó María. Creo que esa caída continuará hasta tanto se halle una vacuna efectiva. De ahí en adelante la economía crecerá coyunturalmente gracias a los fondos de reconstrucción. Una vez se agoten dichos fondos, si no se implementa un modelo de crecimiento, la economía volverá a bajar. Es decir, si se le deja a una mano invisible (que no existe) que establezca por nosotros un modelo de crecimiento, tendremos una especie de crecimiento en forma de M: sube luego de María, baja en la pandemia, sube al terminar la pandemia y vuelve a caer.

P.– ¿Cree que se han tomado las medidas adecuadas para hacer frente al COVID? ¿Qué se ha hecho mal?

R.– No. Lo único adecuado fue hacer obligatorio el uso de mascarillas, pero desde el inicio descuidaron los puertos y aeropuertos por proteger unos intereses que representan menos del 7% de nuestra economía (turismo). Es decir, sacrificaron la mayor parte de la economía para no interrumpir ese 7% que como quiera también cayó víctima de la pandemia. Luego que dejaron entrar el virus, ordenaron un toque de queda muy mal planificado. Este confinamiento lo trataron como un fin en sí mismo, no como un medio para prepararse para montar un buen sistema de rastreo de contacto, para controlar las fronteras (puertos y aeropuertos) y para realizar pruebas masivas. Todavía es la hora que se pretende usar esos toques de queda como fines en sí mismo, pero luego de seis meses ya las personas están cansadas de estar encerradas, por lo que esos toques de queda pierden efectividad. Uruguay sí es un caso exitoso en ese manejo de la pandemia que con unas restricciones relativamente menores, han salido mejor.

P.– Al margen del COVID, ¿cuál es a su juicio el mayor problema económico de Puerto Rico?

R.– Estoy de acuerdo con el único informe de la CEPAL sobre Puerto Rico: el principal problema económico es la baja creación de empleos. Para vencer eso, necesitamos un nuevo plan Chardón que atienda cada problema económico de forma integral, pero muy pocas personas con poder les interesa ese tipo de estudio. Aquí se piensa que no hacen falta estudios, pero la realidad es que hay un sinnúmero de temas que se desconocen y se toman decisiones simplemente adivinando. Por ejemplo, en un estudio reciente, Luis Gautier y yo descubrimos que Puerto Rico tenía una brecha para exportar mucho más, lo que redundaría en nuevos empleos, pero aquí ese potencial de la exportación lo desconocían tanto el gobierno y como el sector privado que en su gran mayoría se concentra en facturar solo a nivel local: menos del 5% de las corporaciones locales exportan.

P.– ¿Qué sectores económicos tienen mejores perspectivas de futuro?

R.– En un estudio titulado “Balanced versus unbalanced growth: Revisiting the forgotten debate with modern empirics” que publiqué en el Review of Development Economics junto a Xiao Jiang y Chau Nguyen, encontramos que la mayor parte de las economías a nivel mundial crecen mejor en el largo plazo si todos sus sectores crecen de manera similar y no si se concentran en uno o dos sectores solamente. Ese fue el error con la industrialización, que se pusieron todas las apuestas sobre un solo sector y se descuidaron los demás sectores. Cuando cayó ese sector (la manufactura), colapsó la economía. Hay que desarrollar la manufactura aprovechando el nuevo interés federal, pero también hay que desarrollar el turismo, la agricultura y los servicios al explotar las fortalezas que tenemos en cada sector.

P.– ¿Cómo ha pasado los días de confinamiento?

R.– Con mucho más trabajo, con una paga similar…Pero agradecido con Dios que puedo producir en estas circunstancias y que está toda mi familia sana. Cuando hablo con mis contactos en Haití y veo lo mal que pasan el confinamiento y la tormenta sin asistencia alguna, se me quita el sinsabor de nuestro confinamiento y me preocupo mejor en cómo ayudar a los demás.