Por redacción de Sin Comillas

A pesar de que 136 países respaldaron el año pasado un acuerdo de dos partes que pretende aumentar los impuestos que pagan las compañía multinacionales, los avances en ambas partes de las reformas se han estancado. Se había estimado que con estas reformas los gobiernos podrían recaudar más de $150,000 millones anuales en impuestos adicionales, aunque cifras actuales podría elevar ese resultado.

Pascal Saint-Amans, que fue director fiscal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hasta esta semana, advirtió en una entrevista con Financial Times que sin ese acuerdo Estados Unidos y Europa podrían reavivar las guerras comerciales y perder cientos de miles de millones de dólares en ingresos fiscales.

Opina que es poco probable que una de las medidas, cuyo objetivo es obligar a las 100 mayores multinacionales del mundo a declarar sus beneficios y a pagar más impuestos en los países en los que desarrollan su actividad, consiga el apoyo suficiente en el Senado de Estados Unidos para aplicarse antes de la fecha límite impuesta por la OCDE, que es mediados de 2023.

Sin embargo, Saint-Amans cree que Estados Unidos acabará cumpliendo el acuerdo porque de lo contrario se arriesga a que sus grandes empresas de tecnología vuelvan a estar sometidos a una serie de impuestos sobre los servicios digitales en múltiples países: “La alternativa es muy mala. Espero que esos impuestos se extiendan más allá de las grandes tecnológicas a las multinacionales de otros sectores, como el farmacéutico”. Estados Unidos ha amenazado en el pasado con imponer sanciones a los países europeos que apliquen impuestos sobre los servicios digitales.

La segunda parte del acuerdo, un impuesto mínimo del 15% para todas las compañías multinacionales también se ha estancado. Estados Unidos intentó aplicarla sin éxito este año y la Unión Europea se enfrenta a la oposición de Polonia y Hungría. Saint-Amans explica que si no hay acuerdo, los países actuarán unilateralmente.

Saint-Amans opina que los inversionistas apoyarán una base impositiva más elevada. “Los mercados han enviado una señal clara de que el intento de la ex primera ministra británica Liz Truss de convertir a Reino Unido en un Singapur del Támesis de baja fiscalidad no era lo correcto”.