Opinión

Por Francisco Montalvo Fiol

Decía Lenin que hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas. Para un mundo que aún no ha podido salir por completo de los efectos de la pandemia, las noticias de la intervención militar rusa en Ucrania han caído como un balde agua fría que despierta de manera virulenta y anuncia el fin de un mundo dominado por un país hegemónico y una estructura mundial unipolar y el comienzo oficial del mundo multipolar – un nuevo orden mundial.

Trasfondo y situación actual

Por definición, la multipolaridad es una distribución de poder en la que más de dos naciones tienen casi la misma cantidad de influencia militar, cultural y económica. En un mundo económico multipolar, hay grupos de naciones con suficiente influencia e incentivo para seguir estrategias económicas que, si se logran, no siguen sustancialmente la misma dirección de otros centros de poder global.

El fin de la Segunda Guerra Mundial transformó tanto a los Estados Unidos como a la Unión Soviética (URSS), en potencias mundiales formidables y la competencia entre los dos aumentó. Tras la derrota de Alemania y Japón, una rivalidad ideológica y política entre Estados Unidos y la URSS dio paso al inicio de la Guerra Fría. Aquellos que vivimos esta época recordamos una carrera por un poder militar superior lo que desencadenó una era de espionaje, guerras regionales, y una acumulación de armas nucleares que amenazaba con la aniquilación global. Con la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991, muchos líderes políticos estaban convencidos de que Estados Unidos había entrado en un momento de “fin de la historia” en el que la democracia liberal se convertiría en el estándar de gobierno en todo el mundo.

Mientras que los Estados Unidos comenzó a ejercer su influencia de manera abierta en los Balcanes, Afganistán, Irak, Libia y Siria, Rusia se reconstituyó gradualmente, para sorpresa de los expertos en política exterior estadounidenses.

Como resultado de la globalización y externalización (outsourcing) de la manufactura mundial, durante las primeras décadas del Siglo XXI, China surgió como una superpotencia económica y Rusia resurgió como una gran potencia militar e importante exportador global de materias primas. Hoy por hoy, en términos de producto interno bruto por paridad de poder adquisitivo, China se posiciona como la mayor economía del mundo, seguida por los Estados Unidos, la Unión Europea (como grupo), India, Japón, Alemania y Rusia. El mundo del 2022 es uno muy diferente al de 1990.

En términos geoeconómicos, la nueva ruta de seda (Belt-Road Initiative, en inglés) de China, el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia y el Nuevo Banco de Desarrollo (anteriormente el Banco BRICS) son signos claros de un cambio hacia un mundo multipolar, brindando alternativas a las instituciones de Bretton Woods y estableciendo una competencia por influencia principalmente entre los Estados Unidos y la China.

Mirando hacia el futuro

El surgimiento de un mundo multipolar ha pasado de ser una predicción de moda a una realidad presente. Analistas apuntan a que la multipolaridad ha llegado y regirá la dinámica política internacional durante una generación. Ningún rincón del mundo quedará al margen del cambio a la multipolaridad.

Hoy, el mundo se encuentra entrando en la Cuarta Revolución Industrial: una transición de la economía digital a la economía inteligente. Esto se ha reflejado más recientemente en la disputa entre los Estados Unidos y China sobre la tecnología 5G, y abarcará cada vez más otros sectores, como las plataformas espaciales, la inteligencia artificial y una nueva clase de minerales y materias primas estratégicamente críticos. Ningún país goza de autosuficiencia en lo que respecta a los minerales necesarios para disfrutar de los beneficios de la nueva era digital y energías renovables: cobalto, cobre, litio (baterías eléctricas) y platino. En otras palabras: incluso cuando ocurre una competencia global por el poder, la influencia y los recursos críticos, los jugadores más importantes aún dependen unos de otros.

Nuevo orden mundial

Los analistas geopolíticos opinan que un mundo multipolar brindaría mayor estabilidad y desarrollo a todos los países en conjunto. Dado que el poder no se concentraría en un solo punto del mundo, un mundo multipolar abre oportunidades para una mejor política exterior y opciones de seguridad de todos los países. Por otro lado, como hemos experimentado durante la reciente emergencia de la pandemia y ahora con el conflicto en Ucrania, el mundo no esta necesariamente preparado para una estructura basada en diversidad y cooperación. Cada transición histórica ha probado ser difícil.  La era de la inestabilidad está aquí, tendremos que aprender a vivir con constante incertidumbre en este nuevo orden mundial.

  • El autor es analista económico, profesor y asesor gerencial