Por Luisa García Pelatti

Los políticos de Estados Unidos tienen mucho que decir sobre Grecia –el presidente Barack Obama ha estado presionando para que los acreedores logren alcanzar un acuerdo con Grecia– pero son reacios a hablar sobre la crisis de deuda de Puerto Rico. Un editorial publicado por la revista The Economist (11 de julio), da dos razones para este mutismo: la importancia electoral de los puertorriqueños que viven en Estados Unidos y la “culpa” por que la Isla sea una colonia en pleno siglo XXI.

“Estados Unidos está orgulloso de ser una superpotencia que nunca ha construido un imperio. Pero Puerto Rico fue, en esencia, tomada como una colonia en 1898, después de una breve guerra que terminó con cuatro siglos de dominio español”, señala el editorial.

Los políticos de Estados Unidos saben que tienen en Puerto Rico un problema colonial del cual están perdiendo el control.

The Economist menciona como uno de los ejemplos de ese estado colonial la Ley Jones, de 1920, que obliga a que toda la mercancía que llega a la Isla tenga que transportarse obligatoriamente en barcos de bandera de Estados Unidos que son más caros, y que el Congreso de Estados Unidos se niega a revocar.

El editorial también responsabiliza al gobierno de Estados Unidos por la falta de competitividad de la economía de la Isla. El gobernador enviado por Franklin Roosevelt en 1941, Rexford Guy Tugwell, experimentó con una planificación centralizada y el subsidio de empresas durante la Guerra Fría, para compensar la situación de Cuba. Pero la economía nunca ha sido competitiva.

The Economist tacha de “desvergonzadamente colonial” (“unblushingly colonial”) la propuesta de algunos congresistas republicanos que proponen la creación de  una junta de control financiero” para resolver las crisis de deuda en Puerto Rico, como se hizo en el pasado con Washington DC en los 90.

Parece que por ahora, los políticos de Estados Unidos prefieren ignorar la que sucede en Puerto Rico. ¿Por cuánto tiempo podrán seguir mirando a otro lado?

Hace más de seis años, cuando a Barry Bosworth, economista del Brookings Institution, le preguntaron en el Interamerican Diaglogue en Washington si el Gobierno de Estados Unidos haría algo por la economía de Puerto Rico dijo: “Tendrá que hacerlo, porque Puerto Rico se convertirá en una vergüenza internacional para Estados Unidos” (“It’ll have to, because Puerto Rico will become an international embarrassment for the United States”). Parece que la predicción de Bosworth se está cumpliendo.