Por Francisco Montalvo Fiol

Parte I – El Concepto de un Clúster Industrial

Contrario a la creencia popular, la economía global depende en gran medida de una dimensión local. Académicos y empresarios han señalado el hecho de que el conocimiento se ha convertido en un activo estratégico y una fuente de ventaja competitiva. El mismo tiende a ser “pegajoso” ya que a menudo reside en las regiones geográficas que contienen clústeres industriales formados por las interrelaciones y sinergias entre múltiples empresas, universidades, empresarios, inversionistas de capital de riesgo y suplidores de conocimientos especializados, entre otros.

Para el 2008, la Comisión de la Unión Europea indicó que era habitual que clústeres se compararan entre sí, ya que compiten a menudo sobre la base de sus características distintivas locales. En consecuencia, durante las últimas dos décadas, el concepto de clústeres industriales se ha convertido en una de las áreas más investigadas y en uno de los principales instrumentos de políticas de desarrollo económico. En el 2005, el Global Cluster Initiative Survey  identificó más de 1,400 iniciativas de clústeres alrededor del mundo. Para el 2006, aproximadamente 35 países, 32 estados norteamericanos y todos los países nórdicos habían implementado iniciativas de clústeres industriales.

En el caso de Puerto Rico, los inicios de estrategias de clúster se remontan al 1999 como resultado de recomendaciones esbozadas en un informe de la firma de consultoría Arthur D. Little. El mismo recomendaba la formulación de una estrategia de desarrollo económico centralizada alrededor de varios clústeres industriales. Como parte de esta estrategia, se formó el Fidecomiso para la Ciencia, Tecnología e Investigación en el 2004 para apoyar iniciativas de investigación en la Isla.

El concepto de clústeres no es nada nuevo. El término se refiere a conglomeración de actividad económica y denota un fenómeno históricamente observado desde finales del Siglo XIX de que algunas industrias requieren fuentes específicas de conocimientos las cuales tienden a concentrarse geográficamente y se introdujo el concepto pionero de “distritos industriales”. Ha mediados del Siglo XX, economistas e investigadores destacaron la importancia del desarrollo económico de base geográfica, haciendo hincapié en la importancia del capital social, geografía, sociología, política e historia en la formulación de las políticas de innovación. Más recientemente, el concepto de clústeres fue popularizado por Michael Porter del Harvard Business School en base a su “modelo del diamante” de ventaja competitiva. Este modelo destaca cuatro factores interdependientes o “determinantes:” La estrategia de la empresa y la estructura, las condiciones de la demanda; rivalidad entre las empresas y las industrias relacionadas y de apoyo. Actualmente, la concentración de actividades económicas en clústeres es visto como el resultado de “ventajas competitivas” de las empresas en la búsqueda de nuevas y mejores formas de competir en una industria y de innovar más rápidamente al llevar sus productos y servicios al mercado.

Puerto Rico cuenta con unas de las mayores infraestructuras industriales de ciencias vivas (i.e., farmacéuticas, biotecnología y biomedicina) del mundo y cuenta con un amplio peritaje en procesos de manufactura avanzada.  La industria farmacéutica cuenta con una base amplia de conocimiento retenido (“embedded knowledge”) producto de más de cuatro décadas de experiencia y presencia de este sector en la Isla. Este peritaje local provee al sector con una base de destrezas especializadas que le ayudan potencialmente a optimizar su desempeño.  Pero, ¿dónde están las multinacionales puertorriqueñas que se debieron haber desarrollado a través de la transferencia de conocimiento de la empresa foránea a la empresa local?  La Isla no ha capitalizado de manera óptima su potencial de ser un actor importante en la economía global a través de las sinergias y enlaces entre las multinacionales y las empresas locales. La clave: se debe visualizar esta situación desde la perspectiva de la creación, diseminación de conocimientos entre la gran empresa y el ecosistema empresarial local (“knowledge spillovers”).

Se habla de la economía de conocimiento, pero es necesario entender las dinámicas de conocimientos de un clúster industrial para poder viabilizar dichas estrategias. La simple presencia de empresas en una área geográfica no garantiza la creación de un clúster. Es necesario contar con un entendimiento más profundo de los factores que influyen en la creación de conocimiento con valor económico, y la adopción, absorción y retención de dicho conocimiento.

Reto: conocimiento es un concepto abstracto y puede ser difícil de entender y manejar. Para sobreponerse a esta situación los investigadores más importantes en esta área utilizan la analogía del líquido para entender la dinámica del manejo de conocimiento en una organización. Por ende, unos de los conceptos mayores en el campo es el medir el grado de “absorción” del mismo en una empresa. Siguiendo este principio, aquellas empresas que cuenta con una unidad de investigación y desarrollo, gozan de un mayor nivel de absorción de conocimiento. En adición, las empresas deben contar con la capacidad de asimilar nuevos conocimiento (analizar, procesar, interpretar y comprender información obtenida de fuentes externas).  Más importante aún, se debe medir el potencial comercial de este conocimiento. Entra en escena el empresario.

Parte II – Un Ecosistema Empresarial de Conocimiento y Acciones Concretas a Tomar

En una economía de conocimiento el empresario se convierte en el conducto del mismo ya que sirve de enlace entre las empresas multinacionales y las compañías locales al identificar conocimiento con potencial económico y capaz de ser comercializado.  Este proceso ocurre dentro de un medio ambiente que propicia el intercambio de ideas, información y capital de riesgo – un ecosistema empresarial.

Un ecosistema empresarial actúa como catalítico de nuevas empresas e ideas comerciales. Como otros ecosistemas, el mismo está compuestos de organismos y elementos necesarios que permiten una “química” empresarial. Esto elementos incluyen el capital humano y financiero correcto y conectividad a través de redes entre empresarios, industriales, suplidores, gobierno, investigadores y entidades de apoyo como asociaciones y gremios.

Para promover el desarrollo óptimo de los clústeres se requiere una combinación de medidas y políticas públicas y privadas que podrían incluir las siguientes estrategias:

Fortalecer las capacidades de investigación científicas del clúster y lograr una inversión consistente ya que el conocimiento científico constituye la base central de innovación.

Crear nuevos centros de adiestramiento y educación

  • Asegurar de disponibilidad de financiamiento y presencia de capital de riesgo (varios países como Israel han establecidos fondos de capital de inversión público-privado como base para el financiamiento local y la atracción de capital externo).
  • Crear organizaciones que apoyen la comercialización de conocimiento científico e invenciones académicas (“spin-offs”).
  • Atraer talento y firmas innovadoras locales e internacionales con el fin de desarrollar destrezas de investigación y empresas endógenas.
  • Promover la interacción y difusión activa de conocimiento especializado dentro y fuera del clúster.
  • Desarrollar redes de sociales de conocimientos entre los fabricantes, suplidores especializados, industrias de apoyo, universidades, etc.

Los clústeres de Puerto Rico deben ofrecer algo exclusivo y no fácil de reproducir, valioso para los mercados globales.  El clúster debe establecer una estrategia de nicho distintiva que lo posicione como parte especializada de una red (“hubs versus nodes”). Como en caso de otras localidades de menor tamaño, en lugar de tratar de modelar los esfuerzos de áreas con mayores recursos, el clúster de la Isla pudiera enfocarse en sectores específicos de la cadena de valores de la industria tales como el desarrollo de nuevos producto, manufactura, pruebas clínicas, o mercadeo.

Una estrategia pública y privada efectiva dirigida al desarrollo del clúster pudiera comenzar por comprobar la existencia de la base de conocimiento local. O sea, entender la naturaleza y capacidad de todas las actividades científicas, técnicas dentro de los clústeres. En el caso de Puerto Rico, la fuente de este conocimiento especializado pudieran ser las empresas multinacionales.

Otra función principal de la política pública es la de crear incentivos transparentes que refuercen fuerzas positivas y eliminen fuerzas negativas en el clúster.  Esta estrategia pudiera envolver la reducción de incertidumbre y proveer mecanismos para la creación y explotación de oportunidades empresariales. Puerto Rico provee fuertes incentivos gubernamentales para la atracción de capital extranjero. Situaciones negativas como el cierre de fábricas multinacionales pudiera servir como ímpetu para la formación de nuevas entidades en sectores relacionados por parte de ejecutivos locales y técnicos especializados desplazados si existen fuentes y mecanismos de capital de inversión de riesgo.

El sector gubernamental puede promover externalidades positivas. Esto pudiera incluir la promoción de experimentos empresariales a través de la provisión de incentivos de innovación a empresas existentes pueden ser incentivadas a innovar e impulsar el surgimiento de nuevas empresas en el sector. También la política pública puede dirigirse a promover la transferencia de conocimiento entre empresas multinacionales y locales a través de la creación de proyectos conjuntos de investigación y desarrollo.

Es importante entender el reto existente para la política pública en identificar y establecer objetivos a largo plazo para un clúster de dado lo arriesgado de algunos sectores como el de bio-ciencias. Se debe entender que estrategias que pudieran resultar exitosas para un clúster no necesariamente pueden ser transferidas a otro clúster.

En fin, una mejor comprensión del proceso de difusión del conocimiento y de innovación dentro de las redes empresariales y sociales en Puerto Rico podría resultar en la formulación e implantación de estrategias efectivas y exitosas de desarrollo económico y social.