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Por Luisa García Pelatti

Por su falta de autonomía política, Puerto Rico carece de los factores para competir en la economía internacional. “Por esa razón se existe tercamente en exenciones tributarias que sirvan de facsímiles razonables de las desaparecidas 936 para fortalecer el modelo de enclave de inversión directa externa”, explica el economista Francisco Catalá. “Se intenta resolver el problema profundizando en sus causas”.

“Si la estrategia económica se circunscribe a la atracción de inversión directa interna, en función de incentivos tributarios, se corre el riesgo de desembocar con una base de producción y una base fiscal atrofiadas”, advirtió recientemente el economista en una actividad organizada por el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas.

“Nunca, en ningún lugar el mundo, el establecimiento de enclaves de inversión directa externa ha conducido al desarrollo sostenible. Pueden generar auge pasajero, pero el resultado neto siembre es el mismo: injusta distribución de los ingresos, emisión de excedentes hacia el exterior, insuficiencia en la generación de empleos y externalización de costos que se traduce en un gran peso fiscal”.

En Puerto Rico, este tipo de desarrollo ha creado una desproporción extraordinaria: la manufactura representa el 47% del Producto Interno Bruto (PIB) y el más del 70% dela exportaciones se resumen en una sola clasificación industrial: productos químicos y farmacéuticos. Catalá señala que todo esto “no es cierto. Todo es una hipérbole”.

Que esto pasaría ya lo advirtieron Rexford Guy Tugwell (gobernador de Puerto Rico entre 1941 y 1946), James Tobin (premio Nobel de economía en 1981 y James Alm (en el informe de Brookings Institution y el Centro para una Nueva Economía):

Una estrategia basada, exclusivamente, en inversión directa externa en función de salarios bajos y favores fiscales no apuntala sólidamente a una base industrial. Sin excluir el capital externo, si insiste en el desarrollo de una clase empresarial local que transcienda la etapa azucarera y transite hacia la manufactura para, junto a la inversión del exterior, configurar una red interactiva que sobreviva a la atracción artificial producto de la ventaja fiscal.  Tugwell, 1953. Tugweel había vetado la ley de exención contributiva mientras era gobernador.

Aun cuando la inversión directa interna sigue presente a una inversión física real no implica necesariamente un incremento en el bienestar puertorriqueño, aunque la inversión de las subsidiarias de las firmas estadounidenses  provean nueva producción y empleo, ello también implica subsidios e inversiones en infraestructura real del gobierno puertorriqueño y una mayor remisión de las ganancias a Estados Unidos. El beneficio neto para Puerto Rico no resulta positivo automáticamente. Tiene que estimarse cuidadosamente caso por caso.Tobin, 1976

Resulta insostenible un sistema como el de Puerto Rico en el que las corporaciones tributan a tasa regulares por excepción y no como norma. Para colmo, a los incentivos fiscales no se les sigue la pista, no son evaluados ni cuantificados ni sus supuestos efectos en el crecimiento económico son estimados. Por tal camino no debe resultar sorprendente  que en la mayor parte de los casos el balance neto de la relación de beneficios y costos no sea positivo. James Alma, estudio del Brooking institution y el Centro para una Nueva Economía, 2006

Todas las advertencias fueron desoídas, dice Catalá, que por otro lado destaca que tenemos un gran problema fiscal y nunca se ha hecho un reforma integral. “Todas han sido parciales, sin excepción”. La última reforma fiscal se descarriló “por una discusión absurda por un impuesto, el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA)”. Catalá considera que la propuesta fue “mal propuesta y mal refutada”.