Por Luisa García Pelatti
Las restricciones en la concesión de préstamos entre 2008 y 2010 provocaron que se agudizara la crisis económica, porque se limitó el acceso a financiación para proyectos de inversión de los hogares y de las empresas. Esta es la conclusión de un estudio titulado “El sistema financiero y la recesión económica en Puerto Rico: una visión”, realizado por Manuel Lobato Vico, profesor de las Facultades de Administración de Empresas y de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. La investigación forma parte del Centro de Investigaciones Comerciales e Iniciativas Académicas (CICIA), un proyecto financiado por la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras (OCIF).
Lobato Vico encontró que el acceso al crédito se relajó en los años previos a la recesión, lo que contribuyó al crecimiento económico; y que después se ha visto restringido, agudizando la crisis.
“En la medida que el sistema financiero vuelva a facilitar la canalización de fondos para proyectos de inversión, tanto de las empresas como de los hogares, dejará de ser un obstáculo para la recuperación económica y se convertirá en un motor de su recuperación”, apunta el economista.
Según la investigación, la recesión que se inicia en el año fiscal 2007 estuvo precedida por una etapa de bajos intereses y alto crecimiento en el valor de los activos financieros de los bancos, lo que, entre otras cosas, contribuyó a una fuerte expansión de la cartera de préstamos.
Las bajas tasas de interés implicaban un menor riesgo, lo que después se tradujo en una mayor cantidad de préstamos y ayudó a aumentar a actividad económica.
Después, las tasas de interés empezaron a aumentar para protegerse de los riesgos que empezaban a percibirse en la economía.
“Las entidades financieras reaccionaron al empeoramiento de las condiciones económicas restringiendo la concesión de préstamos al consumo a través de subidas aceleradas en los tipos de interés”, explica.
Además de la contracción del sistema, la recesión económica provocó cambios estructurales dentro del propio sistema. “Observamos un proceso de sustitución de la deuda de los hogares con bancos comerciales por deuda con otro tipo de entidades, algunas del sector privado (principalmente, compañías de ventas condicional o a plazos, pero también tarjetas de crédito y cooperativas), y otras del sector público (especialmente los fondos de públicos de pensiones). La tendencia a largo plazo ya era a reducir el peso de la deuda contraída con la banca comercial, pero probablemente la recesión aceleró y multiplicó esta dinámica”, explica Lobato.
Aunque la deuda de los consumidores se ha reducido a partir del 2009, éstos han encontrado mayores dificultades para acceder a financiamiento y se observa una insuficiencia de ingresos para la adquisición de bienes de consumo.
Los últimos datos analizados, correspondientes al 2011, muestran, de nuevo, un crecimiento en la concesión de préstamos comerciales e industriales.