Por José E Pérez
Muchos de los problemas fiscales que confrontamos se deben a una pésima distribución de la carga contributiva. El mejor ejemplo es el tren urbano y la autoridad de autobuses. No hay razón por la cual los contribuyentes de la isla paguen por la operación y subsidios de esas dos entidades que sirven el área metropolitana. La responsabilidad operacional del tren y de la autoridad de autobuses debe recaer en los municipios a los cuales le ofrecen servicio.
Los créditos contributivos también deben ser rigurosamente escudriñados. Sabemos muy poco de ellos. Hacienda reporta sus ingresos netos de los créditos contributivos, tal como son indicados en las planillas. Los créditos deberían tener un tope y estar incluidos en el proceso presupuestario anual.
En realidad, el monto de nuestra deuda es de alrededor de $35,000 millones. Cerca de $19,000 millones pertenecen a la deuda constitucional y aproximadamente $16,000 millones pertenecen a COFINA. El restante de la deuda pública pertenece a corporaciones y entidades públicas excluyendo a COFINA. La deuda de COFINA está bien estructurada con una adecuada fuente de repago. La deuda constitucional, no representa una carga extraordinaria al fondo general. La deuda constitucional no debe ser objeto de reestructuración. En todos los “oficial statements” preparados para vender las obligaciones generales, divulgan en letras grandes ennegrecidas, que el pago de las obligaciones generales y garantizadas tiene prioridad sobre todos los demás compromisos del estado. Si cambiamos las reglas y le damos prioridad al pago de gastos del gobierno, por encima del pago de la deuda constitucional, podría determinarse que se hicieron falsas representaciones. Ganaríamos un litigio de grandes proporciones.
COFINA es buen ejemplo de cómo se cogió prestado irresponsablemente. En menos de cinco años COFINA emitió deuda por cerca de $16,000 millones. En su origen, COFINA se creó para refinanciar la deuda extra constitucional. Un total de $5,200 millones en deuda fue emitido por COFINA exclusivamente para refinanciar la deuda heredada por Acevedo Vilá, la cual carecía de fuentes de repago. Se pignoró un 1% de los recaudos del IVU para el repago de los bonos de COFINA. Durante la administración de Fortuño se emitieron aproximadamente $11,000 millones en deuda adicional de COFINA. Gran parte de esa deuda nueva se utilizó para cubrir gastos del gobierno. Para repagar la deuda adicional, se aumentó la pignoración del IVU a un 2.75%, lo cual canibalizó el fondo general. Me pregunto si se utilizó el mecanismo de COFINA para obviar limitaciones de Ley en el margen prestatario. En vista de la colateral ofrecida por COFINA, los inversionistas fueron menos rigurosos.
Con el fin de cerrar la brecha, se debe llevar a cabo un análisis riguroso de nuestras corporaciones públicas, cuyo origen pudo haber tenido matices socialistas. Las obligaciones de las corporaciones públicas no deben considerarse como parte de la deuda pública ya que el estado no garantiza su pago. Esas entidades deberían operar en forma independiente y ser autosuficientes en sus finanzas. En los Estados Unidos, tanto la generación y distribución de electricidad como la del agua están en manos privadas. Libres de presiones políticas. Pagan impuestos y son altamente reguladas. Aumentan sus tarifas si sus costos operacionales lo justifican. Sus obligaciones no se cuentan como parte de la deuda federal o estatal.
Quizás el camino a seguir es el de privatizar en su totalidad la gran mayoría de nuestras corporaciones públicas incluyendo Acueductos, Energía Eléctrica y Carreteras. El costo de premiar su ineficiencia se acabó. No tienen la capacidad de aumentar sus tarifas por concepto de costos crecientes. El BGF, el cual emitió deuda sin precedentes durante la vigencia de Fortuño tiene que ser reestructurado.
Es evidente que hemos pasado por un ciclo de irresponsabilidad, tanto de parte de los que prestan como de los que han cogido prestado. El desbarajuste fiscal de los pasados años, ha pasado por nuestras narices sin darnos cuenta. Hemos sido cegados por los cuentos de hada de los políticos. A pesar de todo lo negativo del momento, podemos lograr un nuevo paradigma financiero si desarrollamos nuevos modelos basados en expectativas realistas. Es imperativo tener continuidad y el apoyo de todos.
* El autor es analista financiero.