Entre 2008 y 2014 vencerán las patentes de 40 de los principales fármacos que generan casi la mitad de las ventas de los grandes laboratorios en EE.UU. Las consecuencias de este proceso son cruciales para Puerto Rico, que es uno de los principales centros de producción de medicamentos. Las ventas disminuirán 30% en los próximos cinco años, estiman los expertos, y provocarán un cuadro incierto: despidos, probablemente la salida de algunas compañías, el gobierno y municipios perderán recaudos y los suplidores del sector enfrentarán dificultades.

Se estima que la reducción de las ventas a nivel mundial debido al vencimiento de las patentes será de $140,000 millones en los próximos cinco años.

En Puerto Rico, –una de las jurisdicciones dentro de Estados Unidos más afectadas por el vencimiento de patentes- las ventas de las compañías farmacéuticas habrán acumulado una caída demás de 30% entre 2008 y 2015, estima William Lockwood, presidente de Lockwood Financial Advisors y un experto en el tema. Se trata de una caída de $32,000 millones en ventas –una cuarta parte de la caída a nivel mundial- lo que da una idea de la importancia del mercado farmacéutico de Puerto Rico.

Esta contracción en el nivel de producción afectará significativamente el crecimiento general de la economía a partir de 2014, al igual que la formación de ingreso y el ahorro, opina el economista Diego Iribarren. “Esto, en ausencia de alternativas a la actividad manufacturera, es un riesgo muy peligroso”, advierte.

Pero a pesar de que el vencimiento de patentes de medicamentos es una tendencia que se anticipaba desde hace años, el Gobierno no ha hecho nada para contrarrestar este proceso. Para Lockwood – que lleva una década advirtiendo de los riesgos del vencimiento de las patentes- es clave que el gobierno realice simulaciones multianuales para “buscar la diversificación de la economía”.

El Departamento de Hacienda no da cifras, pero algunas fuentes estiman que en el 2009 las compañías farmacéuticas habrían pagado más de $700 millones en regalías a lo que habría que añadir otros $200 millones en contribuciones. Una cifra que se contraería si se reducen las ventas.

La Food and Drug Administration (FDA), agencia federal encargada de dar el visto bueno a cada nuevo fármaco, aprobó durante 2007 tan sólo 19 productos, la cifra más baja desde 1983. A pesar de duplicar las inversiones en investigación y desarrollo, los grandes laboratorios no consiguen sacar al mercado nuevos productos números uno en ventas.

Y de tanto esperar las patentes expiran. La Organización Mundial del Comercio (OMC), encargada de regular las patentes de medicamentos, establece un periodo de 20 años a partir del momento en que se patenta el fármaco. Durante esas dos décadas, el producto sólo puede venderlo la empresa inventora.

Con el vencimiento de las patentes de los medicamentos de mayor venta, se reducen los ingresos de las grandes compañías farmacéuticas en favor de los genéricos más baratos. Para tratar de contrarrestar esta tendencia los grandes laboratorios se han dedicado a presentar fármacos que no son nuevos, sino pequeñas mejoras de los ya existentes.

Y si el vencimiento de patentes no fuera suficiente, ahora las farmacéuticas deben añadir a sus tribulaciones un nuevo impuesto. La Ley 154 impone una tasa de 4% a las corporaciones foráneas, la mayoría compañías farmacéuticas. El Gobierno asegura que con este impuesto podría recaudar unos $1,200 millones sólo el primer año, algunos expertos dicen que puede ser más, hasta tres veces más.