El informe del examinador en los casos de quiebra del Título III levanta banderas sobre deficiencias en la facturación de los abogados y consultores de la Junta de Control Fiscal, el Gobierno y comités oficiales. La cuenta con cargo al erario por los primeros cinco meses de la quiebra asciende a más de $77 millones.
Por Luis J. Valentín Ortiz |Centro de Periodismo Investigativo
Problemas con consultor principal de la JCF
En el caso de McKinsey, principal asesor de la JCF, el examinador mostró preocupación por la falta de detalles en las horas trabajadas y facturadas por la firma, que permanece bajo contrato por más de $2 millones fijos cada mes.
Debido a la poca evidencia provista por McKinsey, el examinador dijo que está impedido de hacer una recomendación sobre los $5.12 millones que la firma busca cobrar como parte del primer periodo de compensación.
Según McKinsey —la cual Williamson cataloga como “indispensable” para la JCF— la firma no basa su facturación en “horas trabajadas” y por ende no lleva récord sobre quiénes, cuántas horas y en qué trabajaron sus profesionales. En cambio, su trabajo gira alrededor de “entregas”, tales como “análisis comprensivos de proyectos, presupuestos y planes fiscales”, según el informe.
“Mientras McKinsey continúa articulando los contornos precisos de su trabajo, sin registros de tiempo o gastos de ningún tipo, es muy difícil para cualquiera aplicar los estándares de razonabilidad de PROMESA”, el documento añade.
Ante este escenario, el examinador sugirió dos opciones. En primer lugar, la jueza Swain podría remover a McKinsey del proceso de revisión de facturas, y dejar a la JCF que determine la “razonabilidad” del gasto en sus servicios. En la alternativa, Williamson también propone que el tribunal establezca un proceso especial para McKinsey que tenga por lo menos alguna información detallada de horas trabajadas y gastos incurridos.
“Razonabilidad”
Para validar “la razonabilidad” de la compensación solicitada, Williamson consignó que conversa regularmente tanto con la JCF, como con la AAFAF y los comités oficiales, al igual que con sus abogados y asesores. También monitorea aleatoriamente algunas de las llamadas y reuniones que sostienen estos profesionales con sus respectivos clientes, según el informe.
Luego de revisar a grandes rasgos la explicación que dan sobre el trabajo que realizan, se analiza la evidencia presentada por los diferentes bufetes y compañías. Acto seguido, el examinador envía cartas confidenciales para dar oportunidad a atender cualquier discrepancia o preocupación que pueda tener con respecto a cierta facturación.
En su informe, Williamson aludió a que el ritmo acelerado al que comenzó el proceso de quiebra de Puerto Rico, el carácter novel de la ley PROMESA y las lagunas que aún existen en la interpretación del estatuto son obstáculos que complican el proceso de revisión de facturas. También apuntó a los “grandes retos” que han enfrentado estos profesionales debido al tiempo, distancia y el análisis que tienen que hacer con poco o ningún precedente.
“Mientras sí han habido quiebras municipales bajo el Capítulo 9, por supuesto, la historia del ELA y sus estatus como deudores no tienen precedentes”, subraya el informe.
El próximo 19 de marzo vence el periodo para someter las facturas correspondientes al segundo periodo de compensación que cubre los servicios prestados entre el 1 de octubre y 31 de enero.