Por Luisa García Pelatti

La reducción de la inflación, la fortaleza del mercado laboral y el posible recorte de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal podrían llevar a pensar en que la economía de Puerto Rico se está normalizando. Algunas voces dicen que incluso sin los fondos federales, la economía de Puerto Rico podría mantener un fuerte crecimiento. El economista Leslie Adames, director de la División de Análisis y Política Económica de Estudios Técnicos, Inc., advierte que llegar a esa conclusión sería “prematuro”.

“Después de dos años de inflación persistente e incertidumbre en diferentes frentes, como el progreso en la reestructuración de la deuda, el desembolso de fondos federales para la reconstrucción y la trayectoria futura de las tasas de interés, algunos observadores sostienen que la economía de Puerto Rico se está normalizando y que, incluso sin fondos federales , la economía es lo suficientemente fuerte como para sostener un crecimiento sólido. Sin embargo, soy escéptico ante esta afirmación”, afirma Adames en el último número de Perspectivas, una de las publicaciones de la firma de consultoría.

El economista explica que, “aunque hay espacio para algo de optimismo”, las perspectivas para este año y el próximo tienen un alto nivel de incertidumbre.

La inflación ha seguido disminuyendo, de 6.1% en 2022 a 3.4% en 2023. El mercado laboral muestra fortaleza con una creación neta de 26,200 empleos y una tasa de desempleo (6.0%) que se mantiene en el nivel más bajo en la historia. “Además, el crecimiento anual de los ingresos semanales promedio de los trabajadores (5.8%) superó la tasa de inflación (3.4%) en 2023, lo que marca una reversión con respecto a 2022. Estos cambios positivos pueden impactar positivamente la economía de Puerto Rico en el corto plazo”, señala Adames.

Este aumento del poder adquisitivo de los consumidores y una posible reducción de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, en algún momento de la segunda mitad de 2024, podría hacer pensar en un aumento del crecimiento económico impulsado por el consumo.

Adames se muestra escéptico. Aunque la inflación ha disminuido, todavía está por encima del 1.8%, el promedio que mantuvo entre 1984 y 2019, pero advierte que no debe confundirse una tasa de inflación baja con niveles de precios bajos.

Por otra parte, apunta que el recorte de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal no se traducirá, necesariamente, en mejores condiciones crediticias, porque el costo de los préstamos se guía por las tasas de interés a largo plazo, que, a su vez, están influenciadas por factores fuera del control de la Reserva Federal, como las expectativas de inflación, el déficit del gobierno federal y el apetito de los bancos centrales extranjeros por los bonos del Tesoro de Estados Unidos.

“Cuestiones estructurales como la escasez de mano de obra, el envejecimiento de la población, la menor productividad y la transición a una producción neta cero de gases de efecto invernadero para 2030 mantendrían altos los precios y las tasas de interés”, opina.

A eso hay que añadir los riesgos geopolíticos: las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza, el ataque a buques comerciales en el mar Rojo. En el ámbito local, la incertidumbre está en la subida de la factura de la electricidad, los peajes, los precios de los alimentos y la gasolina, que podría revertir la reducción de la inflación de los últimos dos años.