Edwin R. Rios. (Foto suministrada)

Iniciamos hoy una serie de entrevistas con economistas. Con ellos hablaremos de la economía, del presente y del futuro y, como no, del COVID-19.

Por Luisa García Pelatti

Trabajó durante 25 años en el Departamento de Hacienda, 15 de ellos como director de la Oficina de Asuntos Económicos y Financieros. Edwin R. Ríos (Mayagüez, 1965) conoce como pocos los entresijos de la agencia.

Fue el principal economista a cargo de varios proyectos de reforma contributiva, leyes de incentivos, desarrollo de modelos de microsimulación y del primer informe sobre el gasto tributario. Su experiencia en temas fiscales le ha llevado a participar en conferencias a nivel internacional.

Su primera experiencia profesional fue en la Unidad de Modelos Económicos y Proyecciones de la Junta de Planificación. Ha trabajado también en la Universidad Interamericana y en la Universidad Metropolitana.

Ríos, que presidió la Asociación de Economistas en 1998, estudió economía por error. Quería entrar a la facultad de Administración de Empresas pero se equivocó al llenar la solicitud de admisión. Tiene un bachillerato (1987) y una maestría (1992) en economía de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

A Ríos, criado en “San Sebastián de las Vegas del Pepino”, el confinamiento le sorprendió recién retirado del Gobierno y aprovechó para leer. Sigue participando en la discusión de temas económicos y fiscales. Escribe columnas y participa en programas de radio. 

Pregunta.– ¿Por qué decidió estudiar economía?

Respuesta.– El interés surgió cuando cursaba el cuarto año en la escuela superior de San Sebastián. Resulta que el maestro de la clase de estudios sociales había estudiado economía en el Recinto Universitario de Mayagüez. Como parte del curso dio algunas clases de economía, donde hablaba sobre la oferta, la demanda los precios y el equilibrio. Esos temas me llamaron mucho la atención y los asocié con la oportunidad de hacer negocios. Es ahí cuando decido estudiar economía, sin embargo, cuando llené la solicitud de admisión para la UPR (Universidad de Puerto Rico), por error involuntario, lo hice para la Facultad de Ciencias Sociales y no en el programa de la Facultad de Administración de Empresas. Ya en la universidad aprendí que la economía es una ciencia social y que los estudiantes de administración de empresas venían a la facultad de ciencias sociales a tomar los cursos.

P.– En el gobierno no hay muchos economistas en posiciones de toma de decisiones. La política económica está más en manos de abogados. Explique al gobierno para qué sirve un economista.

R.– El diseño e implantación de las políticas públicas de carácter económico de un país requiere de economistas con formación en herramientas analíticas y comprensión de las realidades económicas, sociales e institucionales. Como señalas, a diferencia de la práctica en muchos países, donde los economistas ocupan cargos de poder y dirección de agencias y ministerios, en Puerto Rico los economistas están ausentes en esas posiciones. La dirección no tan solo está en manos de abogados sino también de contadores públicos autorizados. El economista, por su formación académica, tiene la capacidad para explicar buena parte de las relaciones sociales y entender los problemas que atañen a la población. En el gobierno de Puerto Rico los economistas ejercen funciones orientadas a la economía positiva más que normativa. La economía positiva se basa en especificar, demostrar y responder cuestiones económicas desde la razón, es decir, desde un punto de vista objetivo por el cual suceden las cosas. A diferencia de la economía normativa que se encarga más bien de dar opiniones de lo que debería ser para resolver los problemas.

RECUPERACIÓN ECONÓMICA: “Esto va a tomar tiempo, tal vez entre dos a cinco años”

P.– Huracanes, terremotos y COVID, ¿qué más le espera a una economía que no estaba creciendo? ¿Cuánto tiempo va a tardar la economía en recuperarse?

R.– Hace tres años, en el 2017, la economía de Puerto Rico llevaba desde el 2006, 11 años, en una tendencia descendente y una crisis fiscal. En el 2016, llega la Junta de Supervisión Fiscal. En los pasados tres años la economía ha enfrentado tres tipos de desastres naturales, tales como huracanes, terremotos y el COVID, éstos han cambiado nuestra realidad económica. En el caso de los huracanes y terremotos las ayudas económicas proyectadas para los próximos años podrían mitigar los daños causados y repercutirán favorablemente en actividades económicas de reconstrucción de infraestructura. En cambio, la situación del COVID alteró ese escenario, no tan solo con incertidumbre, sino ante las pérdidas económicas de sectores comerciales, de servicios y actividades turísticas. Antes el escenario de incertidumbre de poder medir con algún grado de certeza los efectos de estos desastres, es sumamente complejo renegociar los términos de la deuda pública. La economía tiene que crecer para poder generar los recursos públicos para poder cumplir con los servicios esenciales y fiscales. La agenda económica debe tener tres fases, primero recuperar el nivel de actividad económica antes del COVID, la segunda inyectar los fondos de reconstrucción y la tercera reestructurar el sistema contributivo y negociar la deuda. Esto va a tomar tiempo,  tal vez entre dos a cinco años.

P.– ¿Cree que se han tomado las medidas adecuadas para hacer frente al COVID? ¿Qué se ha hecho mal?

R.– Creo que se han tomado algunas medidas adecuadas para enfrentar el COVID, como fue el cierre inicial para evitar los contagios y la propagación, la distribución de fondos estatales y federales a los ciudadanos y negocios, en el caso específico del Departamento de Hacienda, y organizar el “task force” de salud. En cambio, se han hecho cosas mal, como fue el proceso de compras de pruebas, la falta de un sistema adecuado de rastreo, la ejecución del Departamento del Trabajo en la distribución de las ayudas, el comienzo del curso escolar sin los recursos y el que no se utilicen y distribuyan todas las ayudas.

P.– Al margen del COVID, ¿cuál es a su juicio el mayor problema económico de Puerto Rico?

R.– Entiendo que elegir de forma singular cuál es el mayor problema económico de Puerto Rico al margen del COVID te lleva a pensar que con atender ese problema en particular se pueden resolver los problemas económicos del país. En realidad, los problemas económicos son un conjunto de fenómenos producidos cuando los recursos no son suficientes para satisfacer las propias necesidades. Al tener que seleccionar uno me inclino a pensar que el problema económico mayor que enfrenta Puerto Rico son las consecuencias de los cambios demográficos como la emigración y envejecimiento de la población.

P.– ¿Qué sectores económicos tienen mejores perspectivas de futuro?

R.– Bajo el escenario actual que enfrentamos por la crisis de salud y económica ocasionada por el COVID hay mucha incertidumbre sobre el panorama económico. Una de las consecuencias que ha tenido es que las actividades económicas y comerciales relacionadas con los sectores de tecnología y telecomunicaciones tengan mejores perspectivas en el futuro. Con la inyección de fondos federales de reconstrucción el sector de la construcción tiene perspectivas positivas.

P.– ¿Cómo ha pasado los días de confinamiento?

R.– En mi caso el confinamiento representó un punto de inflexión en una rutina diaria de vida que estaba comenzando. Apenas llevaba unos siete meses retirado de un trabajo diario de oficina, estaba haciendo ajustes propios en la libre comunidad cuando de repente no podía salir. He aprovechado el tiempo leyendo libros de diferentes temas tales como economía, novelas y espirituales. También aproveché y completé el borrador final de un diario que estoy escribiendo sobre las experiencias diarias luego del paso del huracán María. Algo curioso que hice fue que un amigo y profesor de literatura retirado de la Universidad de Chicago está pasando los días confinamiento en Puerto Rico. Él tenía mucho interés en conocer sobre la economía de Puerto Rico, así que nos pusimos de acuerdo con otro amigo y leímos el libro “Promesa Rota” del economista Dr. Francisco Catalá. Semanalmente teníamos sesiones de video conferencia discutiendo y conversando sobre el libro.