Por redacción de Sin Comillas

El desempeño económico a corto plazo de Puerto Rico se ve ensombrecido por una gran nube de incertidumbre, ya que el gobierno aborda simultáneamente los impactos de tres shocks sistémicos: la pandemia de COVID-19, el huracán María y la quiebra del gobierno central, señala Sergio Marxuach, director de Política Pública del Centro para una Nueva Economía (CNE), en un análisis publicado en “The CNE Review”.

Marxuach enfatizó que cada uno de estos procesos genera su propio conjunto de riesgos, que muchas veces pueden interactuar de manera compleja. “Por ejemplo, la implementación de medidas fiscales para balancear el presupuesto podría afectar la capacidad del estado para administrar proyectos complejos, mientras que problemas en la cadena de suministro y la inflación debido a la pandemia de COVID-19 pueden retrasar los esfuerzos de reconstrucción del huracán María”, añade Marxuach.

Sin embargo, a un nivel más profundo, “es preocupante que el crecimiento económico a corto plazo dependa principalmente de recibir transferencias federales que no controlamos. Nos preocupa que estos gastos tengan un impacto positivo temporero en la economía que pueda retrasar los esfuerzos para desarrollar una estrategia o plan económico de mediano/largo plazo para Puerto Rico. Evitemos esa trampa y mantengámonos enfocados en abordar los factores estructurales que son la causa fundamental del estancamiento económico a largo plazo de Puerto Rico”, expresa Marxuach.

Los tres shocks sistémicos de los que se está recuperando la economía puertorriqueña se pueden desglosar de la siguiente manera:

  • La pandemia de COVID-19, que ha afectado negativamente la actividad económica desde la primavera de 2020, sigue siendo un evento en curso y en desarrollo. Realmente no sabemos cómo será la recuperación después de una pandemia global, cuánto tiempo tomará o qué cambios estructurales a largo plazo se derivarán de ella.

“A corto plazo, la pandemia de COVID-19 es la fuente más importante de riesgo económico e incertidumbre. Eventualmente podemos esperar que el virus que causa el COVID-19 alcance una especie de equilibrio con sus anfitriones humanos. Hasta entonces, continuaremos viendo disrupciones económicas significativas, desequilibrios recurrentes entre la oferta y la demanda y retrasos frecuentes en la entrega de carga marítima, mientras que los gobiernos seguirán apretando y aflojando continuamente las restricciones sobre la actividad económica y comercial a medida que la transmisión del virus continúa aumentando y disminuyendo de acuerdo con su propia lógica evolucionaria”, enfatizó Marxuach.

  • Cuatro años después de que el huracán María causara estragos en la isla y generara unos $90,000 millones en daños, el ritmo de la reconstrucción sigue lento, mientras que el Congreso ha asignado $64,000 millones para operaciones de recuperación y asistencia en casos de desastre en la isla, al 30 de junio de 2021, solo $18,600 millones, o aproximadamente el 29%, se han gastado. “Además, algunos de los trabajos más importantes como la rehabilitación y modernización de la red eléctrica; la reconstrucción de escuelas, viviendas, carreteras, puentes e instalaciones sanitarias; y la implementación de medidas de mitigación para aumentar la resiliencia y reducir la exposición al riesgo de las poblaciones vulnerables, aún no ha comenzado”, explica Marxuach. Sin embargo, al final, el principal riesgo con respecto a la reconstrucción del huracán María podría ser la creación de una falsa sensación de complacencia a medida que la economía comience a crecer cuando el dinero federal comience a fluir. Sería un error creer que nuestros problemas económicos terminarán una vez que comience en serio el desembolso de los fondos federales para la reconstrucción por al menos dos razones.

Primero, toda esa actividad económica será financiada con fondos federales transferidos al gobierno de Puerto Rico en lugar de recursos generados localmente. Puede ser fácil olvidar eso una vez que comienzan los buenos tiempos y creer erróneamente que la reconstrucción es impulsada por el fortalecimiento de la economía puertorriqueña, cuando en realidad es impulsada por la munificencia del Congreso. En segundo lugar, el proceso de reconstrucción, por su naturaleza, está diseñado para reconstruir y reparar lo que fue dañado o destruido por el huracán María. En ese sentido, su principal objetivo es restaurar el acervo de capital de Puerto Rico a su estado anterior al huracán. La reconstrucción de activos dañados o destruidos no constituye una adición neta a la capacidad productiva a largo plazo de la isla.

  • Finalmente, el gobierno de Puerto Rico está entrando en una fase crítica de su proceso de reestructuración de la deuda ya que pronto se enviarán papeletas a los acreedores para que puedan votar sobre el Plan de Ajuste (PA) negociado por la Junta de Supervisión y Administración Financiera (JSAF). “El PA debe cumplir, entre otras cosas, con el Plan Fiscal del gobierno central y el tribunal debe considerarlo factible y en el mejor interés de los acreedores. Si la corte lo certifica, la quiebra del gobierno de Puerto Rico terminará oficialmente y el PA regirá la política fiscal de Puerto Rico durante los próximos 25 años”, puntualiza Marxuach.