Por Pedro Hernández Vega*

La disponibilidad de agua de fuentes tradicionales es cada vez menor.  Un buen ejemplo de esto es la sequía y racionamiento del servicio de agua que estamos teniendo actualmente en Puerto Rico. Como resultado de esto muchas empresas de acueductos en Estados Unidos y otros países están recurriendo a fuentes no tradicionales para aumentar los abastos de agua, las que antes se consideraban muy costosas y controversiales.

Empresas con acceso a las aguas usadas (“waste water”) están haciendo mejoras a las instalaciones de tratamiento para reciclarlas y usarlas para fines potables.  En Puerto Rico hace ya tiempo que estamos reusando las aguas en forma limitada, principalmente en los sistemas de Carraízo, La Plata y Caonillas-Dos Bocas. Los efluentes sanitarios tratados de varias poblaciones aledañas a los ríos que abastecen estos embalses, son descargados en los mismos y luego tratados para usos potables. Este re-uso se conoce como Re-Uso Potable Indirecto y ha trabajado bien.

Creemos que ya es tiempo de que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) se mueva a hacer un mayor re-uso de sus aguas.  Las tres plantas de tratamiento de aguas usadas que sirven a la Zona Metropolitana de San Juan (Puerto Nuevo, Bayamón y Carolina) están descargando al mar un promedio de aproximadamente 150  MGD  (millones de galones por día) los cuales podrían ser tratados adecuadamente y bombeados aguas arriba de los embalses de Carraízo y La Plata para aumentar su producción.  En Arecibo hay disponibles más de 5 MGD que podrían usarse para fines agrícolas o para aumentar el abasto del Super Acueducto.  Igualmente en Ponce se descargan más de 11 MGD al mar los cuales servirían para aumentar los abastos de los embalses de la zona Sur o para fines agrícolas. Hay también otras plantas más pequeñas cuyos efluentes  podrían reusarse de ser necesario o conveniente.

Estamos consciente del alto costo de estos proyectos de re-uso de agua ya que implican la construcción de nuevas facilidades de tratamiento y estaciones y tuberías de bombeo, pero a largo plazo resultarían más costo-eficientes que la construcción de nuevos embalses o el dragado de los existentes ya que estas no son soluciones permanentes debido a la sedimentación recurrente de los mismos.  Un buen ejemplo de esto es el Super Acueducto que  se vendió como que iba a acabar con los problemas de abasto de agua en la Zona Metropolitana de San Juan y no resultó así.  Además, el agua reciclada podría usarse para fines agrícolas para lograr la sustentabilidad alimentaria que tanto necesitamos.  También serviría para usos industriales y ayudar al desarrollo económico del país.

Por estas consideraciones creo que el re-uso de aguas es la mejor solución al problema de falta de agua en nuestros acueductos.

El autor es ingeniero y ex-director Ejecutivo de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA)