Opinión
Por Juan Lara*
Donald Trump regresa a la presidencia de Estados Unidos, a una edad relativamente avanzada, con la urgencia de dejar su impronta en la economía del país, y, de paso, en la economía mundial y, por supuesto, la de Puerto Rico. La marca de la trumpeconomía es el nacionalismo económico; de ahí fluye todo lo demás.
En lo que respecta a la economía mundial, es de esperar que cumpla su promesa de elevar de manera agresiva las tasas del arancel, especialmente en los productos provenientes de China. En Estados Unidos, los críticos de esta política le han dado mucho énfasis a su posible efecto inflacionario, que no es desdeñable, pero es quizás más importante el daño que le puede causar al comercio internacional. El alcance de ese daño dependerá no sólo de cuánto aumente el arancel, sino también de cómo reaccionen otros países. Si se dejan provocar y responden con aranceles de represalia, el comercio mundial podría reducirse de manera acentuada, lo cual sin duda causaría una baja en el crecimiento económico global.
En el plano institucional, la trumpeconomía es una amenaza explícita al orden liberal multilateral, el cual tomó varias décadas en configurarse durante el período de la guerra fría. En ese tiempo, Estados Unidos asumió el liderato de dicho orden global, motivado en gran medida por su protagonismo en la rivalidad económica, política y militar con la antigua Unión Soviética y sus aliados. Trump se refiere con desprecio al espíritu del multilateralismo y no oculta su intención de socavarlo, o, en el mejor de los casos, ignorarlo. Habida cuenta de que hoy en día proliferan a través de todo el mundo movimientos de derecha ávidos de emular y hasta superar el trumpismo, no hay duda de que esta segunda presidencia de Trump representa un alto riesgo para el futuro del sistema que hoy en día simboliza la Organización Mundial de Comercio.
El cuestionar la independencia de la Reserva Federal es uno de los aspectos más preocupantes del proyecto de Trump.
A nivel nacional, Trump tiene una multiplicidad de objetivos que van desde reactivar la reforma contributiva que realizó en su primera presidencia hasta inmiscuirse en las operaciones de la Reserva Federal. Un tema que será de mucho interés es cuál será finalmente la postura de Estados Unidos en cuanto al Impuesto Mínimo Global, el cual podría encajar en la reforma contributiva trumpista, pero podría también quedarse fuera. En cualquiera de los dos casos, los detalles exactos de cómo se sitúe Estados Unidos ante esa iniciativa contributiva global determinará si queda o no un espacio para que Puerto Rico preserve algún tipo de ventaja contributiva para las empresas foráneas.
El cuestionar la independencia de la Reserva Federal es uno de los aspectos más preocupantes del proyecto de Trump. Esa independencia se considera indispensable para evitar que la política monetaria adquiera un sesgo inflacionario y es de particular pertinencia en este momento en que el control del brote de inflación postpandemia está en un punto crítico. La desinflación continúa, pero se ha hecho más lenta y difícil. Si los mercados percibieran que la Reserva está reduciendo las tasas más rápido de lo aconsejable, por temor a la Casa Blanca, la credibilidad de la política monetaria y las expectativas de inflación futura tomarían un giro pernicioso.
Puerto Rico tiene mucho apostado en esta mesa y una mano de cartas poco auspiciosa. Hay que recordar que no se trata sólo de cómo nos pueden afectar las acciones de Trump, sino también de cómo nos trate un congreso republicano. En ese congreso hay algunos que eclipsan al propio Trump en su fanatismo conservador. ¿Qué esperar en cuanto a Medicaid, SNAP y el Seguro Social Complementario, entre otros, en ese nuevo escenario político de Washington? ¿Cuánta cooperación se puede esperar de las agencias federales para agilizar el proceso de reconstrucción que todavía tiene un largo tramo por recorrer? Estos son temas críticos para Puerto Rico ahora mismo, y lo serán aún más en el transcurso del próximo cuatrienio gubernamental.
- El autor es economista y profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.