Opinión

Por Francisco Montalvo Fiol*

El afamado economista y premio nobel Milton Friedman comentaba sobre la inflación que era la única forma de impuestos que se puede imponer sin legislación. Con un ritmo inflacionario acelerado y mucha incertidumbre a la que se enfrenta la economía global, el riesgo de estanflación, una repetición de la década de los años 1970 con precios elevados y crecimiento lento o incluso una recesión, está aumentando.

Por definición, la estanflación es un entorno económico caracterizado por una alta inflación, un alto desempleo y un crecimiento económico lento o negativo. En otras palabras, no es nada divertido.

La invasión de Ucrania representa un shock similar a la economía global al experimentado en la década de los 70 del siglo pasado, en aquella ocasión con una guerra en el Mediano Oriente. Ahora, en el 2022, se añaden elementos como el disloque de las cadenas de suministro globales y las fuertes inyecciones de liquidez por parte de los gobiernos a las economías (y consecuentes déficits presupuestarios) como parte de los programas de alivio de la pandemia. Todos estos elementos han contribuido al aumento generalizado de los precios.

Existen varios riesgos claves de estanflación a tomar en cuenta:

·  La inflación erosiona el poder adquisitivo de los consumidores (demanda) mientras que los retos con las cadenas de suministro (oferta) están creando desafíos en muchos sectores y pueden debilitar la economía.

·  Las políticas de estímulos fiscales del sector público están llegando a su fin.

·  Efecto boomerang de las sanciones occidentales contra Rusia han resultado en aumentos de costos de energía y productos básicos.

·  Muchas empresas productoras de bienes están experimentando una fuerte presión en sus márgenes operativos debido a los altos costos de los insumos y un mercado laboral ajustado (difícil reclutar talento), podría provocar recortes en la producción o una menor inversión – el índice de precio del productor ha aumentado a más del 20% en los Estados Unidos.

·  Posible contracción de economía norteamericana y desaceleración de otras grandes economías en momentos que se experimenta un rápido periodo inflacionario.

·  Aumento de las tasas de interés de los bancos centrales, incluyendo a la Reserva Federal, con el fin de afrontar el alza inflacionaria lo que, a su vez, incrementa los costos de capital en los mercados financieros.

·  Altos niveles incertidumbre en la economía mundial.

Al otro lado del mundo, la región asiática, unos de los principales motores económicos globales, también enfrenta a una perspectiva de estanflación. El Fondo Monetario Internacional alertó que la guerra en Ucrania y los cierres por la pandemia han resultado en un aumento en los costos de las materias primas, una desaceleración en China y un crecimiento más lento de los socios comerciales europeos.

El neto de toda esta situación es que el mundo atraviesa una tormenta perfecta económica: aumento de la inflación, el retiro de las políticas de estímulo y el potencial de erosión de los márgenes de ganancias corporativas se suman a los riesgos de estanflación, es decir, alta inflación con poco crecimiento económico. El potencial de estanflación ejerce una enorme presión sobre la Reserva Federal y otros bancos centrales. Nadie quiere una recesión, y nadie quiere una inflación persistente a largo plazo. Pero, las probabilidades de que las principales economías se asienten en un período prolongado de estanflación han aumentado considerablemente.

  • El autor es analista económico, profesor y asesor gerencial