Por Santos Negrón*

El hecho de que Standard & Poor’s (S&P) haya puesto en perspectiva negativa la deuda de COFINA es preocupante de por sí y hace ver que el camino hacia una posible emisión de bonos de COFINA III, más adelante en el año, es más escabroso de lo que parece a primera vista.

Un factor que hay que tomar en cuenta es que si bien los recaudos del Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU) han crecido a una tasa anual promedio de 2.4% en los pasados cuatro años, la inflación, medida a base del Indice de Precios al Consumidor (IPC) ha avanzado a un tasa promedio de 1.8%, lo que implica que el aumento real e dichos recaudos es de apenas 0.6%.

Por supuesto, la ampliación de la base del IVU genera expectativas de mayor recaudo en los años venideros pero una economía en declive puede neutralizar, o inclusive opacar, el efecto de la ampliación de la base. De igual, el esperado repunte de la inflación, cuyos albores ya estamos viendo, puede poner en duda el uso de la expectativas de incremento en los recaudos del IVU como base para las futuras emisiones de COFINA, es decir para se pueda girar contra el mejor crédito de que dispone el ELA en este momento.

El mensaje que envía S&P es claro y preciso. El futuro financiamiento a base de COFINA no puede escapar a la realidad de que involucra riesgos, tanto para los que compren los bonos, como para la jurisdicción de Puerto Rico como tal y su materialización dependerá de la actuación la economía real y concreta, de la base productiva.

A todas luces, el expediente de acciones de la Administración García está a la vista de todos, de hecho constituye un precedente significativo ya que no recuerdo ningún caso en que una administración haya puesto sus cartas sobre la mesa de manera tan explícita, no importa qué grado de diferencia pueda tener alguno de nosotros respecto a algunos o la totalidad de sus componentes.

Ahora bien, debe quedar también meridianamente claro que con golpes de audacia financiera y malabarismos brillantes para aprovechar el reducido margen de crédito, sólo lograremos comprar tiempo, reducir la presión financiera del Gobierno y abrir la oportunidad de desarrollar inversiones en obra pública que le den impulso a la economía, pero en última instancia es la actuación de la economía la que va a determinar si escapamos o no escapamos de la degradación de nuestro crédito, tanto en general como en el caso específico de COFINA.

En tiempos de auge, la burbuja financiera se distancia, a veces peligrosamente, de la base concreta, real de la economía. En tiempos de zozobra y turbulencia, la burbuja financiera se desinfla y se reduce drásticamente la distancia entre ésta y la economía real.

* El autor es economista.