Por redacción de Sin Comillas

La guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia por la falta de un acuerdo para responder a la caída de la demanda de crudo ocasionada por el coronavirus ha provocado la mayor caída del precio del petróleo desde que en 1991 Estados Unidos lanzó la “Operación Tormenta del Desierto” para expulsar a Irak de Kuwait. El precio del West Texas Intermediate (WTI), el de referencia en Estados Unidos, disminuyó 20% hasta $32.97.

La caída del precio responde a una mayor producción justo en el momento en que ha disminuido la demanda por petróleo debido a la menor actividad económica causada por la propagación del coronavirus. China, donde se han registrado más casos del virus, es el segundo mayor importador de petróleo.

La caída del precio del petróleo es una  buena noticia para economías que depende de esta materia prima, como Puerto Rico. Si se mantiene la caída, los consumidores pagarán menos por la gasolina y la energía eléctrica. No obstante, un petróleo barato puede provocar deflación, es decir, caídas de los precios, justo en un momento en el que los bancos centrales ya no pueden bajar mucho más las tasas de interés, que están cerca del 0%.

Sin embargo, un petróleo barato es una mala noticia para Wall Street, porque las compañías petroleras se ven obligadas a recortar los dividendos de los accionistas.

El precio del crudo está ahora mismo un 50% por debajo del nivel que tenía a principios de enero, cuando China empezó a adoptar medidas de urgencia contra el Covid-19. El West Texas Intermediate (WTI) se redujo de $40.45 a $32.97. El banco de inversión Goldman Sachs no descarta que el precio llegue a los $20 por barril.

Según los analistas, para Venezuela, con las mayores reservas de crudo, la caída del precio del petróleo puede ser catastrófico para su ya maltrecha economía. Los efectos también los sufrirá Noruega, otro de los mayores productores de petróleo, cuya moneda ha caído a su nivel más bajo frente al dólar en 35 años.