La falta de acción o la tardanza de los gobiernos para atender a sus colonias para combatir las olas de calor y otros efectos de la crisis climática, así como el aumento en el nivel del mar, hacen cada vez más precaria la vida en estos territorios.
Por Luis Alberto González | Centro de Periodismo Investigativo
La vida en las colonias caribeñas es cuesta arriba no solo por las limitaciones económicas y de gobierno propio, sino porque los países colonizadores no actúan o reaccionan de forma tardía ante los problemas que provoca la crisis climática.
“Hay muchas cosas que no se pueden contabilizar… pierdes la cultura, las ruinas, los edificios históricos, documentos, lo que comemos, cómo nos relacionamos… Todo eso está en juego”, afirmó Pilar Assefh, cofundadora de Periodistas por el Planeta durante el panel Calentón en el Caribe: Crisis climática, periodismo y retos del coloniaje que se realizó como parte del Caribe Fest 2024 organizado por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) este viernes y sábado, en el Museo de Arte Contemporáneo en Santurce.
Assefh explicó que a pesar de que 196 países y la Unión Europea se mantienen en negociaciones para concertar un proyecto global que atienda el cambio climático, las colonias quedan en la retaguardia. Estos países, dijo, no tienen voz ni voto para acceder a fondos para financiar tecnología, participar en investigaciones o para responder de inmediato a las catástrofes.
“Los colonizadores no mencionan a sus territorios [en esas negociaciones]”, afirmó Assefh, quien ha estado cubriendo las cumbres de crisis climática de la ONU desde el 2015.
Freeman Rogers, editor del periódico The BVI Beacon en las Islas Vírgenes Británicas, explicó que uno de los mayores contratiempos que enfrentan como territorio es la imposibilidad de aceptar legalmente cualquier cooperación que ofrezcan países cercanos cuando ocurren desastres naturales y necesitan ayuda inmediata.
Recordó que cuando el huracán Irma les azotó en 2017, la destrucción fue masiva. Sin embargo, su situación colonial y la burocracia para recibir ayuda atrasó la respuesta y puso en peligro la vida de los ciudadanos.
“Los puertorriqueños llegaron allá con barcos llenos de ayuda que realmente necesitábamos, pero como tenían que pasar por aduanas inglesas fue bien difícil. Entrar la ayuda era ilegal [sin pasar por el proceso burocrático de acceso]”, dijo Rogers. Sin embargo, algunos buscaron la manera de dejar suministros cerca de las costas para entregar la ayuda de forma inmediata, toda vez que el Gobierno inglés nunca levantó las restricciones.
“En el coloniaje es difícil trabajar juntos. Así que necesitamos crear algún tipo de plan de respuesta regional” que permita a los territorios y los países cercanos colaborar en casos como ese, añadió Rogers.
Por su parte, el profesor Rafael Méndez Tejeda, de la Universidad de Puerto Rico en Carolina y miembro del Comité de Expertos y Asesores en Cambio Climático, que asesora al Gobierno de Puerto Rico, criticó que las advertencias y recomendaciones de los científicos sean ignoradas por los gobiernos, que solo toman acción, dijo, cuando la emergencia ya arropa los países.
“Es frustrante para los científicos. He alertado [en Puerto Rico] sobre las olas de calor desde hace muchísimos años, y tratar de solucionar el problema cuando ya lo tenemos enfrente es imposible. Lo que tenemos es que prevenir”, expresó Méndez Tejeda.
“Hay que recordar que los políticos son como los tiburones, donde huelen sangre ahí van. Ellos [los políticos en búsqueda] de los votos”, dijo el profesor quien advirtió que la responsabilidad ciudadana debe incluir darle un mensaje a los funcionarios electos en las elecciones que se avecinan.
Ejemplo de la dejadez de los gobiernos sobre sus colonias, o comunidades en situaciones de dependencia similares, es el caso de los indígenas habitantes del archipiélago de San Blas, en Panamá, donde se anticipaba el aumento en el nivel del mar por el cambio climático, pero poco o nada se hizo hasta que ya había miles de vidas en peligro, según ha reportado Mary Triny Zea, de la Red de Periodistas Climáticos del Instituto Reuters en la Universidad de Oxford.
La alternativa del Gobierno panameño, que cuenta con un Producto Interno Bruto que superó los $76 mil millones en 2022, a las inundaciones costeras que sufren las islas es que los indígenas se muevan a tierra firme. Pronto la población total de una de las islas de ese archipiélago será relocalizada.
“El Gobierno les ofreció movilizarlos sin respetar sus costumbres a unas casas calientes. Comenzaron a deforestar una zona donde van a tener que aprender a convivir con animales que no conocen. Va a cambiar todo su sistema de vida, su alimentación”, denunció Zea durante el panel. “El nivel de orientación ambiental y mitigación por parte de las autoridades, que reciben millones de dólares para combatir el cambio climático, es nulo. No tienen un conocimiento básico”, criticó.
Durante el panel, la editora de proyectos especiales del CPI, Omaya Sosa Pascual, hizo referencia a una reciente investigación que muestra cómo la creciente invasión de sargazo en el Caribe ha impactado la calidad de vida de los residentes de las islas. Pero hasta ahora los gobiernos locales y algunas de sus grandes metrópolis no han logrado coordinar una respuesta internacional para abordar el problema, que los científicos creen que es desencadenado por la contaminación global, la crisis climática y la falta de fondos para mitigarla.
Ante el impacto de estas movilizaciones climáticas, Assefh advirtió que “no hay una vuelta atrás [ante el cambio climático], pero sí tenemos que salvaguardar nuestra cultura, nuestras vidas. Nuestros gobiernos son los que tienen que dar respuestas ahora”.