Opinión

Por Alberto L. Martín Rivera*

En el mes junio de 2016, la Junta de Normas de Contabilidad Financiera (FASB, por sus siglas en inglés), un organismo privado creado para establecer y mejorar los principios de contabilidad en Estados Unidos, emitió una nueva norma contable (ASU 2016-13, actualización de normas contables) sobre la metodología para la valorización de la cartera de riesgo crediticio, conocida como Pérdidas Crediticias Esperadas Actuales (CECL, por sus siglas en inglés), una norma contable de pérdidas crediticias emitida por FASB.

Se trata de una metodología basada en pérdidas esperadas y no en pérdidas incurridas, como es el computo actual regulado por el Reglamento 8665 sección 2.12.2.5. El sistema reglamentario actual requiere que ocurra un evento de deterioro del valor crediticio causado por el incumplimiento de la obligación, reconociendo en ese momento la pérdida. El objetivo de CECL es mejorar la medición y el reconocimiento de las pérdidas crediticias en préstamos y valores de deuda.

La Norma Internacional de Información Financiera (NIIF) 9 establece que “ya no es necesario que ocurra un suceso relacionado con el crédito antes de que se reconozcan las pérdidas crediticias”. Según esta norma, una de las razones para no aplicar el sistema de pérdidas incurridas es que con este cómputo las pérdidas incurridas retrasan el reconocimiento en los libros contable de la empresa, en este caso las cooperativas. Por lo tanto, las pérdidas crediticias sobreestiman el balance de la cartera de riesgo y los resultados. Entonces, ¿por qué retrasar el reconocimiento de las pérdidas? Es aquí donde entra el sistema CECL.

Esto es muy efectivo porque prepara a la cooperativa en mantener reservas que valoricen adecuadamente la cartera de crédito y, sobre todo, que no se sobreestimen los resultados (“smoothing income”) por las pérdidas que se ha de incurrir. La seguridad está en que cuando ocurre el evento de pérdida ya la cooperativa lo tiene estimado, lo tiene anticipado, es prospectivo, porque la entidad puede reconocer como provisión su estimado de las pérdidas de crédito esperadas durante el tiempo de vida de la facilidad otorgada. El sistema bajo el Reglamento 8665 es todo lo contrario, pues es retrospectivo, va al pasado para determinar la pérdida que será lanzada contra la reserva hoy.

La Carta Circular Núm 2023-01 emitida por la Corporación Pública para la Supervisión y Seguro de Cooperativas (COSSEC) establece básicamente que la fecha de implementación del sistema CECL será para el año terminado en 2023, con excepciones. La implementación del sistema CECL tendrá un efecto importante que será ajustada contra el sobrante sin asignar afectando el capital real social.
En mis análisis sobre el grupo analizado puedo indicar, tomado como ejemplo una cooperativa, que el impacto de la implantación del sistema contra el capital real social está en un 17.1%. Si no considero los fondos recibidos de CDFI aumenta a un 22.5%. Esto es muy significativo para esta cooperativa.

Sin embargo, en otro ejemplo, para VegaCoop el efecto fue de 4.58% y sin considerar los fondos CDFI 5.19%, gracias a sus buenas reservas. Inclusive aumentó su reserva para pérdidas crediticia en 94.7% con una morosidad de 1.31%. (No soy socio de la cooperativa, por cierto).

La pregunta es, ¿cómo las cooperativas pueden absorber y superar este impacto? No hay secreto. Tres aspectos repetitivos: interés ponderado (tasa activa), rentabilidad (disminución del coste financiero y del gasto general) y la alimentación de las reservas. Digo en este momento que la reserva establecida por COSSEC del 10% ha sido muy leniente para estos ajustes, pues los cambios se hablaban desde antes del 2016. No nos anticipamos.

Esta metodología tiene unas ventajas importantes. Primeramente, toma en consideración el crecimiento de la cartera de riesgo, por lo que las provisiones permitirán aumentar la reserva de acuerdo con el movimiento de la cartera en su totalidad. Es decir, no tiene que esperar que el crecimiento de la cartera incurra en pérdidas para tomar acción de sus provisiones, sino que asume sus provisiones en función de su crecimiento. Quiero decir, que ambas partidas van a la par en su desarrollo.

También, tiene la ventaja de realizar un saneamiento más puro de la cartera porque puede haber un reconocimiento de posibles pérdidas más acelerado en el tiempo y no se tenga que retener facilidades morosas de más de 9 hasta 12 meses o más, etc.

Además, esta metodología obliga a la junta de directores a orientar a su administración para no proyectar un crecimiento desenfocado de la cartera riesgosa, para evitar un impacto sobre el gasto de provisión. Tiene que haber un análisis de captación y colocación equitativa prudente.

Queda de la junta de directores y su administración responder a su dirección efectivamente. La clave es sana administración, pues el respaldo del pueblo las tiene.

  • El autor es un empleado retirado de la banca comercial, con una experiencia de 40 años de servicio.