WASHINGTON (AP) — Es un escenario que tiene asustados a empresarios e inversionistas, y que está desacelerando el débil repunte de la economía estadounidense:
El Congreso y la Casa Blanca no logran un acuerdo presupuestario para Año Nuevo y esa situación ocasiona un notable aumento en impuestos y reducciones de gran calado en el gasto público. Esas medidas merman el gasto de los consumidores, frenan el crecimiento laboral, derrumban los mercados de valores y empujan a la economía hacia el “abismo fiscal”, hacia una recesión.
La realidad podría ser mucho menos sombría.
Incluso si pasa el Año Nuevo sin un acuerdo, pocas empresas o consumidores caerán en pánico siempre y cuando parezca inminente un acuerdo. El aumento de impuestos y las reducciones presupuestarias podrían anularse con efecto retroactivo al primero de enero.
Y el impacto de los aumentos impositivos se sentiría gradualmente. Casi todos los contribuyentes recibirán menos dinero en sus cheques de pago, aunque la cantidad pasará casi desapercibida.
“La conclusión de que caer en el abismo fiscal significará una recesión el próximo año es errónea”, dijo el economista Lewis Alexander, de la firma Nomura Securities. “Dependerá a la postre del tiempo que esté en vigencia esa política”.
Siempre cabe la posibilidad que una negociación entre el presidente Barack Obama y los legisladores republicanos acabe mal. La perspectiva de un aumento fiscal permanente y una reducción en los gastos presupuestarios podría hacer que muchos consumidores y empresas posterguen sus gastos, la contratación de personal o la ampliación de sus negocios.
Empero, casi todos los economistas creen que habrá un acuerdo, si no para Año Nuevo, sí para poco después.
“La atmósfera es más importante que si las negociaciones fracasan”, dijo el economista Paul Ashworth, de la firma Capital Economics.
Empero, muchos analistas rezuman optimismo en caso de una breve caída en el precipicio fiscal, ya que consideran que no mandaría de bruces a la economía.
Aunque el precipicio fiscal costaría a la economía unos $671,000 millones en el 2013, el aumento de los impuestos que sufrirían la mayoría de los estadounidenses sería leve en un principio. Para quienes ganen entre $40,000 y $65,000 año, el incremento de impuestos representaría en promedio 130 dólares en enero, de acuerdo con el Centro de Política Fiscal.
Pero, si en el peor de los casos, las negociaciones fracasan, los negociadores se van a sus casas y los aumentos de impuestos y recortes de gastos parecen permanentes, algunos economistas creen que el índice Dow Jones podría perder hasta 2,000 puntos en cuestión de unos cuantos días.
Ante la perspectiva de que los estadounidenses paguen más impuestos de manera prolongada, los comercios ordenarían menos autos, aparatos electrónicos y prendas de vestir. Caería la confianza del consumidor y luego el gasto.
La economía se contraería a una tasa anual de 0.6% en los primeros tres meses de 2013, calcula Joel Prakken, economista de Macroeconomic Advisors. En comparación, un acuerdo fomentaría un crecimiento de 1.9%.
La oficina presupuestaria del Congreso prevé que, si Estados Unidos cae en el precipicio fiscal, la economía se contraería 0.5% en el primer semestre del 2013 y que el desempleo subiría al 9.1%.